(Está mediado Agosto. El blog permanece en silencio. Andaréis todos por ahí en solaz y contento. Mientras la barbarie ataca de nuevo en un punto hipersensible de nuestra ciudad. La vida va a seguir. El mundo a trompicones todavía aguanta. A uno, ya bastante baldado, un palo de estos le deja casi lisiado permanente. El ejemplo de las tortugas me sirve de consuelo.Espero que también os sirva a vosotros.)
A
uno le gustaría escribir Historia de dos ciudades, o, al menos, Historia de dos
pueblos, o, ya puestos, Historia de dos mundos o, ¿por qué no ?, Historia de
dos universos porque nadie ha demostrado que sólo exista uno. Pero si mis
ambiciones son muchas, mis limitaciones son más, así que me conformo con
contaros la Historia de dos tortugas, historia verdadera que, como veréis ,
está contada desde mi formación, escasa, pero científica.
Es
el caso que a un pariente de mi mujer, allá por los años 50 del siglo pasado,
le tocó, el destino de la mili se sorteaba, de ahí le tocó, cumplir sus deberes
con la patria en Melilla. Al cabo de los dos años de rigor y pensando que
agradaría a su familia, se trajo una preciosa tortuga de tierra para que
habitara en el patio, jardín, corral, pues todas esas funciones cumple, de la
casa de su abuela. Y en aquel lugar ha ido sobreviviendo y asistiendo al cambio
de generaciones. Si la casa está habitada se le da alguna golosina, hojas de
lechuga, por ejemplo, pero la mayor parte del año sobrevive con sus propios
recursos y , hasta el presente, con buen estado de salud.
Años después,
quizás a comienzos de los 60, el padre de mi mujer, hombre cabal, que vivía y
trabajaba en Barcelona, pagaba sus impuestos, y la hipoteca de un piso comprado
a un constructor catalán, en fín, un hombre formal, de los de antes, pasaba el
mes de vacaciones en la casa de su suegra. Con su buen corazón pensó que la
tortuga no debía estar sola y al año siguiente la proporcionó una compañera
adquirida en Las Ramblas. Entonces estas adquisiciones eran normales. La catalana es un poco más
pequeña que la provinciana de Melilla. Se las distingue perfectamente. A partir
de ahora una será la Provi y otra la Cata.
Pues bien,
tengo bien observado que la Cata persigue a la Provi con ahínco, la acosa, la
mordisquea, incluso, a veces, consigue darla la vuelta. Imaginaros lo difícil
que es para una tortuga enderezarse de nuevo. Pero otras veces la Cata se sube
encima de la Provi con cara de embeleso y la Provi, a trancas y barrancas, la
soporta. Acuciado por el interés científico me puse, modestamente, a investigar
si la Cata y la Provi eran homo, hétero o bisexuales. Entonces saqué a la luz
los siguientes hechos tortuguiles :
- Los machos
son un poco más pequeños que las hembras.
- El plastrón,
o cubierta inferior del caparazón de la tortuga, en la hembra es plano y en el
macho ligeramente cóncavo.
- Armado de
valor examiné a ambos animalitos y confirmé lo que ya sospechaba. La Provi es
hembra. La Cata es macho, en igualdad de géneros, tortugo por lo tanto. De
hecho la Provi el verano pasado puso dos hermosos huevos que, por desgracia, no
llegaron a buen término.
Os confieso
que aclaradas estas circunstancias mi espíritu se serenó mucho. La agresividad
de la Cata, ahora ya el Cata, me tenía soliviantado. Entendidas sus razones
amorosas ahora, sin embargo, lo veo como un idilio a imitar. No os podéis hacer
ni idea lo tiernamente que duermen, desde la puesta de sol hasta las 10 de la
mañana, por lo menos, el Cata abrazando a la Provi, debajo de un emparrado,
detrás de una maceta y, en días de calor, en el rincón más fresco,
inseparables.
Un problema colateral por resolver que da lugar a
interminables discusiones familiares es si en el mes que convivimos con ellas
les damos caprichitos o no ( lechugas, tomates, etc…). Mi tesis es que nada de
caprichos ya que están habituadas a mantenerse en regiones esteparias. Los
caprichos podrían alterar sus gustos, reblandecer su carácter y, por lo tanto,
su capacidad de supervivencia. De momento ya han enterrado a dos generaciones
de humanos y ahí siguen,sin
caprichitos. La vida mesetaria es dura y hay que saber adaptarse. Pero ya
conocéis el buenismo contemporáneo que trata de asemejar a todos los seres
vivos a Barbies… Confirmación de mi tesis de que cada día que amanece el número
de tontos crece, y esto enlaza con la canción del verano. Pero esta es otra
historia.
Un servidor,
por ahora, se queda con el amor fecundo, ejemplar, de la Provi y el Cata. Dicen
que las Provis pueden retener los espermatozoides de los Catas más de 300 días,
para así fecundar sus huevos en cualquier momento, nada de desperdicios. Creo
que en lo esencial es una relación perfecta que justifica su unión por los
siglos de los siglos. Y todo lo demás son tonterías.
César.
César.