Nuestra vidas son los ríos que van a dar en
la mar,
que
es el morir; allí van los señoríos derechos a se
acabar
e consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos e más chicos ,allegados son iguales los que viven por sus manos e los ricos.
(Coplas de Don Jorge Manrique por la muerte
de su padre. Estrofa III.)
No
se por donde comenzar. Tampoco es tan importante, pues tras el inicio, el
relato seguirá su propio curso. Hasta los riachuelos siguen su trayectoria.
Hace tiempo, por los años 70, ví la película El río y recuerdo que me causó un gran
impacto emocional. La película es de 1951. La dirigió Jean Renoir. Ni siquiera
sabía que estaba basada en el libro de una autora inglesa, célebre y con éxito
en su país, sobre todo por sus libros para niños, Rumer Godden. Otro de sus libros , Narciso negro, también dio
lugar a una buena película con el mismo título, de los directores Powell y
Pressburger , creadores de buen cine inglés en los años 40 del siglo pasado,
por ejemplo Las zapatillas rojas.
Rumer Godden nació en 1907 en Sussex,
Inglaterra. Vivió en la India pues su padre tenía su trabajo allí. A los 20
años regresa a Inglaterra para prepararse como profesora de baile. En 1930 abre
una escuela de danza en Calcuta con la ayuda de una hermana y la mantiene
durante dos décadas. Tras una separación matrimonial va a vivir a Cachemira. Ya
había publicado Narciso negro. En 1949 se casa por segunda vez y vuelve a
Inglaterra para proseguir su carrera literaria. Se interesa por el catolicismo
, pero no se convierte oficialmente hasta 1968. Vive en la Lamb House, casa célebre en Sussex porque fue el hogar de Henri James y otros
escritores. Su esposo fallece en 1973.
Desde 1978 vivió en Dumfriesshire, Escocia. Fue nombrada Oficial de la
Orden del Imperio Británico. Muere en
1998 a los 90 años.
Su
obra es muy extensa : novelas, relatos para niños, poesía, ensayos.. Hay
algunas obras más traducidas, no muchas . Hay que buscarlas en librerías de
segunda mano.
El río es un relato iniciático, de
maduración psicológica. Al estar ambientado en la India para nosotros tiene el añadido
del exotismo, de la vegetación exuberante, el inmenso río lleno de vida, la
sabiduría propia de algún personaje autóctono ( Nana). Se hace evidente la
paradoja de Heráclito de que el cambio es lo permanente, la vida siempre se
renueva, nada es , todo pasa. Nosotros también formamos parte de esos ciclos
vitales de la naturaleza. Este panteísmo llevó a más de uno a las hogueras
inquisitoriales…Hoy nadie puede negar que todos nosotros formamos parte de la
Vida con mayúscula, bueno, quizás alguno no…No conozco la composición de los
extraterrestres…Y a juzgar por el comportamiento de algunos, haberlos los hay.
En ese escenario prodigioso Harriet, la narradora, aprendiz de escritora , vivirá
los ritos del paso de la niñez a la adolescencia adquiriendo el pensamiento adulto
de forma progresiva. La autora nos lo transmite con pinceladas magníficas de
los sentimientos de Harriet, de sus escritos, de los comentarios de John que
también busca su árbol.
Un
inciso. Tengo la impresión de que estamos cada vez más lejos de la naturaleza.
Recuerdo una película, Pequeño gran hombre en la que el indio anciano, cada vez
que Dustin Hoffman aparece por la tribu le dice : “Mi corazón se eleva como el
gavilán”. Me parece una frase maravillosa. Nuestros hijos dirían “se eleva como
un helicóptero” o “como un dron”. Es espantoso…Creo que la cercanía a la
naturaleza y su entendimiento, nos hace más humildes y más sabios.
El río ,por lo tanto, es una novela de
aprendizaje, crecimiento, maduración, del paso a la adolescencia y juventud.
Los alemanes a esto lo llamaron Bildungsroman, término, la wiki dixit, acuñado
por Morgenstern en 1819. Goethe es el autor de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister. Me es imposible ser
exhaustivo pero haré una pequeña enumeración de novelas de este tipo. Por
seguir con alemanes Bajo las ruedas de
Hermann Hesse, tristísimo. Ingleses lo tenemos más fácil. Dickens nos legó David Copperfield , Oliver Twist, Grandes esperanzas. Jane
Austen todo un muestrario : Orgullo y
prejuicio, Sentido y sensibilidad. La magnífica George Elliot escribió Middlemarch y de Charlotte Bronte es Jane Eyre. De Rudyard Kipling, por
citar alguna, Kim, El libro de la selva. Joyce escribió Retrato del artista adolescente.Y un libro muy especial de Edmund
Gosse Padre e hijo, relata la
emancipación del autor de un padre de estricta moral puritana. Si
nos vamos a EEUU Mark Twain nos regaló las maravillosas Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Y sobre todo Salinger El guardián entre el centeno, libro
único, leído con devoción por nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos…Tiene
la cadencia de un largo poema y se puede leer seguido, aguantando la
respiración. El racionalismo francés tiende a la didáctica y acaba siendo poco
atractivo, al menos para mí . Es poco digerible Fenelón, con Las aventuras de Telémaco. Más
soportables , son los Cuentos de Voltaire, sobre todo Cándido.
Y
así seguiríamos con un río de títulos…¿Y en España?. Contamos con un
best-seller pionero : El Lazarillo de
Tormes, auténtica novela de aprendizaje. En la tertulia leímos El camino de Delibes. Me hicieron leer Jeromín del Padre Coloma, sobre la
educación del pequeño Juan de Austria. En el bachiller , hace infinito menos
uno años, La vida sale al encuentro
del Padre Martín Descalzo y, esta sí, de buena calidad literaria, La vida nueva de Pedrito de Andía de
Rafael Sánchez Mazas, como sabéis, padre de Rafael Sánchez Ferlosio y
protagonista de Soldados de Salamina. No
sigo, las enumeraciones son muy pesadas.
¿Por
qué nos resultan atractivas estas novelas del paso de una etapa de la vida,
niñez, a otra, adolescencia?. Ya sabéis que se dice que nuestro Edén, nuestro
Paraíso, nuestra Patria, y lo escribo con mayúscula, es la infancia.
Bea, llora porque la pierde . Nuestro
diálogo, consciente e inconsciente, con lo que leemos evoca nuestros propios
recuerdos, más o menos deformados, y con ello los sentimientos de la época que para nuestro
propio ego son irresistibles. Fijaos que es lo que más permanece. Con el paso
de los años a los abuelos, mi caso, nos encanta contar las batallitas que nos
retrotraen a los primeros tiempos. Es así. Este tipo de libros nos facilita ese
mecanismo. Bienvenidos sean.
Ahora
no se como terminar. Pues no termino. Depositaré estas cuatro letras en la web,
el río las llevará a la nube y viajarán por el Universo…(estás como una cabra).
César
Acabo de entrar en Hermes y me encuentro esas reflexiones sobre El Rio que, con opiniones diversas, comentamos tan a gusto como siempre en nuestra última tertulia. Te agradezco muy de veras esa tenacidad y perseverancia tuyas de continuar manteniendo este blog que en lugar de Hermes debería llamarse Cesar. Me ha gustado el paralelismo del río con nuestra propia existencia. Y es cierto, lo único permanente es el cambio. De nuestra infancia llena de energía como los saltos de agua, impetuosos e imparables, llegamos al final, a nuestra particular desembocadura, lentos, apacibles, esperando ser absorbidos y diluidos en la inmensidad del no ser. Sí, a mi me gustó mucho este relato de tránsito de la infancia a la adolescencia. Personalmente tengo recuerdos, como flashes, de momentos de mi infancia, tanto de los buenos como de los angustiosos que también los viví y como de alguna forma revelaban como iba a ser mi carácter y mi posterior relación con el mundo. En conjunto la sensación que tengo de esta etapa es, sinceramente, y con todos mis miedos, muy buena. Creo que tuve una infancia muy feliz. No así mi adolescencia, uffffff, pero eso lo comentaré en otra tertulia.
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