sábado, 16 de junio de 2012

CANON

                                               
                        En tiempos de calor es bueno mojarse.

                        Canon, según el diccionario de la RAE, tiene varias acepciones : Regla o precepto, catálogo, modelo, impuesto o precio de arrendamiento, parte de la misa, composición musical en la que sucesivamente van entrando voces... Aquí nos interesa la acepción de catálogo, en concreto de obras literarias maestras, las que supondrían el canon, el no va más de la literatura universal...Pues bien, soy de la opinión de que esa es una empresa imposible.
                        En primer lugar canon es un concepto distinto a obras clásicas. Estas son las que perduran vigentes más de cien años. Es indudable que los grandes autores griegos  o después romanos, aunque su lectura actual sea poco frecuente, están ahí, en los estantes, al alcance de todos, como La divina comedia, las obras de Shakespeare o de Cervantes. Pero, fuera de su rescate por otros medios, cine, festival teatral, ¿estamos dispuestos a leerlos a diario?.
                        En segundo lugar, a lo largo de la vida, hemos leído obras con gran placer y ahora no seríamos capaces. Otras sí. Nuestros gustos literarios varían según las épocas . Aunque el buen aficionado es omnívoro, se lee con más placer lo que sintoniza con uno mismo en el tiempo de la lectura.
                        En tercer lugar, de acuerdo en que todo lo escrito o narrado oralmente, es literatura, todo ruido en el tiempo y también el silencio, es música, y todo es pintura y arte en general, según la acepción actual, incluso la museística, especialmente en pintura. Y así nos va. Me parece que la que más se ha salvado del engendro es la literatura. La pequeña  inversión que supone para el consumidor la hace más selectiva, ayuda a filtrar lo interesante y la crítica no puede manipular el íntimo gusto personal. El engendro pictórico te lo cuelgan en el museo y sólo te libras no entrando a verlo, actitud que en algunos museos recomiendo con fervor.  Del ruido, si no siempre, puedes lograr  aislarte
.
 Ahora bien, aprovechando que está en El Prado, ¿es lícito comparar a Rafael con Goya?,  ¿ a Mahler con Vivaldi?, ¿a Tolstoi con Azorín?. En mi opinión, no. Pueden gustarte todos ellos y unos más que otros, e incluso pueden variar las propias opiniones a lo largo del tiempo. Por eso  admito que hay obras clásicas ( Schopenhauer aconsejaba que sólo leyéramos libros que hubieran cumplido los cien años ya que sólo el porvenir respetará las páginas que merecen ser leídas), pero no es posible hacer el canon con las cien mejores obras de la literatura universal o las cien mejores novelas del siglo XX. Seguro que es distinto para un anglosajón y un chino, un francés y un español, un joven y un viejo. Por lo mismo que hay días que escuchas la cuarta de Mahler y otros el Stabat Mater de Rossini. Depende, y mucho, del propio estado anímico personal. La perfección artística no es mensurable y depende en gran medida de la actitud del receptor. No es válido decir que Dostoyewski  es mejor que Tolstoi, o viceversa, lo único válido sería: ahora a mí me gusta más, pero los dos son muy buenos escritores. En definitiva, no parece posible establecer un canon literario con validez universal, ni siquiera personal y que dure toda la vida...

Para los que hayan llegado hasta aquí una recomendación : Los naufragos del Batavia, de Simon Leys, Acantilado. Es una lectura canónica...Narra un hecho real , el hundimiento del Batavia en las costas australianas en 1629. Es una lectura para unas dos horas. Si suprimís algún adjetivo puede cambiar el sentido del texto. Es un relato en el que no se pueden explicar más hechos con mayor economía. Perfecto a mi modo de ver. No os lo debéis perder. Es como una pequeña pieza de Mozart o Schubert o un pequeño cuadro de un flamenco, Memling, por ejemplo.

César Garzón.
Cuadro de Torrentius citado en el libro.

4 comentarios:

  1. Estoy contigo en que no es posible elegir “las cien mejores” obras literarias aunque, en cambio, sí podríamos ponernos de acuerdo en que “algunas” son inequívocamente relevantes. Es cierto que en esta cuestión no es razonable ser demasiado ambicioso; es más, a la vista de lo que ocurre, yo me contentaría con que consiguiéramos impedir que en el espacio de la literatura acabe pasando lo mismo que con la pintura y que, paso a paso, lleguemos a la nada –o al abstracto, que para la literatura también equivaldría a la nada, porque no creo que nadie, ni los más pedantes, accedieran de verdad a entregarle su tiempo a un libro radicalmente absurdo.
    Muchas gracias por tu reflexión y tus consejos literarios que seguiremos, como siempre.
    O.G.

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  2. Querido Cesar, iba a responderte pero, sinceramente, has explicado tan bien el tema de las catalogaciones, que me limito a elogiarte.

    En cuanto a "Anonimo" O.G. sí, sí que creo que hay quienes entregan su tiempo a elaborar libros radicalmente absurdos y seguramente no pocos. Es mayor la necesidad de innovar, de sentirse diferente, de sobresalir (aún a costa de perder el sentido crítico), que muy facilmente se puede caer en el absurdo, tanto en literatura como en tantas otras cosas. Los humanos somos así, la soberbia nos pierde.

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    1. Hay mi querida Eugenia, cuanta razón tienes... Pero yo no me refería a los escritores que, en efecto, pueden hacer toda clase de estupideces por razones de soberbia y otras. Me refería a los lectores, que tienen que darle su tiempo a un libro absurdo y, como es natural, no se lo dan. No lo leen. Puede que haya algunos muy mentirosos que dicen que sí que han leído esto o lo otro, pero no suele ser verdad, cuando menos no de un modo verdaderamente significativo. Eso diferencia la literatura de la pintura. Todos podemos instalarnos ante un pintor abstracto, con un buen coñac en el gaznate, y hacer tres frases graciosas, ocurrentes, vacías, copiadas... Y hacer creer a todo el mundo que nos interesa sin demasiado sufrimiento por nuestra parte. Es una impostura que no cuesta. Pero si tuvieramos que invertir una semana de nuestro tiempo libre con el pintorcito abstracto de turno, no lo haríamos... Esa es la diferencia entre uno y otro absurdo. Por suerte.

      O.G.

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    2. Siento lo del "hay"... Cada vez estoy peor.

      O.G.

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