miércoles, 31 de julio de 2013

VERANO

                        En esta época del año los suplementos literarios se empeñan en recomendar libros para las vacaciones. Voy a intentar demostraros que es un disparate.

                        En la playa : Armados de sombrilla, sillita, gafas, gorro, toalla y otros varios a discreción, con el precioso libro bajo el brazo, vamos a la playa con la mejor de nuestras intenciones. Tras la laboriosa instalación intentamos concentrarnos en la lectura. Al lado se coloca el de la radio aficionado al Barça, un poco más allá el rockero que sólo escucha un disco, eso si trescientas veces seguidas, delante la mamá con sus tres preciosos retoños que no paran de correr , llenarme de arena y gritar como energúmenos, detrás se instala la familia de la tortilla de patata, nevera portátil, mesita, baraja y Faria . Periódicamente un top-manta me hace sombra. Mi capacidad de concentración se deshace como un azucarillo. Si un familiar sobreprotector decide embadurnarte de cremas solares, el libro termina pareciendo propiedad de un tocinero que lee en el trabajo. Intentas relajarte y expandes la vista. La visión puede ser desoladora : michelines caidos, barrigas cerveceras, varices como cuerdas de barco. La subespecie hominidus horrendus impera. Ha desaparecido el pudor. Hombre, yo no digo que haya que ponerse fajos y refajos, corsés y miriñaques, pero hay que tener un poco de respeto al prójimo . Las fealdades, sin dejar de ser demócrata, uno se las guarda en casa. A estas alturas mi cerebro está como el del cónsul Firmin después de trasegarse los mezcales. Y sí, a lo lejos, entrecerrando los párpados la veo con nitidez. Se desplaza con elegancia sobre el fondo azul del mar. Atrae los hilos invisibles de todas las miradas como un poderoso imán y crea un tejido de admiración que oculta las imperfecciones de los demás. A la humanidad siempre se la engaña dándole alguna esperanza . ¿ Y si fuera mi Yvonne?. Repaso sus cartas “Naciste para andar bajo la luz. Si sacas la cabeza del candor celeste forcejeas en un entorno extraño...Geoffrey,  ¿por qué no me contestas?. He dejado a un lado todo mi orgullo para rogarte que me perdones, para ofrecerte mi perdón. No puedo creer, me resisto a creer que hayas dejado de amarme...” Y uno, con sonrisa bobalicona, se queda traspuesto, reconciliado otra vez con la especie. Pero de lectura, nada, y el libro hecho una porquería.

                        En el campo : ¿ Paseando?, ¿en bicicleta?. Para el libro, el resultado va a ser el mismo. Lo primero de todo es buscar una buena sombra. Y el que a buen árbol se arrima , buena sombra le cobija. Ya estamos a la sombra, limpiamos un poco la hojarasca del suelo, apoyamos la espalda en el árbol, está un poco duro , pero en fin...Las primeras en aparecer son las hormigas, pierna arriba. No desfallecen nunca, cuando te has cargado a veinte y renuncias a la lucha e intentas concentrarte en la lectura, te llegan a la entrepierna. Otro gallo nos cantaría si fuéramos tan infatigables como las hormigas. Un peligro mayor se cierne . Una avispa aventurera comienza a observarnos entre vuelo y vuelo cada vez más próximo. Tengo para mí que somos objetos sexuales para los insectos. Afortunadamente soy previsor y para no fumar y que el agente de la autoridad me eche una bronca por fumar en el campo en esta época del año, recordad que somos como niños y así somos tratados, he traído unos caramelillos que chuperreteo con alguna repugnancia y los lanzo a unos cuantos metros . La avispa se posa en ellos y se da por satisfecha. Ahí no acaba la cosa. Una mosca, subespecie mosca cojonera, comienza a revolotear a mi alrededor con la clara intención de violarme. De nada sirve que la aparte con la mano, que me estire hacia atrás o que me ponga de pie o que eche a correr, ella sigue en mi oreja, mi nariz, el cogote, donde sea, como una obsesa. Al final tras doscientas copulaciones, más o menos, se va o se muere, tanto me da. Qué idílico es el campo. Una paloma literaria subespecie columba picasiana, se posa en una rama de mi árbol para leer conmigo y tanto gusto le da la lectura que relaja sus esfínteres encima del libro. Adiós lectura, adiós libro, adiós puta paloma, adiós campo... ( Un inciso : En algunos barrios de nuestra ciudad las palomas picasianas han sido sustituidas por cotorras, subespecie cotorra horripilens. Carezco de conocimientos científicos para saber si este hecho evolutivo está relacionado con ser una nació, pero, sin duda, es motivo de un buen estudio).

                        En definitiva, si amáis la lectura y el libro, no os mováis de casa. Si añoráis la playa , poned los pies en un barreño. Si os gusta el campo, ventilador y botijo ya crean ambiente. Todo menos someterse a esas torturas que os he descrito, a vosotros y, sobre todo, al libro...


César Garzón