viernes, 29 de diciembre de 2017

FIN DE AÑO


(Se acerca el fin de año. Sin duda, este que se va, ha sido un tanto siniestro  por los avatares de la política. El “pruces” lleva meses ocupándonos la conciencia de forma irremediable con la enorme pérdida de tiempo que supone. Un coste inmenso.
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por dos lesiones específicas : la degeneración fibrilar de nuestros nervios que se tornan rígidos e inoperantes y la formación de placas seniles , especie de recogida de desechos inútiles de neuronas muertas, algo así como múltiples basureros microscópicos diseminados por nuestro cerebro. Su presencia es el testimonio de la muerte y desaparición de nuestras neuronas, lo mejor de nosotros.
Pues bien, “el pruces” invade constantemente nuestras neuronas, las intoxica, las envenena o las mata por aburrimiento. Estoy seguro de que una biopsia cerebral de los habitantes de este país mostraría un incremento anómalo de las degeneraciones fibrilares de Aloysius Alzheimer y de las placas seniles.
¿Qué hacer?. Como amigo vuestro que soy os recomiendo con fervor que sigáis leyendo. Ahora más que nunca . Es la mejor solución para neutralizar los nefastos efectos del “pruces” sobre nuestra inteligencia, si es que alguna nos queda.
Por si os sirve, esta es una web de libros, os hago un par de recomendaciones .)


En el café de los existencialistas, Sarah Bakewell, Ed. Ariel. También se subtitula : Sexo, café y cigarrillos o cuando filosofar era provocador. Es un repaso a la ideología existencialista que tuvo su apogeo en los años 40 y 50 del siglo pasado. Sus orígenes : Kierkegard, Husserl, el nazi Heidegger, Jaspers (escribió un tratado de Psicopatología nunca superado), sus difundidores sobre todo franceses : Merleau-Ponty, Sartre, Simone de Beauvoir, por supuesto Albert Camus y otro sin fin de personajes más o menos conocidos. Bueno, explicar a Heidegger no es nada ameno, al menos para mí, pero la mayor parte del libro se entiende bien, cuenta anécdotas divertidas de los personajes. Para mí es un repaso de la ideología más influyente en mi juventud. En mi caso, a través de Camus. Aquello del mito de Sísifo : El castigo está en la conciencia porque descubre la ausencia de sentido. Una vez alcanzada la cima, la enorme piedra vuelve a caer . La clarividencia del absurdo es al mismo tiempo la victoria, su esfuerzo da sentido a una tarea inútil. El camino es más importante que la meta. “El esfuerzo mismo para llegar a la cima basta para llenar el corazón de un hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso” dice Camus. La dicha y el absurdo son dos hijos de la misma tierra. Nadie puede arrebatar a Sísifo su satisfacción íntima.

Un best seller con numerosas ediciones, es de Siruela :  Imperiofobia y Leyenda negra , con el subtítulo Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español. La autora es una profesora malagueña, pero que también estuvo en Harvard, María Elvira Roca Barea. Hace la distinción entre imperio y colonia, para mí muy importante. Repasa la historia de los imperios romano, norteamericano y ruso, y sus correspondientes leyendas negras para después centrarse en España desde la época imperial propiamente dicha hasta nuestros días. Recordad que Carlos V fue emperador del Sacro Imperio Romano, algo completamente medieval. El título de Imperio no guarda ninguna relación con la conquista de América . Fue un Imperio más bien inconsciente…Cuando vuelvo a leer que la famosa Inquisición causó muchas menos víctimas en España que la persecución de los católicos en la civilizada Inglaterra o que la quema de brujas en los países protestantes, mejora mi autoestima. Y respecto a la emigración a América basta con enumerar cuanta población autóctona reside aún en América del Norte (¿unas reservas?) o en América del Sur.  A estos te los encuentras tranquilamente en todas partes. Y a poco interés que tengáis, buscad y leed el testamento de Isabel la Católica, mi paisana…

No os aburro más. De todo corazón, muy buen año y mejores libros.

César.


sábado, 30 de septiembre de 2017

DE LA ULTIMA TERTULIA

           (Nuevamente en tiempos atribulados acudo a esta web consoladora. ¿Por qué atribulados?. Si los curas hacen proclamas políticas, como en tiempos de los carlistas, o se cita a los niños en los colegios para hacer “la fiesta de los pijamas”, mi cerebro se hunde en la miseria. Respecto a lo primero, lo tengo claro, mi propia Religión me prohíbe volver a entrar en una Iglesia en esta ciudad. Respecto a lo segundo , me dedicaré en cuerpo y alma estos días a cuidar de mis nietos ya que está este mundo lleno de violadores de-mentes. Juntad  la preposición y el nombre si queréis. Así que vamos a aturdirnos en la literatura como en una orgia perpetua única manera de soportar este periodo de la existencia).


                La edad no perdona. El caso es que con el paso de los años si eres lento de pensamiento te llegan las ideas con más minutos de retraso  ; si eres un poco sordo te vuelves bastante sordo; si la mesa de la tertulia te parecía larga, ahora ya es kilométrica…Aun así, la última tertulia fue espectacular ya que la calidad de Juan Pablo Villalobos como pedagogo y conferenciante absorbe y abduce la atención de los que tuvimos la suerte de estar allí. Pocas veces en tan poco tiempo nos han explicado los diferentes procesos de la construcción de una novela  : el tema, los personajes, el estilo, el ritmo y otros mil detalles que se me escapan. Este chico vale mucho.
                De vuelta a casa pensaba en el comentario acerca de la posibilidad de que en el futuro cambie el canon literario y que las que ahora tenemos por obras maestras sean sustituidas por otras. Por supuesto que no lo sé y no lo veré. Creo, sin embargo, que nuevas obras no deben usurpar el puesto de las antiguas. El cine de Tarantino no invalida el de Ford, por citar a un clásico. El Padrino permanecerá, y, también la saga de Bourne con su estética de videoclip. En el primero, también saga, las emociones vienen a oleadas, te identificas y reconoces a los personajes, los diálogos, como buen cine, no son muy abundantes, pero son necesarios. En Bourne, yo lo he hecho, podéis probar a verla sin sonido , se entiende igual y os sigue manteniendo atados a la pantalla. Eso significa que como cine o sea lenguaje de la imagen, es excelente. Carol, de Todd Haynes, director de pocas películas, pero esta os la recomiendo de forma encarecida, filma como Minnelli y el resultado es una maravilla. ¿ Cómo clasificar La gran belleza de Sorrentino?. Increíble mezcla del Renacimiento, el Barroco y el Decamerón trasladado al siglo XXI…El tema es inagotable y podíamos seguir horas .
              Me parece que el problema o uno de los problemas subyacentes es “el tempo”. Tarantino debe entusiasmar a los que manejan el móvil con una mano mientras recogen el billete en la puerta de entrada del metro con la otra y , sin apartar la vista del móvil, vuelven a teclear con las dos manos en cuanto pasan la puerta. Es un ritmo febril, asombroso, trata de ir por delante del tiempo. Fantástico. Seguro que las palabras que escribe son fragmentadas o sólo siglas, la sintaxis suprimida y posiblemente el mensaje indescifrable para el que no esté al tanto de ese código. Si fueran a ver La gran belleza, por equivocación, claro, se saldrían a los diez minutos de haber comenzado.
 No voy a pedirle a nadie que me crea, lo equiparo a la estética de Bourne . No es “realista-costumbrista”, el  propio autor nos lo ha dicho. Su imaginación crea peripecias bastante inverosímiles, aunque a veces la realidad supera a la ficción, no divaga, los personajes son caricaturas posiblemente de otros perfectamente reales, las situaciones se van encadenando con su propia lógica a un ritmo apreciable.
Me llamo Lucy Barton, estaría en la línea estética de la película Carol, película de miradas, gestos, alguna confidencia, breves resúmenes de circunstancias anteriores, sentimientos a tope, empatía segura.
¿Cambiará el canon?. Guerra y paz, El Quijote, Rojo y negro, Madame Bovary, El Gatopardo y tantas otras, ¿dejarán de gustar?. Ellos se lo perderán. Mi experiencia me dice que la lectura es la actividad que me ha producido más satisfacción durante más tiempo, y, como ahora todo tiene que valorarse así, con menor coste económico. Que no me falte.


César.

viernes, 18 de agosto de 2017

HISTORIA DE DOS TORTUGAS

          (Está mediado Agosto. El blog permanece en silencio. Andaréis todos por ahí en solaz y contento. Mientras la barbarie ataca de nuevo en un punto hipersensible de nuestra ciudad. La vida va a seguir. El mundo a trompicones todavía aguanta. A uno, ya bastante baldado, un palo de estos le deja casi lisiado permanente. El ejemplo de las tortugas me sirve de consuelo.Espero que también os sirva a vosotros.)

                 A uno le gustaría escribir Historia de dos ciudades, o, al menos, Historia de dos pueblos, o, ya puestos, Historia de dos mundos o, ¿por qué no ?, Historia de dos universos porque nadie ha demostrado que sólo exista uno. Pero si mis ambiciones son muchas, mis limitaciones son más, así que me conformo con contaros la Historia de dos tortugas, historia verdadera que, como veréis , está contada desde mi formación, escasa, pero científica.

                Es el caso que a un pariente de mi mujer, allá por los años 50 del siglo pasado, le tocó, el destino de la mili se sorteaba, de ahí le tocó, cumplir sus deberes con la patria en Melilla. Al cabo de los dos años de rigor y pensando que agradaría a su familia, se trajo una preciosa tortuga de tierra para que habitara en el patio, jardín, corral, pues todas esas funciones cumple, de la casa de su abuela. Y en aquel lugar ha ido sobreviviendo y asistiendo al cambio de generaciones. Si la casa está habitada se le da alguna golosina, hojas de lechuga, por ejemplo, pero la mayor parte del año sobrevive con sus propios recursos y , hasta el presente, con buen estado de salud.
Años después, quizás a comienzos de los 60, el padre de mi mujer, hombre cabal, que vivía y trabajaba en Barcelona, pagaba sus impuestos, y la hipoteca de un piso comprado a un constructor catalán, en fín, un hombre formal, de los de antes, pasaba el mes de vacaciones en la casa de su suegra. Con su buen corazón pensó que la tortuga no debía estar sola y al año siguiente la proporcionó una compañera adquirida en Las Ramblas. Entonces estas adquisiciones  eran normales. La catalana es un poco más pequeña que la provinciana de Melilla. Se las distingue perfectamente. A partir de ahora una será la Provi y otra la Cata.
Pues bien, tengo bien observado que la Cata persigue a la Provi con ahínco, la acosa, la mordisquea, incluso, a veces, consigue darla la vuelta. Imaginaros lo difícil que es para una tortuga enderezarse de nuevo. Pero otras veces la Cata se sube encima de la Provi con cara de embeleso y la Provi, a trancas y barrancas, la soporta. Acuciado por el interés científico me puse, modestamente, a investigar si la Cata y la Provi eran homo, hétero o bisexuales. Entonces saqué a la luz los siguientes hechos tortuguiles :
- Los machos son un poco más pequeños que las hembras.
- El plastrón, o cubierta inferior del caparazón de la tortuga, en la hembra es plano y en el macho ligeramente cóncavo.
- Armado de valor examiné a ambos animalitos y confirmé lo que ya sospechaba. La Provi es hembra. La Cata es macho, en igualdad de géneros, tortugo por lo tanto. De hecho la Provi el verano pasado puso dos hermosos huevos que, por desgracia, no llegaron a buen término.
Os confieso que aclaradas estas circunstancias mi espíritu se serenó mucho. La agresividad de la Cata, ahora ya el Cata, me tenía soliviantado. Entendidas sus razones amorosas ahora, sin embargo, lo veo como un idilio a imitar. No os podéis hacer ni idea lo tiernamente que duermen, desde la puesta de sol hasta las 10 de la mañana, por lo menos, el Cata abrazando a la Provi, debajo de un emparrado, detrás de una maceta y, en días de calor, en el rincón más fresco, inseparables.
Un problema colateral por resolver que da lugar a interminables discusiones familiares es si en el mes que convivimos con ellas les damos caprichitos o no ( lechugas, tomates, etc…). Mi tesis es que nada de caprichos ya que están habituadas a mantenerse en regiones esteparias. Los caprichos podrían alterar sus gustos, reblandecer su carácter y, por lo tanto, su capacidad de supervivencia. De momento ya han enterrado a dos generaciones de humanos y ahí siguen,sin caprichitos. La vida mesetaria es dura y hay que saber adaptarse. Pero ya conocéis el buenismo contemporáneo que trata de asemejar a todos los seres vivos a Barbies… Confirmación de mi tesis de que cada día que amanece el número de tontos crece, y esto enlaza con la canción del verano. Pero esta es otra historia.

Un servidor, por ahora, se queda con el amor fecundo, ejemplar, de la Provi y el Cata. Dicen que las Provis pueden retener los espermatozoides de los Catas más de 300 días, para así fecundar sus huevos en cualquier momento, nada de desperdicios. Creo que en lo esencial es una relación perfecta que justifica su unión por los siglos de los siglos. Y todo lo demás son tonterías.


César.

lunes, 10 de julio de 2017

DIVORCIO EN BUDA de Sandor Mari

El proximo 27 de julio de 2017 nos reuniremos para comentar el libro:

DIVORCIO EN BUDA

Sandor Marai
Salamandra. Quinteto.

Presentado por Eugenia




Divorcio en Buda

Sandor Marai

Trad. J. Xantus. Salamandra. 190 págs., 11’50 euros
ÁLVARO DE LA RICA | 26/09/2002 |  Edición impresa

A pesar de que existe un cierto paralelismo entre ellas, sería un error comparar Divorcio en Buda con El último encuentro, aquella novela de Marai que tanto ha significado para miles de lectores españoles que se han ido susurrando aquel feliz hallazgo como quien entrega un tesoro.

Novela de estructura compleja, en la que las formas narrativas se fuerzan hasta el límite de lo posible, Divorcio en Buda aparece como una simple historia de amor. Un juez matrimonial se encuentra con un expediente de divorcio que concierne a un compañero de clase casado con una mujer a la que por un instante el juez había amado y con la que podría haberse casado él mismo. El narrador dedica más de la mitad de la novela a la morosa descripción del juez y sus circunstancias.Cercano el fin de la obra, la trama da un giro inesperado. El marido encausado se presenta de noche ante el juez y colega de estudios, y le cuenta que ha matado a su mujer -en realidad se ha limitado a no impedir su suicidio- pero, sobre todo, le explica que lo ha hecho porque ella le había confesado que nunca le quiso, que su vida estaba tocada por una radical falsedad en la medida en que ella había amado siempre al juez. El climax se alcanza en los últimos instantes de la obra cuando el marido burlado quiere saber si en el espíritu del juez existe o no un vacío semejante al que anidó su esposa.

Marai no resuelve la cuestión planteada y acaso sea esto su mayor grandeza, el sello de que se trata de un verdadero artista, capaz de sondear el alma humana y de captar las preguntas definitivas que nos conciernen, aquellas que no se pueden zanjar con una respuesta.
 

viernes, 2 de junio de 2017

CARSON Y REEVES, UNA HISTORIA TENEBROSA. La extraña relación entre Carson MacCullers y Reeves McCullers

CARSON Y REEVES, UNA HISTORIA TENEBROSA.
Fue en París donde Reeves McCullers se suicidó. Era el mes de noviembre del año 1953. Según parece lo había anunciado en varias ocasiones. Al menos así lo recuerdan algunas de las personas que le conocieron. Entre ellas el dramaturgo Tennessee Williams, íntimo amigo de su mujer, la novelista Carson McCullers. Y por ese anuncio Williams lo justificó. Carson y Reeves vivían por segunda vez en Francia porque para ellos era un país más acogedor que los Estados Unidos y era un país muy querido por Reeves. Durante la II Guerra Mundial, Reeves se convirtió en Francia en un héroe de guerra. Participó en el desembarco de Normandía, sobrevivió a las ametralladoras alemanas y se hizo acreedor de varias condecoraciones después que fuese herido y retirado del frente con el grado de teniente. Aparte de este exitoso periplo bélico, el propio Reeves consideraba que su vida había sido un estrepitoso fracaso. Truman Capote no lo explicaba de la misma forma que Teneesse Williams. Culpaba de alguna manera a Carson. Capote era amigo de Reeves al que conoció por ser el marido de Carson. Al principio él y Carson tenían una excelente relación, pero ésta le acusó con dureza de copiar los argumentos de sus novelas por lo que se distanciaron y acabaron por profesarse una aversión mutua imposible de superar. Capote, que vivía entonces en París, había invitado a Reeves a cenar la noche de su suicidio porque conocía la horrible depresión en la que había caído cuando Carson dejó Francia y volvió a los Estados Unidos sin siquiera despedirse. Se decía que Capote estaba enamorado de Reeves, pero no supo interpretar lo que éste quiso transmitirle cuando ese mismo día, al rechazar su invitación, le dijo que estaba a punto de atravesar la laguna Estigia. Unos culpaban del suicidio a Carson y otros al propio Reeves.
Para desentrañar este embrollo hay que retroceder dieciocho años y viajar hasta Columbus, una pequeña ciudad de Georgia, en lo más profundo del profundo Sur. Allí vive la inquieta jovencita Lula Carson Smith. Allí vive también, en la base militar de Fort Benning al lado de Columbus, un joven cabo, culto, sensible y con vocación de escritor, llamado Reeves McCullers. Carson va semanalmente a la base militar a recibir clases de piano de la señora Mary Tucker, esposa de un comandante. Quiere ser concertista de piano y la señora Tucker la anima porque aprecia en ella condiciones para serlo. Allí, en el año 1935, Carson conoce al cabo Reeves, cuatro años mayor, y entre ellos nace una profunda amistad. Un tiempo después la joven Lula Carson, de 18 años de edad, se traslada a estudiar piano a Nueva york, pero en una decisión incomprendida por quienes la conocen, resuelve dejar la música y empieza a tomar clases de escritura. A partir de entonces la determinación de ambos de ser escritores les une aún más. En el año 1937 se casan, pero ninguno de los dos dispone de ingresos para vivir con independencia de sus familias. Reeves deja el ejército y ambos se van a vivir a Charlotte, en Carolina del Norte, dónde él ha conseguido un empleo que les permite sobrevivir.
En Charlotte Carson empieza la redacción de una novela. Reeves debe trabajar todo el día para mantener a la pareja. Llegan al acuerdo de cada uno
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escribirá durante un año y trabajará otro. Esta alternancia permitirá a los dos desarrollar su vocación de escritores. Cuando regresa por la noche del trabajo, Reeves lee todo lo que ha escrito Carson, le comenta sus impresiones y le formula sugerencias. El manuscrito avanza a gran velocidad. En menos de un año está esbozado en su totalidad y escritos bastantes capítulos. Carson hace un largo y excelente esquema de la novela, que lleva por título “El mudo”, y lo envía a un editor. En ese esquema están descritos los temas, los personajes protagonistas y secundarios, las interrelaciones entre los personajes, la estructura general y un resumen. Explica también el espacio, el tiempo y la técnica empleada. El esquema convence al editor, que le envía un contrato acompañado de un cheque de quinientos dólares en concepto de adelanto. Por este adelanto justifica Carson el incumplimiento de su acuerdo con Reeves para alternarse en la escritura y el trabajo. En cuanto a la novela, Carson sólo acepta un cambio de los propuestos por el editor. Cambia el título. “El mudo” es sustituido por “El corazón es un cazador solitario”. Se trata de un verso del poeta William Sharp: “El corazón es un cazador solitario, en una colina solitaria”. La novela está dedicada a sus padres y a Reeves McCullers, pero éste aparece en primer lugar. Además, Carson toma la decisión de adoptar como escritora el apellido de su marido que conservará durante toda su vida.
El corazón es un cazador solitario es una gran novela. Probablemente la única gran novela que escribió Carson McCullers. Y la escribió muy rápido cuando tenía algo más de veinte años. Resulta sorprendente a esa temprana edad el exquisito rigor de la técnica, el estilo literario elegante y preciso, el poderoso desarrollo de los personajes principales y secundarios. Pero sobre todo resulta sorprendente el mundo que crea. El lector se sumerge en este mundo y vive su cotidianidad de una manera apasionada. Eso se produce porque la novela es técnicamente perfecta. El tema principal de la novela es “la rebeldía del ser humano contra su aislamiento interior y la necesidad que siente de una expresión personal e individual lo más plena posible”. El personaje de Mick Kelly es la propia Carson McCullers. Una adolescente frágil soñadora, inteligente pero bastante desubicada. La gran creación de la novela es el personaje del mudo, John Singer, una persona de enorme sensibilidad humanista que seduce a cuantas personas le conocen. Sin casi poder comunicarse, recibe las confidencias del resto de los personajes. Es una novela coral basada en la multiperspectiva. La propia autora explica la técnica con las siguientes palabras: “La forma utiliza siempre el contrapunto musical. Hay un estilo distinto por cada uno de los personajes a los que se trata de manera subjetiva y objetiva. Cada uno de estos personajes es una totalidad en si mismo, pero su personalidad adquiere nueva amplitud cuando se le contrasta y entreteje con los otros personajes del libro”.
La cuestión que se ha planteado numerosas veces es dilucidar si se trata de una novela escrita en exclusiva por Carson MacCullers o hay intervenciones decisivas de Reeves. Hay quien plantea la tesis más radical e imposible de que la novela fue escrita por Reeves con aportaciones de Carson. Lo cierto es que Carson es una joven inquieta y soñadora, pero no se le conoce una sólida conciencia política. Esa conciencia, que se refleja de manera tan brillante como precisa en la novela, se refiere a la pobreza del Sur, las condiciones miserables de los trabajadores de las fábricas. Pero, sobre todo, la segregación brutal de los negros. Que Carson fue durante toda su vida una mujer progresista, abanderada de los derechos de los negros y los trabajadores, era una evidencia para todo el que la
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conocía. Pero hay dos personajes en la novela que requieren un profundo conocimiento de esa conciencia política que ella en aquel momento no podía tener: El doctor Benedict Mady Copeland es un médico de color, ya mayor, educado y de un gran refinamiento intelectual que se deja la vida por ayudar los miembros negros de su comunidad, aunque finalmente fracasa tanto a nivel familiar como político; es un marxista convencido de que la única posibilidad que le queda a los negros es la lucha revolucionaria; es la misma idea que guía a Jake Blount, un trabajador joven que se desvive por difundir entre los trabajadores la convicción de que el capitalismo debe ser abolido. Cuando se conocen Carson y Reeves, es éste último, como lo fue hasta su suicidio, el hombre cultivado con mentalidad revolucionaria. La intervención de Reeves en la creación de estos personajes es indudable. El protagonista por antonomasia, John Singer “el mudo”, según cuenta la propia Carson, procede de una iluminación, como ella llamaba a sus momentos de inspiración, que le permitió estructurar la novela en torno a ese personaje. La novela es, sin duda, creación de Carson, pero sin la presencia y las aportaciones de Reeves no habría conseguido ese grado de perfección técnica y capacidad de seducción. Lo cierto es que la temática política no vuelve a aparecen en las obras de Carson, salvo, de forma indirecta, en dos párrafos de diez líneas cada uno en la novela Frankie y la boda. Muchos años después, Carson explicará a su psicoanalista y amiga Mary Mercer, en una conversación grabada, lo siguiente: “Reeves era como un tesoro para mí en la época en la que yo estaba escribiendo ‘El corazón’ y ‘Reflejos’. Reeves leía y daba su opinión sobre cada uno de los capítulo según yo los iba escribiendo”.
Tras la publicación de esta novela, que tuvo una gran repercusión y convirtió a Carson en una novelista conocida y prestigiosa, empezaron la desavenencias entre la pareja que concluyeron en divorcio unos meses después. Antes del divorcio Carson va haciendo aflorar su complicada personalidad. Se traslada a vivir a una casa de Brooklyn en compañía de un numeroso grupo de intelectuales y artistas. Se trata del poeta W. H. Auden, el compositor inglés Benjamin Britten y su pareja el tenor Peter Pears, el escritor Paul Bovles, y muchos otros. En el mismo año 1940 Carson publica su segunda novela: Reflejos en un ojo dorado. En ella describe el mundo militar de Reeves relatando en clave de ficción una historia que éste le contó: un soldado de la base militar de Fort Benning tenía la costumbre de entrar de noche en las casas de los oficiales para contemplar a sus mujeres mientras dormían. Esta novela se escribió en Columbus en el tiempo record de dos meses. Se dice que Reeves no intervino. Pero es seguro que lo hizo, aunque no de la manera tan profunda como en la primera. Le había explicado la anécdota, incluidos los detalles de la vida en una base militar dentro de los cuarteles, que Carson no podía conocer. Como en la anterior novela, se relatan la vida de personajes extraños y desubicados con psicología complejas y soledades imposibles de resolver. Pero la magia de la anterior novela no aparece del todo en ésta. Es un texto atractivo pero sin pulir. Los personajes son fascinantes. Tanto, que el lector puede tener la tentación de sumergirse un su mundo. Pero, así como en El corazón es un cazador solitario, se produce una suspensión inmediata de la incredulidad a pesar de tratarse de una novela con narrador omnisciente, en Reflejos resulta bastante difícil de conseguir esas suspensión porque la perfección técnica se ha debilitado y lector debe detenerse con frecuencia a preguntare cómo sabe el narrador todo lo que sabe sobre cada uno de los personajes por separado,
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sus momentos de soledad, sus reflexiones íntimas. Falta una sólida estructura que cohesione el conjunto.
Mientras tanto, Reeves reingresa en el ejército que lo destina a combatir en Europa. Antes de partir, la pareja retoma sus relaciones tras el divorcio. Deciden volverse a casar, pero Carson considera que es mejor esperar al regreso de Reeves. También antes de su partida, ambos continúan su viaje sin retorno al mundo del alcohol. Durante la estancia de Reeves en Europa se escriben numerosas cartas, de las que se han salvado algunas que se publicaron por expreso deseo de Carson junto con su libro de memorias Iluminaciones y fulgor nocturno. En esas cartas ambos se demuestran un afecto tierno y auténtico. Se trasluce que se añoran y se necesitan. Tras el regreso de Reeves se vuelven a casar, cosa que la mayoría de las personas que les conocen no llegan a comprender. Ambos son homosexuales. Carson, como decía su hermana Rita, es una persona “asexuada” y reacia por tanto a mantener relaciones sexuales regulares. En la novela Frankie y la boda, dice Frankie Adams, el personaje principal, alter ego de Carson,: “Me gustaría un mundo en el que la gente pudiera instantáneamente pasar de chico a chica o viceversa todas las veces que quisiera hacerlo. La gente debería ser mitad chico y mitad chica”.
Desde principios de los años cuarenta, la vida de Carson se puebla de lo que Reeves llama “los seres imaginarios”. Son enamoramiento súbitos de diversas mujeres. Tienen un carácter esencialmente “romántico” y nunca llegan a concretarse en actos explícitamente sexuales. La lista es larga, pero hay dos mujeres que tienen en la vida de Carson un apartado especial. La primera es la joven aristócrata suiza Annemarie Clarac-Scwarzenbach, de una rara belleza, aventurera, escritora de libros de viajes, homosexual y con un aspecto deliberadamente ambiguo en el que predominaba la exhibición de su lado más masculino. A ella le dedica su libro Reflejos en un ojo dorado. Annemarie no acepta esta relación sentimental porque está enamorada de la baronesa von Opel que no le corresponde. Abandona los Estados Unidos sin despedirse de Carson para volver a su Suiza natal. Ambas mantienen una intensa correspondencia. Poco después Annemarie realiza un largo viaje por África y a su regreso muere en un “accidente”, según explican sus familiares. Carson la recordará hasta el final de sus días. La otra mujer de su vida fue Elisabeth Ames, directora de Yaddo, un centro dedicado a acoger temporalmente a escritores que necesitan un lugar tranquilo y aislado donde madurar sus proyectos. Carson vive en este centro durante largas temporadas. Elisabeth Ames le ayuda en la revisión de su nueva novela, Frankie y la boda, aportándole numerosas sugerencias. Y Carson le dedica esta novela. Al mismo tiempo, el carácter de Carson empieza a hacerse cada vez más complicado. Las reacciones desagradables para con su marido y sus amigos son frecuentes. Tiene que ser siempre el centro y la protagonista de todas las conversaciones con reacciones irritantes caso de no serlo. Pasa sin transición de ser una mujer encantadora a ser una persona insufrible. Y así continua a lo largo de toda su vida. El escenógrafo y amigo Arnold Saint Subber decía que: “Carson era el ser más angelical del mundo y, al mismo tiempo el más infernal, el más odioso de los demonios.
La relaciones entre Carson y Reeves se retoman vis a vis en el año 1945, a su vuelta de Europa, un año antes de la publicación de la novela Frankie y la boda. Pero Carson y Reeves ya no son las mismas personas. Ambos son alcohólicos. Carson sufre depresiones por sus continuos bloqueos creativos. La novela Frankie y la boda le requiere casi cinco años de trabajo en comparación con la anterior que
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le llevó sólo dos meses. Y no la concluye hasta el regreso de su marido y la intervención determinante de Elisabeth Ames. Reeves, por su parte, arrastra el trauma de su fracaso como escritor y las terribles heridas psicológicas que le ha dejado su intervención en la guerra. Después del publicación del libro deciden irse a vivir a Francia. Durante esa primera estancia, su vida se puede definir como una borrachera permanente al consumir una botella diaria de coñac cada uno. No hay producción literaria. En el año 1947 Carson sufre un ictus que la mantiene en el suelo de su casa sin poder moverse durante toda una noche. Reeves está fuera, seguramente en alguna de sus correrías homosexuales. Carson queda paralizada del lado izquierdo de su cuerpo y regresan en avión a Estados Unidos. Durante la travesía Reeves sufre un acceso de delirium tremens y debe ser también hospitalizado. Carson se separa por segunda vez de Reeves, se traslada a vivir a Nueva York City y tiene un intento de suicidio, lo que la obliga a ingresar en un clínica psiquiátrica. En esta nueva etapa en USA comienza la adaptación al teatro de la novela Frankie y la boda. Como pasa con todos sus proyectos, no puede escribir sola, y esta vez echa mano de su íntimo amigo el dramaturgo Tenneessee Wiliams, al que ella llama cariñosamente Teen. Durante los ensayos de la obra descubre que está embarazada, y se le produce un aborto espontáneo. A la salida de la cínica se reconcilia con Reeves. La obra de teatro adaptada es un éxito espectacular y consigue más de 500 representaciones en Broadway, lo que se traduce en un río de dinero para Carson. Además, vende los derechos cinematográficos de Frankie y la boda a Stanley Kramer por la extraordinaria cantidad para entonces de 75.000 dólares. Reeves ha iniciado un tratamiento para su adicción en Alcohólicos Anónimos y parece que se va a curar. Pero es sólo un espejismo ya que el ambiente en el que se mueve lo impide. Carson es alcohólica, su madre, Marguerite Smith, también lo es. Así que viviendo en Nyack (Nueva York), en una casa en la que, salvo la asistenta, todos son alcohólicos, dejar de beber es una quimera. Antes de partir para Inglaterra a dar una conferencias, decide separarse por tercera vez de Reeves. Pero éste se cuela de polizón en el barco, y ella le obliga a regresar inmediatamente a Estados Unidos. Lo que parece claro es que no pueden vivir juntos y mucho menos separados. “Ni contigo ni sin ti”.
En 1952, nuevamente reconciliados, Reeves y Carson deciden regresar a Europa pasando por Italia donde conservan un numeroso grupo de amigos. Al llegar a Francia se instalan inicialmente en la casa de su amigo John Brown. Las borracheras constantes trufadas de violentas peleas hacen que los Brown les sugieran amablemente que deben marcharse. Deciden buscar una casa en el campo. Carson compra la Casa Parroquial abandonada de un pueblo llamado Vexin, en Bachivillers, a una hora de distancia de París. Allí trabajan e intentan recuperarse sin conseguirlo, de su adicción. Es un periodo relativamente tranquilo. En septiembre de 1952 regresan a Roma porque ella ha sido contratada para escribir el guión de la película de Victorio de Sica “Estación Termini”, producida por David O. Selznick. Pero Carson es fulminantemente despedida por el productor. La sustituye Truman Capote. Este hecho supone una humillación insoportable para Carson y un triunfo para Capote quien se burla de la pareja a los que describe perdidamente borrachos por los bares de Via Veneto. Es también el comienzo del fin para Reeves. El regreso a Francia se transforma en un infierno. Crece el malhumor de Carson y se vuelve cada vez más insoportable. Como dice su biógrafa francesa Josuane Savigneau “se abisman en el aislamiento, en la soledad alcohólica, que sólo podía acabar en tragedia”. Aunque en sus cartas da una sensación de
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normalidad e incluso de una cierta confortabilidad con su marido, detrás de esa imagen esta la figura de una mujer alcoholizada, con sensación de fracaso, sequedad creativa y, además, paralizada de la mitad de su cuerpo.
A partir de la primavera de 1953, según una leyenda no contrastada, Reeves se obsesiona con el suicidio y le propone a Carson que lo consumen juntos. Tenneesse Williams, sin fundamento alguno, contó que Reeves, a finales del verano, había comprado dos cuerdas con las que se colgarían ambos de un cerezo de la Casa Parroquial. Esa misma noche, según esta leyenda, Carson se escapa y regresa a los Estados Unidos sin siquiera despedirse de Reeves. No vuelve a comunicarse con él durante los dos meses que quedan hasta su muerte. Reeves cae en una profunda depresión de la que no podría recuperarse pese a que algunos amigos consiguen sacarle de la Casa Parroquial e instalarlo en un hotel en París. El 19 de noviembre se suicida mediante la ingestión de barbitúricos mezclados con alcohol. A pesar de que tardan diez días en enterrarlo por la necesidad de practicarle la autopsia, Carson no acude al entierro, aunque sí se preocupa y consigue evitar que la familia pueda repatriar el cadáver. Al entierro acuden un grupo de militares americanos destacados en Francia, algunos amigos, además de John Brown y Truman Capote. Según los testimonios citados por su biógrafa americana Virginia Spencer Carr, Carson no pareció en ningún momento afectada por la muerte de Reeves. Han pasado dieciséis años desde que se conocieron en Columbus. Se han separado y reconciliado en varias ocasiones. ¿Se puede culpar a Carson del suicidio de Reeves?. Seguramente no. Pero es posible que ese suicidio no se hubiera consumado si ella hubiera actuado de una manera diferente. Lo cierto es que demostró no verse afectada por la muerte de Reeves tras la intensa y desigual relación que mantuvieron entre 1935 y 1953. Ella sabe perfectamente la situación en que se encuentra Reeves antes del suicidio por sus amigos franceses y especialmente por la correspondencia de Madame Joffre, la persona que se ocupa de la Casa Parroquial.
La obra de ficción de Carson McCullers es exigua y se limita a dos novelas largas, tres novelas cortas y unas decenas de cuentos. De una u otra manera recibió ayuda en la redacción de todas esas obras. También hay algunas limitaciones y errores de técnica literaria. Pero ello no quiere decir que estemos ante una escritora menor como dijeron algunos de sus contemporáneos como Lillian Hellman o Flannery o’Connors. Su obra ha sobrevivido a su muerte. Setenta años después sigue gozando del aprecio de los lectores, se reedita constantemente y ha pasado a integrar la tradición y el canon. Se trata de una obra muy original con unos personajes a veces extraños y outsiders, pero que conforman un mundo que no deja indiferente. Además, la lectura consigue algo muy difícil en literatura : dejar huella en el lector al que seduce, enriquece y transforma. Esa impresionante obra no hubiera sido posible sin esa relación tan compleja y atormentada de destrucción mutua que acabo de tan trágica forma. 

martes, 23 de mayo de 2017

Y OTRA VEZ STONER

John Williams, nació en Clarksville, Texas , en 1922. Desempeñó varios empleos en periódicos y emisoras de radio. En 1942 se enrola en el ejército y estuvo destinado en la India y Birmania. Después de la guerra se gradúa en la universidad de Denver. Publica su primera novela , que el propio autor rechazó después, y un libro de poemas. Desde 1950 hasta   1954 es profesor en la universidad de Misuri. Desde 1955 hasta su jubilación en 1986, es profesor de escritura creativa en la universidad de Denver. Tras jubilarse se retira a Fayetteville, Arkansas. Fallece en 1994.
Obra.
No cito su primera novela, que yo sepa, no traducida.
En 1960 publica  Butcher´s Crossing, en España en Lumen, 2013. A mi modo de ver es una novela de aventuras sobre la caza de búfalos, también novela de iniciación de un joven estudiante, con varios personajes arquetípicos. El hombre fuerte, líder, que domina y arrasa la naturaleza sin control, el religioso, un tanto timorato, el vividor que sólo piensa en la satisfacción de sus necesidades. Una sociedad, el medio Oeste, en transformación. Va a llegar el ferrocarril. En poblados provisionales se satisfacen las necesidades básicas. Unos tendrán futuro y otros desaparecerán. Se lee muy bien. Las peripecias de la caza de búfalos para obtener las pieles, butcher se traduce por carnicería…, son impresionantes.
Por curiosidad, y al hilo de Stoner, cito que en 1963 publica Poetas ingleses del Renacimiento.
En 1965 publica Stoner, aquí, como sabéis, editada por Baile del Sol desde 2010  .
En 1973 publica El hijo de César, en España Ed. Pàmies , 2016. Se trata de una biografía de Augusto, escrita con diversos enfoques : diarios, cartas, memorias, etcc… Se lee muy bien, muy entretenida. Fue National Book Award el año de su publicación.

Y ahora ya vamos con STONER.
Me parece un libro de lectura fácil y, en algunas páginas, apasionante.
El autor no engaña. Al comienzo de la novela ya nos dice , claramente, que es la historia de un hombre corriente : “para los más viejos, su nombre era un recordatorio del final que nos espera a todos, y para los más jóvenes un sonido que no evoca ninguna sensación del pasado ni ninguna identidad…”
El protagonista, hijo de campesinos y campesino el mismo hasta los 20 años, con la escuela a 15 kms. , con el sacrificio de los padres y su propio esfuerzo ,va a la universidad para estudiar Agricultura. Allí va a sufrir la primera transformación o epifanía o momento cumbre que denominaba Maslow, al descubrir, sin ser consciente, la belleza literaria en un soneto de Shakespeare, y con su tesón característico, el mismo que los bueyes ponen en tirar del arado, se dedica a estudiar literatura para terminar siendo profesor en la misma universidad. Hay una conversación muy interesante entre los tres amigos, casi al comienzo del libro, en la que Dave, al que luego siempre va a añorar, describe la universidad como un sanatorio ,un refugio, para enfermos, ancianos, infelices e incompetentes y lo aplica a Gordon y a William. No sé si todos los profesores de universidad estarán de acuerdo en esto.
Al terminar la guerra, esta vez la 1ª mundial, y normalizarse la vida académica, tiene otra experiencia cumbre, que marcará desdichadamente su vida : ve a Edith y se enamora , sin tener ni idea ni utilizar el raciocinio para nada. Y en aquella época pudibunda la persigue hasta el altar. “Era la típica chica de su época y su circunstancia. Había sido educada bajo la premisa de ser protegida de los graves incidentes que la vida pudiera poner en su camino, así como la de que no tenía otra misión que ser elegante y cómplice consumada de dicha protección, dado que pertenecía a una clase social y económica para la cual la protección constituía una obligación sagrada. Fue a colegios privados para chicas donde aprendió a leer, escribir y aritmética simple. En su tiempo libre se le incitaba a bordar, a tocar el piano, a pintar con acuarelas y a debatir sobre las obras más tiernas de la literatura. También había sido instruida respecto a indumentarias, carruajes, dicción para damas y moralidad.” (pág.52). Ya sabéis de mi afición a los ejemplos de la naturaleza. Es como matrimoniar un mulo, William perdóname, con una cabra loca, y además con mala uva. Después vienen las peripecias de su relación , hay que recordar al Chesil Beach de Ewans que leímos aquí, el nacimiento de Grace a la que la propia madre no cuida nunca y que encanta al padre, las diversas vejaciones que Edith infiere a William, las interrupciones e interferencias en su trabajo, la aversión de la suegra, aristócrata venida a menos , casada con un pequeño banquero no menos fracasado. En definitiva, William y Grace son felices cuando están solos.
 Y en una de estas ausencias de Edith, tiene lugar una tercera revelación : “ De vez en cuando se sentía tan arrebatado de entusiasmo, que tartamudeaba, gesticulaba e ignoraba los apuntes de clase que normalmente guiaban sus discursos… El amor a la literatura, al lenguaje, al misterio de la mente y el corazón, manifestándose en la nimia, extraña e inesperada combinación de letras y palabras…El amor que había ocultado como si fuese ilícito y peligroso, empezó a exhibirse, vacilante en un principio, luego con temeridad y, finalmente con orgullo” (pág.103).
Después viene más fases de la guerra de Edith. El relato, genial, de la guerra del departamento entre Lomax y William a causa del alumno contrahecho Charles Walker. La degradación académica de nuestro protagonista. La curiosa experiencia de su “desdoblamiento” (pág.159). “Tenía cuarenta y dos años y ante el no veía nada de lo que deseara disfrutar y había poco de lo pasado que le importara recordar” (pág.160). Y entonces, porque hay veces que la vida aprieta pero no ahoga, aparece Katherine Driscoll. Su relación ocupa el capítulo 13, unas 17 páginas… Personalmente, creo que es de las historias de amor más bonitas que he leído. Salva con gran dignidad la cursilería o la procacidad de estos temas. “En su tierna juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta a la que podría acceder si era afortunado; en su madurez había pensado que era el cielo de una religión falsa a la que había que mirar con sosegado descreimiento benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia. Ahora, a su mediana edad empezaba a entender que no se trataba de un estado de gracia ni de una  ilusión; lo veía como un acto humano de conversión, una condición inventada y modificada minuto a minuto y día a día por la voluntad y la inteligencia del corazón.” (pág.172). Y cuando se va a terminar : “ Pero cuando salió del despacho de Gordon Finch notó, en la confusión que crecía desde un pequeño núcleo de su ser, que una parte de su vida había terminado, que una parte de él estaba tan próxima a la muerte que podía verla venir casi con sosiego” (pág.187). Y más adelante :”Porque a la larga, dijo Stoner,no es ni Edith, ni siquiera Grace, o la certeza de perder a Grace, lo que me mantiene aquí, no es ni el escándalo ni lo que me dueles, no son los obstáculos que tendríamos que superar, ni siquiera la pérdida del amor que tendríamos que afrontar. Era simplemente la destrucción de nosotros mismos, de lo que hacemos” (pág.188). Después , aquel verano no dio clases y tuvo la primera enfermedad de su vida. Comienza su acelerado inicio en la vejez. “ Pero William Stoner conocía el mundo de una manera que pocos colegas más jóvenes podrían comprender. Por dentro, bajo su memoria, yacía la experiencia de la dureza, el hambre, la resistencia y el dolor. Además del recuerdo de aquellos años de la granja de Bonneville, llevaba siempre cerca de su consciencia el conocimiento sanguíneo de su herencia, transmitida por ancestros cuyas vidas fueron duras, oscuras y estoicas y cuya ética común era mostrar a un mundo opresivo rostros inexpresivos, duros y fríos”. (pág.192). Y viene la segunda guerra mundial y su repercusión, al igual que la primera, en la universidad. La recuperación de su pasión por el estudio y la jugada que le hace a Lomax para recuperar sus clases. Su conversión en leyenda para los alumnos. La terrible historia de Grace. El paso de los años con la única satisfacción de dar sus clases. El libro de Katherine. “ Pero no lo había superado, lo sabía, y nunca podría hacerlo. Bajo la confusión, la indiferencia, el olvido, ahí estaba. El amor, intenso, fijo, siempre había estado ahí. En su juventud lo había dado sin pensar, lo había dado al conocimiento que le había revelado Archer Sloane; se lo había dado a Edith, en aquellos primeros días tontos y ciegos de cortejo y matrimonio, y se lo había dado a Katherine como si nunca antes lo hubiera hecho…No se trataba de una pasión de la mente ni de la carne; era más bien una fuerza que comprendía a ambas, como si fuese, más que un asunto de amor, su sustancia específica. A una mujer o a un poema, simplemente decía : ¡Mira!. Estoy vivo.” (pág.217).
Ya está bien. No voy a seguir. Nos queda su jubilación precipitada, su enfermedad, su muerte acariciando su libro como último gesto. Demasiada congoja para superarla después de una cena. Que cada uno la digiera como pueda.
John Williams cumplió. Nos ha contado la historia de un hombre corriente. Profesor universitario, pero podría haber sido carpintero. Salvo Grace que lo usa como medicina, en la novela no se bebe, no se cita a Dios, no hay agresividad física. Resulta que al cabo de los años la vida de Stoner ha sido una vida  anodina, como la casi totalidad de las vidas, los que desapareceremos sin nombre propio. Y ese es el mérito del autor : inmortalizar al hombre corriente , que hace el esfuerzo de querer algo, “y ese sentimiento dolorido y deforme sobrevive a todas las batallas”…(Olga Guirao dixit)

César


jueves, 4 de mayo de 2017

STONER de John Williams



Novela: STONER

Autor John Williams


Críticas:

Obra maestra ignorada

La semana pasada, en plena Via Po de Turín, Colum McCann, plantado literalmente en medio de la calle, me habló de una novela que había regalado ya unas 100 veces. ¡Unas cien veces! La novela, dijo, era Stoner, de John Williams. Como, además de gran escritor, McCann siempre ha sido un lector que tiene un gusto ajeno al tedio de lo comúnmente aceptado en novela, me dije que en cuanto llegara a Barcelona trataría de buscar ese libro.
En el avión de vuelta, hojeando distraídamente una revista francesa, encontré con la lógica sorpresa una reseña de Bernard Quiriny sobre Stoner, de John Williams: la novela había sido escrita en 1965 e ignorada durante décadas, pero de pronto reavivada por la canonizante editorial de la New York Review of Books y publicada después en París en la editorial Le Dilettante. Leyendo aquella nota de Quiriny, creí recordar una reseña muy elogiosa de Rodrigo Fresán sobre el libro y pensé que ojalá no me equivocara porque esto significaría que el libro de Williams había sido traducido al castellano. Lo estaba, lo confirmé en Internet en cuanto llegué a casa. Stoner no había sido percibida por ninguna de las casas editoriales importantes de este país y con buena vista la había publicado la editorial tinerfeña Baile del Sol, con una excelente traducción de Antonio Díez Fernández.
Impresiona el modo de contar de John Williams, su fuerza inusitada para los dramas minúsculos
La novela cuenta la historia de William Stoner, hijo de unos campesinos de Misuri, nacido a finales del XIX y enviado con gran esfuerzo por sus padres a la universidad para que estudie en la Facultad de Agricultura, donde un día, un profesor que está iniciando a sus alumnos en las virtudes de la literatura, se dirige directamente a él en clase para decirle: "El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿le escucha?".
La luz, nos dice el autor, penetraba en aquel momento por las ventanas del aula y se posaba sobre los rostros de los compañeros de clase, de manera que la iluminación parecía venir de dentro de ellos mismos para salir hacia la oscuridad. Para el rústico joven Stoner, ese instante fue una iluminación, una gran revelación que, con el tiempo, incluso le llevaría a renunciar a la granja de sus padres y a convertirse en profesor de la universidad de Misuri, donde llevaría una vida sin alicientes, equivocándose en todo. Una vida laboriosa al servicio de la literatura, con multitud de errores sentimentales. La biografía de alguien que vistió siempre un traje equivocado. Y una vida condensada en una novela extraordinaria, que cuenta cómo "a alguien se le concedió la sabiduría y al cabo de los años encontró ignorancia".
¿Cómo olvidar cuando el discreto profesor, consciente de haber perdido el tiempo en su obstinado trabajo sin luces, se refugia al final en la imperturbabilidad que heredó de sus padres rurales, impasibles trabajadores de la tierra, constantes dibujantes de "surcos como oraciones en el papel"? Impresiona el modo de contar de John Williams, su fuerza inusitada para los dramas minúsculos y para el recuento cotidiano de nuestras resignaciones y decepciones, y sorprende que Stoner, siendo la obra maestra que es, haya podido ser ignorada durante tanto tiempo. Quizás despistó a más de uno por su aparente sencillez. Y es que, como dijera el actor Tom Hanks: "Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más fascinantes que jamás he encontrado".
Creo que es fascinante también que sea en el fondo un elogio tanto de la rectitud moral como de la cultura del esfuerzo y del amor por la vieja literatura, con el patetismo que encierra todo eso. Y porque, a fin de cuentas, en plena crisis mundial, sorprende leer una oda tan intensa a los viejos valores morales heredados de una infancia hundida en las raíces agrícolas del Misuri más profundo y miserable, el más conmovedor también, porque es el que dice mejor la verdad sobre la vida.
http://abookadayparis.blogspot.com.es/2014/02/stoner-de-john-williams.html

Es más fácil encontrarla en catalán que en castellano




viernes, 28 de abril de 2017

UN GUSTO A ALMENDRAS AMARGAS de Hella S. Haasse.

UN GUSTO A ALMENDRAS AMARGAS.

            Se ha dicho que una buena novela es como una cebolla. Tiene tantas capas como posibilidades de lectura. Esta novela es mucho más que eso, y lo primero que se debe decir es que se trata de una novela extraña. Un fruto aislado dentro del panorama de la literatura de su tiempo. Años antes, Margarite Yourcenar había escrito las Memorias de Adriano, una novela que marcó una época. Uno de los personajes principales de esta novela también se llama Adriano. Pero, aunque puedan existir ecos de aquella en ésta, se trata de dos obras muy diferentes, y por consiguiente incomparables. Si yo tuviera que optar por una de las dos, me quedaría con ésta, no sólo porque es una novela más de difícil de desentrañar en todas sus posibilidades de lectura, sino porque integra el intimismo de aquella y un cariz sociológico y espiritual que es una novedad en la novela histórica. Por tanto no se rata exactamente de una novela histórica, aunque también lo es. 
Se refiere la novela a un periodo del imperio romano deliberadamente silenciado por los historiadores oficiales, aunque un hecho de ese periodo tuvo una repercusión tan extraordinaria que determinó un antes y un después. Se trata del asedio y saqueo de Roma por las tropas bárbaras del rey godo Alarico el Grande en el verano del año 410. Este hecho es citado por la novela en varias ocasiones, aunque de pasada, pero fue tan trascendente que dejó consternados durante mucho tiempo a cristianos y paganos, porque Roma, hasta entonces, había sido la ciudad eterna, una ciudad que no había podido ser asaltada por ningún ejercito en los anteriores mil años. San Agustín escribiría como motivo del saco de Roma su obra magna “La ciudad Dios” en la que culpaba a los paganos de haber recibido las iras del Altísimo por su cabezonería en no convertirse al cristianismo. Los mismo argumentos que desde su residencia de Belén incluiría en mucho de sus escritos San Gerónimo que calificó el asalto como el hecho más triste de la historia de la humanidad.
Veamos brevemente ese periodo de la Historia. Cien años antes, en el año 313, el emperador Constantino el Grande, al legalizar la Iglesia Cristiana, consiguió acabar con casi todos sus principios en un breve plazo de tiempo. Hasta tal extremo, que la mayoría de los historiadores están de acuerdo en que el cristianismo se transformó, tras la legalización, en una especie de politeísmo, con la extraña Santísima Trinidad y tal cantidad de santos, objeto de culto y devoción particular, que en un breve plazo de tiempo superaron con creces a todos los dioses de todas las mitologías existentes en la época. Hasta tal extremo que quedó algo parecido a la religión tradicional romana, aunque el cristianismo fue, sin lugar a dudas, una religión más cruel y sanguinaria. Así lo expresa el historiador de la Religión Antonio Piñero. Los hagiógrafos católicos se llenan la boca y las paginas de ingentes cantidades de libros sobre las persecuciones a los cristianos. Ya en el año 197, el obispo Tertuliano escribía que “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Pero la realidad fue muy otra. Las persecuciones de los cristianos, dada la tolerancia religiosa de Roma, se concretó momentos puntuales, excepto la última persecución de Decio y Diocleciano en el año 303 d.C. Pero duró muy poco tiempo. Nada por otra parte comparable a la destrucción sistemática de toda la cultura anterior por parte del poder cristiano y no solo toda la horrible destrucción hasta hacerla desaparecer de la religión tradicional romana. Como se ha encargado de aclarar el Papa Francisco en una entrevista televisiva, hay en la actualidad más persecución de cristianos que en todas las épocas del imperio Romano. Y añadía, “Y no es fantasía”. Pero no sólo fue la cultura romana lo que despareció, fueron destruidos todos los libros y documentos no cristianos, hasta el extremo, que toda la filosofía griega nos ha llegado a través de las copias que conservaron los pueblos musulmanes. El símbolo de esa destrucción fue la quema de la Biblioteca de Alejandría junto con le gran templo llamado Serapión por orden del emperador Teodosio el Grande.
Con la legalización de Constantino ocurrieron muchas cosas: La primera es que el estado se fusionó con la Iglesia, exigiendo que las personas que ocupaban cargos públicos hubieran de ser cristianas. Eso, que acabó llamándose cesaropapismo, hizo que el poder civil decidiese casi todo lo que tenía que ver con la parte doctrinal de la Iglesia Cristiana. Y eso también determinó que la mayoría de las sedes episcopales e incluso parroquias fuesen ocupadas por arribistas que se convirtieron al cristianismo para sacar tajada de la situación. Naturalmente hay que decir que desaparecieron en poco tiempo dos cosas importantes propias de la Iglesia Cristiana: el papel de la mujer a la que se impidió ser diaconisa como había sido hasta la fecha. Y la supresión de la elección de los sacerdotes y obispos por los fieles. Esto no ocurrió de manera pacífica. Pero también los obispos católicos reunidos en el Concilio de Arlés, bajo la dirección de Constantino, declararon legal la ejecución de un numeroso grupo de cristianos por parte del gobierno por haberse negado a tomar las armas. Hasta entonces la Iglesia había sido pacifista, a partir de entonces se fue creando la doctrina de la Guerra Santa, que emergió definitivamente con la puerta en marcha de las cruzadas por el papa Urbano II. Otra decisión de Constantino fue modificar el principio esencial del cristianismo de que la iglesia debía carecer de bienes. Este principio fue abolido por Constantino y la Iglesia acumulo a partir de entonces un inmenso patrimonio que hoy sigue conservando y acrecentando. Y hubo otras muchas medidas y decisiones que afectaron a la esencia de la Iglesia. Pero lo importante en relación con la novela es el clima de terror que se creó con el emperador Teodosio el Grande. Este emperador declaró a la Iglesia Católica como “religión oficial del Imperio” con la consiguiente prohibición de cualquier otro tipo de culto, y estableció penas para los que mantuviesen los cultos llamados paganos. Estas penas, hasta llegar a la pena de muerte, fueron acrecentadas por su hijo el emperador Honorio. Este emperador Honorio es una de los personajes de la novela que es citado en varias ocasiones como el origen de las leyes que determinan una parte de los actos del prefecto Adriano. En la novela gravita durante todo su desarrollo ese clima de terror en el que vivían todas aquellas personas que no hubiesen abrazado el cristianismo católico y que practicasen ritos de sus propias creencias (había, además, otras muchas formas de entender el cristianismo, como los arrianos o los donatistas que también fueron perseguidos y aniquilados).
Apuntado el marco histórico, es necesario referirme a los personajes, porque creo que son algo más que personajes.
El primero de todos, el inicialmente denominado Niliaco. Se trata de un personaje real, que ya casi desde el principio se revela en la novela por su verdadero nombre: El poeta de Alejandría afincado en Roma, Claudio Claudiano. Es, con toda seguridad, el último gran poeta del imperio romano y sus obras, que se han conservado milagrosamente, están traducidas al castellano en la Editorial Gredos. La escritora emplea en la novela una licencia muy bien elaborada. Como el poeta Claudio Claudiano desapareció el año 405 y en ese año determinan su muerte los eruditos, la escritora se inventa una sentencia que lo condena al exilio de Roma y lo hace aparecer bajo una nueva identidad en el degradado barrio de Subura. El poeta siempre se declaró no cristiano, pero pudo sobrevivir por haberse convertido en el panegirista de los éxitos del general en Jefe del ejercito romano, el general vándalo Estilicón y de su mujer, la regente Serena, sobrina y ahijada del emperrado Teodosio. Estos dos personajes, el general Estilicón y su esposa Flavia Serena, también aparecen frecuentemente citados en la novela, cuando Claudiano recuerda los años de su gloria en el que era el poeta oficial de la corte e incluso se le había erigido una estatua en el foro de Trajano. Desde el punto de vista simbólico, Claudio Claudiano, representa a la mancillada cultura tradicional romana por parte del Cristianismo reinante que pasa de ser la luz estética del imperio a ser un ser andrajoso y clandestino en el degradado barrio de Subura.
Adriano es un personaje que, al comienzo de la novela, aparece como un hombre sin moral y sin principios dedicado, como prefecto de Roma, a mantener el orden público en la ciudad. Se cita en varias ocasiones el hecho de que exagera su carácter de ciudadano, al no ser un verdadero romano. Valiéndose de su cargo y amparándose en su condición de cristiano no escatima esfuerzos en enriquecerse. El poeta le recrimina desde su celda sus actividades ilícitas aprovechándose de su cargo: “Confiscar los bienes de otros. Comprar a muy buen precio los prisioneros de guerra bárbaros. Incorporar a tus tierra a unos preciso irrisorios los terrenos de los campesinos que se han ido a la quiebra. Imponer una multas y unas sanciones abusivas a los artesanos de los barrios bajos que apenas sacan para pagarse el pan. Y entretanto, tres veces al día, si ni no más a menudo, os arrodilláis en las basílicas y capillas, y reclutáis seguidores para una nueva Roma a la luz de la gracia”. Adriano se ha pasado la vida cometiendo tropelías en nombre del emperador y la Iglesia Cristiana. Pero hay dos momentos en que la escritora lo dota de unos rasgos de humanidad que determinan finalmente su destino. Las visitas a Eliecer Ben Ezequiel. Hay una fascinación de Adriano por la actitud honesta e incorruptible de este rico judío que le lleva a visitarlo en numerosas ocasiones cuando era alto cargo en Alejandría. En esa época también se ocupa de sufragar la educación del futuro poeta Claudiano. Y, en segundo lugar, en los últimos momentos de la novela cuando la presencia y las palabras de Claudio Claudiano le obligan a reflexionar y hacer un balance de su vida como cargo público. Es el símbolo del nuevo Imperio, la personificación del terrorismo de Estado, de lo que los historiadores llaman el “dominato” bajo la guía e inspiración del nuevo pensamiento cristiano.
Otro personaje importante es el judío Eliecer Ben Ezequiel, que representa ese colectivo pequeño pero influyente que son los judíos dentro del imperio romano. Es un hombre honesto, pero siempre comedido en sus palabras y en las respuestas que da al funcionario imperial Adriano, guardándose sus reflexiones para los momentos de intimidad. “un hombre de gran experiencia , con un profundo conocimiento de la naturaleza humana, con una comprensión que se deriva de la tristeza y la amargura; un hombre piadoso, demasiado movido por el afán de justicia  como para ser indulgente[1]. La escritora también se refiere a los judíos cuando cita de pasada la destrucción de la sinagoga de Calínicos por parte de los cristianos, dejando constancia que este delito quedó sin castigo y reparación por la influencia que sobre el emperador tenía el obispo San Ambrosio. A partir de la destrucción de esta sinagoga, San Ambrosio desarrolla toda una serie de argumentaciones contra los judíos que están en el origen de ese odio secular por parte de los cristianos de todos los países europeos y que concluyó con el holocausto.
Otro personaje de calado es Marco Anicio Rufo, que representa a la clase de los patricios que, como el gran Quinto Aurelio Simaco, se negaron a convertirse al cristianismo y por ello perdieron sus cargos, su consideración pública y sus honores, especialmente tras el saqueo de Roma por las Tropas de Alarico el Grande. Sigue apegado a los ritos de la religión pagana, la religión tradicional romana y apela al poeta para que sea la voz de los perseguidos y le ayude a reivindicar los derechos de los paganos y la vuelta de la religión tradicional, algo que ni el mismo se cree ya. Es el que introdujo a Claudio Claudiano, tras la llegada de éste a Roma, en los ambientes de la aristocracia romana al encargarle la oda con motivo del nombramiento de sus sobrinos como cónsules de Roma y es también el que le que le entrega la poeta un pergamino con su sello para que escriba sobre los últimos años. Es el pergamino que encuentra Adriano entre los papeles de Marco Anicio Rufo.  
Hay tres personajes, quizá los más entrañables, que representan las consecuencias de las decisiones del emperador sobre las costumbres y la cultura tradicional. Son Pilades, actor y mimo, el gladiador y el enano. Son los personajes que gritan “munera, munera” al paso de Honorio, reivindicando la vuelta de los espectáculos públicos prohibidos por el emperador y que les han dejado sin trabajo. Estos tres personajes tiene un lado oculto. Son los espías del prefecto pata incitar a los no cristianos a realizar ritos paganos. Ellos informan a los pretorianos para que se presenten en el momento del sacrificio del gallo y así poderlos pillar en flagrante delito y desposeerlos de sus bienes. Son excluidos sociales que deben recurrir a la delación para poder sobrevivir. Por eso Pilades quiere convencer a Claudiano para que se incorpore a su troupe y poder presentar espectáculos dignos como los que él representaba antes de la prohibición.
Un personaje muy importante pero que se cita sólo dos veces, una de ellas como parte de un poema de Claudiano es Manlio Teodoro. Es el escritor erudito, honesto al que Claudiano compara con el prefecto Adriano en un poema y que da origen a su primera condena. Adriano no puede soportar que toda Roma se mofe de él por la situación en que la pone el poema al compararle con Manlio Teodoro, una persona culta y honesta de verdad.
Otros personajes que se citan de pasada son los cristianos arrianos. El propio Claudio Claudiano los cita como ejemplo de cristianos honestos que siguen de verdad las doctrinas de Jesucristo pero que, precisamente por ello, deben permanecer callados llevando sus creencias en la clandestinidad por miedo a ser perseguidos.
Otro personaje cuyo nombre no se cita es San Telémaco. Tiene mucha importancia porque su actuación aceleró la prohibición de los espectáculos por parte del emperador. Es el eremita que durante la representación de gladiadores se interpone entre ellos y el público para evitar que el degradante espectáculo. Es muerto y despedazado por el público.
Pero el personaje más entrañable es Urbanilla. Representa a una parte del pueblo de Roma. Se nota que, de algún manera es el personaje preferido de la escritora. “Urbanilla, hija de la ciudad. De sus padres no pude acordarse , siempre ha vivido en la calle, bajo los puentes o bajo los arcos de los acueductos, yendo de un lado para otros con las muchas otras gentes sin hogar, la mayoría libertos que venían a Roma  en busca de trabajo, gente que venía huyendo de las regiones fronterizas ocupadas por los bárbaros, mendigos de todas clases”. Ha tenido que aprender a sobrevivir y lo ha hecho incluso en los momentos más terribles de la ciudad cuando ésta fue asediada por los godos y sus habitantes se vieron obligados incluso a comerse los cadáveres de los muertos. Es el único personaje que da un cierto respiro a la novela y es quizá la única persona que por su natural ingenuidad, a pesar de ser prostituta, demuestra una bondad y unos sentimientos de lo que carecen la mayoría de los otros personajes.
Dos personajes capitales son el general Estilicón y su esposa Flavia Serena. Estilicón representa una figura que los romanos no pueden soportar. Es hijo de un general vándalo pero él se considera un romano de pies a cabeza. Ha llegado a lo más alto de la cúspide social como general en jefe nombrado cónsul de Roma en varias ocasiones. Es una persona ecuánime y tolerante con todo tipo de cultos sean paganos judíos o cristianos a los que permite convivir. Los cristianos no toleran dos cosas: que el hijo de un bárbaro sea la figura más importante de Roma. Que se haya casado con la sobrina ahijada del emperador y sus descendientes sean candidatos a ocupar el puesto de emperador. Pero tampoco le toleran el objetivo que hubiera salvado a Roma de la destrucción, que era la inclusión de esos millones de “refugiados” que eran los bárbaros. Finalmente, y la novela lo dice explícitamente, es ejecutado a las puerta de la catedral de Rávena de una manera ignominiosa.
En cuanto a la estructura de la novela, la escritora la ha resuelto de una manera brillante. En primer lugar utiliza la figura del narrador omnisciente para hacernos entrar en ese mundo oscuro de la represión de la disidencia por parte de la nueva hegemonía cristina. Y la centra en las figuras de Marco Anicio Rufo, Claudio Claudiano y especialmente en Eliecer Ben Ezequiel, los tres representantes de las religiones de la época: la tradicional romana, la cristiana y la judía. Ésta última, como se, va a permanecer por la habilidad de sus miembros que consiguen sobrevivir como han hecho siempre. También presenta en esta primera parte  a Claudiano y la troupe de actores. A continuación Claudio Claudiano explica su vida en primera persona y sus circunstancias en los años que pasó como clandestino en el Subura dedicado a enseñar a otras personas para que pudiesen sobrevivir más dignamente. Son para él, quizá, los años en que su vida adquiere algo de la dignidad que le ha faltado mientras era el poeta oficial.  A continuación un nueva parte omnisciente centrada especialmente en la penetración psicológica de Adriano. Después el o testamento final de Claudio Claudiano y, por último, el desenlace de los todos los personajes, especialmente de Claudiano y Adriano. Claudiano no quiere permanecer en el nuevo mundo a pesar de que Adriano le ha prometido dejarle vivir. Y Adriano se da cuenta de lo inútil de su propia existencia dedicado a la corrupción y a ser el brazo ejecutor de nuevo orden. La única salida digna que ven es el suicidio.
En cuanto a las posibilidades de lectura y destacaría dos: la lectura desnuda de la historia que por sí misma tiene relevancia; y la lectura cuidadosa del tema que la autora nos quiere hacer llegar a los lectores: el enfrentamiento entre el nuevo poder cristiano y la libertad individual. La implantación de una brutal dictadura que arrolla a todo aquel que ose hacerle frente como quedó finalmente demostrado con el aniquilamiento total de todas las bases sociales, religiosas y culturales del imperio romano de occidente. Claudiano es el “alter ego” de la autora que le permite desarrollar el tema sin que se note en ningún momento su presencia en el desarrollo de la novela. Es una novela de tesis en la que la autora pretende reparar esa ocultación histórica del terror ignominioso con el que se impuso la religión cristiana sin ninguna posibilidad real de oposición.
En cuanto al estilo. No se me ocurre mejor metáfora que la de una artesano fabricante de joyas que hiciese filigranas de metales preciosos con paciencia y una profesionalidad fuera de toda duda. Este libro es para mí una joya que creo que requiere más de una lectura. Es verdad que la autora podría haber escrito una novela histórica de cientos o miles de páginas porque el tema daba para ello. Pero ha preferido hacer una miniatura en la que da por sentadas muchas de las acciones que ocurren de pasada y a veces pueden no se captadas por los lectores que no conozcan bien ese perdido de la historia. Pero es que ella ha preferido ser honesta, pues la construcción de una novela extensa hubiera debilitado la potencia del tema en beneficio de la comprensión del texto y de los personajes. Creo que estamos ante un texto de gran literatura de extrema sutilidad en el que en solo unas pocas paginas se explica de manera bella y exquisita uno de los periodos más execrables de la historia de Occidente y de toda la humanidad.









[1] Pag. 39