miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL RIO


                                              
                                                                               Nuestra vidas son los ríos que van a dar en la mar,
                                                                               que es el morir; allí van los señoríos derechos a se
                                                                               acabar e consumir; allí los ríos caudales, allí los                                                                                    otros medianos e más chicos ,allegados son iguales                                                                                 los que viven por sus manos e los ricos.                                                                                                                                      
                                                                    
                 (Coplas de Don Jorge Manrique por la muerte
                 de su padre. Estrofa III.)



                No se por donde comenzar. Tampoco es tan importante, pues tras el inicio, el relato seguirá su propio curso. Hasta los riachuelos siguen su trayectoria.
               
                 Hace tiempo, por los años 70, ví la película El río y recuerdo que me causó un gran impacto emocional. La película es de 1951. La dirigió Jean Renoir. Ni siquiera sabía que estaba basada en el libro de una autora inglesa, célebre y con éxito en su país, sobre todo por sus libros para niños, Rumer Godden. Otro de sus libros , Narciso negro,  también dio lugar a una buena película con el mismo título, de los directores Powell y Pressburger , creadores de buen cine inglés en los años 40 del siglo pasado, por ejemplo Las zapatillas rojas.

                Rumer Godden nació en 1907 en Sussex, Inglaterra. Vivió en la India pues su padre tenía su trabajo allí. A los 20 años regresa a Inglaterra para prepararse como profesora de baile. En 1930 abre una escuela de danza en Calcuta con la ayuda de una hermana y la mantiene durante dos décadas. Tras una separación matrimonial va a vivir a Cachemira. Ya había publicado Narciso negro. En 1949 se casa por segunda vez y vuelve a Inglaterra para proseguir su carrera literaria. Se interesa por el catolicismo , pero no se convierte oficialmente hasta 1968. Vive en la Lamb House,  casa célebre en Sussex  porque fue el hogar de Henri James y otros escritores. Su esposo fallece en 1973.  Desde 1978 vivió en Dumfriesshire, Escocia. Fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico.  Muere en 1998 a los 90 años.

                Su obra es muy extensa : novelas, relatos para niños, poesía, ensayos.. Hay algunas obras más traducidas, no muchas . Hay que buscarlas en librerías de segunda mano.

                El río es un relato iniciático, de maduración psicológica. Al estar ambientado en la India para nosotros tiene el añadido del exotismo, de la vegetación exuberante, el inmenso río lleno de vida, la sabiduría propia de algún personaje autóctono ( Nana). Se hace evidente la paradoja de Heráclito de que el cambio es lo permanente, la vida siempre se renueva, nada es , todo pasa. Nosotros también formamos parte de esos ciclos vitales de la naturaleza. Este panteísmo llevó a más de uno a las hogueras inquisitoriales…Hoy nadie puede negar que todos nosotros formamos parte de la Vida con mayúscula, bueno, quizás alguno no…No conozco la composición de los extraterrestres…Y a juzgar por el comportamiento de algunos, haberlos los hay. En ese escenario prodigioso Harriet, la narradora, aprendiz de escritora , vivirá los ritos del paso de la niñez a la adolescencia adquiriendo el pensamiento adulto de forma progresiva. La autora nos lo transmite con pinceladas magníficas de los sentimientos de Harriet, de sus escritos, de los comentarios de John que también busca su árbol.

                Un inciso. Tengo la impresión de que estamos cada vez más lejos de la naturaleza. Recuerdo una película, Pequeño gran hombre en la que el indio anciano, cada vez que Dustin Hoffman aparece por la tribu le dice : “Mi corazón se eleva como el gavilán”. Me parece una frase maravillosa. Nuestros hijos dirían “se eleva como un helicóptero” o “como un dron”. Es espantoso…Creo que la cercanía a la naturaleza y su entendimiento, nos hace más humildes y más sabios.
                El río ,por lo tanto, es una novela de aprendizaje, crecimiento, maduración, del paso a la adolescencia y juventud. Los alemanes a esto lo llamaron Bildungsroman, término, la wiki dixit, acuñado por Morgenstern en 1819. Goethe es el autor de Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister. Me es imposible ser exhaustivo pero haré una pequeña enumeración de novelas de este tipo. Por seguir con alemanes Bajo las ruedas de Hermann Hesse, tristísimo. Ingleses lo tenemos más fácil. Dickens nos legó David Copperfield , Oliver Twist, Grandes esperanzas. Jane Austen todo un muestrario : Orgullo y prejuicio, Sentido y sensibilidad. La magnífica George Elliot escribió Middlemarch y de Charlotte Bronte es Jane Eyre. De Rudyard Kipling, por citar alguna, Kim, El libro de la selva.  Joyce escribió Retrato del artista adolescente.Y un libro muy especial de Edmund Gosse Padre e hijo, relata la emancipación del autor de un padre de estricta moral puritana.  Si nos vamos a EEUU Mark Twain nos regaló las maravillosas Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Y sobre todo Salinger El guardián entre el centeno, libro único, leído con devoción por nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos…Tiene la cadencia de un largo poema y se puede leer seguido, aguantando la respiración. El racionalismo francés tiende a la didáctica y acaba siendo poco atractivo, al menos para mí . Es poco digerible Fenelón, con Las aventuras de Telémaco. Más soportables ,  son los Cuentos de Voltaire, sobre todo Cándido.

                Y así seguiríamos con un río de títulos…¿Y en España?. Contamos con un best-seller pionero : El Lazarillo de Tormes, auténtica novela de aprendizaje. En la tertulia leímos El camino de Delibes. Me hicieron leer Jeromín del Padre Coloma, sobre la educación del pequeño Juan de Austria. En el bachiller , hace infinito menos uno años, La vida sale al encuentro del Padre Martín Descalzo y, esta sí, de buena calidad literaria, La vida nueva de Pedrito de Andía de Rafael Sánchez Mazas, como sabéis, padre de Rafael Sánchez Ferlosio y protagonista de Soldados de Salamina. No sigo, las enumeraciones son muy pesadas.

                ¿Por qué nos resultan atractivas estas novelas del paso de una etapa de la vida, niñez, a otra, adolescencia?. Ya sabéis que se dice que nuestro Edén, nuestro Paraíso,  nuestra Patria,  y lo escribo con mayúscula, es la infancia. Bea, llora porque la pierde .  Nuestro diálogo, consciente e inconsciente, con lo que leemos evoca nuestros propios recuerdos, más o menos deformados, y con ello los  sentimientos de la época que para nuestro propio ego son irresistibles. Fijaos que es lo que más permanece. Con el paso de los años a los abuelos, mi caso, nos encanta contar las batallitas que nos retrotraen a los primeros tiempos. Es así. Este tipo de libros nos facilita ese mecanismo. Bienvenidos sean.

                Ahora no se como terminar. Pues no termino. Depositaré estas cuatro letras en la web, el río las llevará a la nube y viajarán por el Universo…(estás como una cabra).

César

1 comentario:

  1. Acabo de entrar en Hermes y me encuentro esas reflexiones sobre El Rio que, con opiniones diversas, comentamos tan a gusto como siempre en nuestra última tertulia. Te agradezco muy de veras esa tenacidad y perseverancia tuyas de continuar manteniendo este blog que en lugar de Hermes debería llamarse Cesar. Me ha gustado el paralelismo del río con nuestra propia existencia. Y es cierto, lo único permanente es el cambio. De nuestra infancia llena de energía como los saltos de agua, impetuosos e imparables, llegamos al final, a nuestra particular desembocadura, lentos, apacibles, esperando ser absorbidos y diluidos en la inmensidad del no ser. Sí, a mi me gustó mucho este relato de tránsito de la infancia a la adolescencia. Personalmente tengo recuerdos, como flashes, de momentos de mi infancia, tanto de los buenos como de los angustiosos que también los viví y como de alguna forma revelaban como iba a ser mi carácter y mi posterior relación con el mundo. En conjunto la sensación que tengo de esta etapa es, sinceramente, y con todos mis miedos, muy buena. Creo que tuve una infancia muy feliz. No así mi adolescencia, uffffff, pero eso lo comentaré en otra tertulia.

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