Blog de la Tertulia Literaria HERMES, que se reune en el restaurante EL REBOST DE LA PLANA de la plaça Trilla 3 de Barcelona
lunes, 21 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
LAS VIDAS DE DUBIN
LAS VIDAS DE DUBIN
Es una osadía escribir algo acerca de este libro después de haber leído el prólogo de Rodrigo Fresán. Lo intentaremos...
El protagonista es un biógrafo que busca el sentido de su vida en las vidas de otros . Durante la acción de la novela , años 1973 a 76, años de Nixon , de la guerra del Vietnam, está enfrascado en la biografía de D.H.Lawrence, pero también hay abundantes citas de sus personajes admirados : Samuel Johnson, Mark Twain,Thoreau, Emerson, Montaigne, Hardy, Yeats...
En el primer capítulo se describe la vida cotidiana de W.Dubín y su esposa, Kitty y comenzamos a enterarnos de sus biografías, que van completándose a lo largo de todos los capítulos. También aparece Fanny que se despide del capítulo de forma estelar.
En el segundo capítulo, magnífico, nos vamos a Venecia. Cuenta las peripecias en esa ciudad y también, de forma más pormenorizada las vidas de su padre, el camarero, y de su madre loca tras la muerte de su segundo hijo.
En el tercero vamos a Estocolmo en busca del hijastro, Gerald. Profundiza en la descripción de la relación inicial entre Kitty y William, con el sobrevuelo siniestro permanente de Nathanael . Su descubrimiento de la vocación de biógrafo. Explica la vida de Schubert, cuya música, la más triste que conozco, nos acompaña varias veces en la novela. En diálogos excelentes nos vamos empapando del carácter de los protagonistas y sus hijos.
En el siguiente asistimos al paso del invierno. El paisaje se integra en el estado de ánimo de William, en su bloqueo mental. Termina perdiéndose en una terrible tormenta , hasta que Kitty le rescata.
En otro más Maud, la hija, regresa a casa. Flora, la vecina, mujer de su amigo el flautista , le provoca un desliz. Traslada el despacho al cobertizo y Kitty y William se cuentan sus infidelidades. Al llegar el verano regresa Fanny y nos cuenta la vida de esta.
El sexto es la época gloriosa de New-York, porque contra lo que pensaba Ponce de León, la verdadera fuente de la juventud es la presencia de la juventud...
Pero, ¡ay!, ya no estamos en la dichosa edad, siglos dorados, en que las mujeres de nuestros próceres iban al Liceo a discutir cual de las “amigas” de sus maridos era la mejor...La doble vida es un sinfín de complicaciones, mentiras , sospechas, que, además, se sobrecarga con las complicaciones de los hijos. Finalmente Fanny se va, tras compartir el cobertizo con el gato.
En el octavo va a visitar a Maud, creo que con la esperanza de encontrar a Fanny. Maud va a dedicarse al zen. William regresa y Kitty le provoca discusiones constantes. En un nuevo invierno su hundimiento es total, limitándose a apuntar algunas frases, sin poder recordar nada. En un trance extremo, a punto de ser víctima de un campesino enfurecido, Fanny le rescata.
El último, el de los desenlaces, tiene un comienzo maravilloso : la visita del flautista, Oscar Greenfeld, a la clínica donde se recupera de una neumonía, con una preciosa discusión acerca de la vida, su sentido o sinsentido, la muerte... Naturalmente, hay una canción de Schubert. Van apareciendo Maud, embarazada, Kitty, liada con el psicoanalista, Gerry, perdido en Rusia, Fanny, granjera, que le autoriza a llevar una doble vida, un tanto inverosímil, y que pone tan contento a William...
Lamento una descripción tan sucinta de una novela enciclopédica en relaciones afectivas, familiares, citas eruditas, cultura y hechos coetáneos. Cada capítulo daría lugar a hablar horas.
La hija verdadera, Janna Malamud, psicoterapeuta, ha publicado un libro de memorias, My fhather is a book, donde explica la sorpresa que causó a la familia e íntimos el que su padre contara “todo” en Las vidas de Dubín, sin que se pueda distinguir claramente realidad y fantasía.
¿Es una novela sobredimensionada?. Posiblemente. Con un invierno hubiéramos tenido bastante para entender la aniquilación psíquica y casi física de Dubín , a pesar de todos sus ejercicios para sobreponerse. Pero no nos quejemos . Todas las páginas son admirables.
Tengo esta novela en una doble edición, una de 1981, de Plaza Janés y la actual de Sajalín ediciones. Hay alguna diferencia fundamental que os resumo citando el último párrafo. La de Plaza Janés, traducción de J.Fernández, dice : “Dubín subia corriendo el camino iluminado por la luna, medianamente excitado, para ir al encuentro de su esposa, con amor.” La Sajalín, traducción de Pepa Linares, dice : “ Dubín recorría el camino iluminado por la luna con el falo casi erecto en la mano para su esposa, con amor”. Esta discrepancia se repite en otras escenas de la novela . La traducción actual cita de forma naturalista descripciones anatómicas que la primera traducción obviaba. Mi opinión personal es que las descripciones naturalistas son imprescindible en libros de Anatomía o Fisiología, pero la gran literatura es otra cosa y , si es posible, es mejor sugerir que describir. Mi admirado G.T.di Lampedusa , autor de la sin par El Gatopardo, en un librito acerca de Stendhal, hablando de la concisión del estilo cita como Fabrizio, en La cartuja de Parma, tras entrar en la habitación de Clelia dice todo simplemente así : “ninguna resistencia le fue opuesta”. Un poco más adelante, esto de Rojo y negro, un punto y coma va a ser suficiente : “ La virtud de Julien fue igual a su felicidad ; tengo que bajar por la escalera dijo a Matilde , cuando vio aparecer el alba “. ¿Hace falta más?. Pero veamos como lo escribe Malamud : “ Dubin ran up the moonlit road, holding his half–stiffened phallus in his hand, for his wife with love”. Es evidente que la traducción de Sajalín es más correcta.
Saliendo de la literatura pues no he leido la novela, Damnage, de la irlandesa Josephine Hart en la que se basa, os recuerdo la película Herida, de Louis Malle. En ella un impecable lord inglés, de exquisitos modales y perfecto autocontrol, con envidiables familia y situación, protagonizado por Jeremy Irons, cae fulminado en los brazos de la amiga de su hijo...Quien no caería si la protagonista es Juliette Binoche...Las situaciones de la doble vida se complican y termina en una horrible tragedia familiar. Algún tiempo después, Irons, desterrado en un país del Sur, que es donde van a parar los lores ingleses desacreditados, con la foto de ella en un mural que mira absorto intentando comprender, dice : “tres años después la vi en un aeropuerto y no sentí nada...” . Mi interpretación es que de una situación de este tipo no está libre nadie, ni siquiera un lord inglés, es un Fatum , un ataque del Destino. W.Dubín no puede escapar de su obsesión por Fanny. Su ausencia le aproxima a la muerte y su realización destruye y hace daño a toda su vida anterior. Me parece que el final de la novela es lo más inverosímil, más un deseo que una realidad. Irons es más real.
17-noviembre-2011. Presentado por César Garzón
Es una osadía escribir algo acerca de este libro después de haber leído el prólogo de Rodrigo Fresán. Lo intentaremos...
El protagonista es un biógrafo que busca el sentido de su vida en las vidas de otros . Durante la acción de la novela , años 1973 a 76, años de Nixon , de la guerra del Vietnam, está enfrascado en la biografía de D.H.Lawrence, pero también hay abundantes citas de sus personajes admirados : Samuel Johnson, Mark Twain,Thoreau, Emerson, Montaigne, Hardy, Yeats...
En el primer capítulo se describe la vida cotidiana de W.Dubín y su esposa, Kitty y comenzamos a enterarnos de sus biografías, que van completándose a lo largo de todos los capítulos. También aparece Fanny que se despide del capítulo de forma estelar.
En el segundo capítulo, magnífico, nos vamos a Venecia. Cuenta las peripecias en esa ciudad y también, de forma más pormenorizada las vidas de su padre, el camarero, y de su madre loca tras la muerte de su segundo hijo.
En el tercero vamos a Estocolmo en busca del hijastro, Gerald. Profundiza en la descripción de la relación inicial entre Kitty y William, con el sobrevuelo siniestro permanente de Nathanael . Su descubrimiento de la vocación de biógrafo. Explica la vida de Schubert, cuya música, la más triste que conozco, nos acompaña varias veces en la novela. En diálogos excelentes nos vamos empapando del carácter de los protagonistas y sus hijos.
En el siguiente asistimos al paso del invierno. El paisaje se integra en el estado de ánimo de William, en su bloqueo mental. Termina perdiéndose en una terrible tormenta , hasta que Kitty le rescata.
En otro más Maud, la hija, regresa a casa. Flora, la vecina, mujer de su amigo el flautista , le provoca un desliz. Traslada el despacho al cobertizo y Kitty y William se cuentan sus infidelidades. Al llegar el verano regresa Fanny y nos cuenta la vida de esta.
El sexto es la época gloriosa de New-York, porque contra lo que pensaba Ponce de León, la verdadera fuente de la juventud es la presencia de la juventud...
Pero, ¡ay!, ya no estamos en la dichosa edad, siglos dorados, en que las mujeres de nuestros próceres iban al Liceo a discutir cual de las “amigas” de sus maridos era la mejor...La doble vida es un sinfín de complicaciones, mentiras , sospechas, que, además, se sobrecarga con las complicaciones de los hijos. Finalmente Fanny se va, tras compartir el cobertizo con el gato.
En el octavo va a visitar a Maud, creo que con la esperanza de encontrar a Fanny. Maud va a dedicarse al zen. William regresa y Kitty le provoca discusiones constantes. En un nuevo invierno su hundimiento es total, limitándose a apuntar algunas frases, sin poder recordar nada. En un trance extremo, a punto de ser víctima de un campesino enfurecido, Fanny le rescata.
El último, el de los desenlaces, tiene un comienzo maravilloso : la visita del flautista, Oscar Greenfeld, a la clínica donde se recupera de una neumonía, con una preciosa discusión acerca de la vida, su sentido o sinsentido, la muerte... Naturalmente, hay una canción de Schubert. Van apareciendo Maud, embarazada, Kitty, liada con el psicoanalista, Gerry, perdido en Rusia, Fanny, granjera, que le autoriza a llevar una doble vida, un tanto inverosímil, y que pone tan contento a William...
Lamento una descripción tan sucinta de una novela enciclopédica en relaciones afectivas, familiares, citas eruditas, cultura y hechos coetáneos. Cada capítulo daría lugar a hablar horas.
La hija verdadera, Janna Malamud, psicoterapeuta, ha publicado un libro de memorias, My fhather is a book, donde explica la sorpresa que causó a la familia e íntimos el que su padre contara “todo” en Las vidas de Dubín, sin que se pueda distinguir claramente realidad y fantasía.
¿Es una novela sobredimensionada?. Posiblemente. Con un invierno hubiéramos tenido bastante para entender la aniquilación psíquica y casi física de Dubín , a pesar de todos sus ejercicios para sobreponerse. Pero no nos quejemos . Todas las páginas son admirables.
Tengo esta novela en una doble edición, una de 1981, de Plaza Janés y la actual de Sajalín ediciones. Hay alguna diferencia fundamental que os resumo citando el último párrafo. La de Plaza Janés, traducción de J.Fernández, dice : “Dubín subia corriendo el camino iluminado por la luna, medianamente excitado, para ir al encuentro de su esposa, con amor.” La Sajalín, traducción de Pepa Linares, dice : “ Dubín recorría el camino iluminado por la luna con el falo casi erecto en la mano para su esposa, con amor”. Esta discrepancia se repite en otras escenas de la novela . La traducción actual cita de forma naturalista descripciones anatómicas que la primera traducción obviaba. Mi opinión personal es que las descripciones naturalistas son imprescindible en libros de Anatomía o Fisiología, pero la gran literatura es otra cosa y , si es posible, es mejor sugerir que describir. Mi admirado G.T.di Lampedusa , autor de la sin par El Gatopardo, en un librito acerca de Stendhal, hablando de la concisión del estilo cita como Fabrizio, en La cartuja de Parma, tras entrar en la habitación de Clelia dice todo simplemente así : “ninguna resistencia le fue opuesta”. Un poco más adelante, esto de Rojo y negro, un punto y coma va a ser suficiente : “ La virtud de Julien fue igual a su felicidad ; tengo que bajar por la escalera dijo a Matilde , cuando vio aparecer el alba “. ¿Hace falta más?. Pero veamos como lo escribe Malamud : “ Dubin ran up the moonlit road, holding his half–stiffened phallus in his hand, for his wife with love”. Es evidente que la traducción de Sajalín es más correcta.
Saliendo de la literatura pues no he leido la novela, Damnage, de la irlandesa Josephine Hart en la que se basa, os recuerdo la película Herida, de Louis Malle. En ella un impecable lord inglés, de exquisitos modales y perfecto autocontrol, con envidiables familia y situación, protagonizado por Jeremy Irons, cae fulminado en los brazos de la amiga de su hijo...Quien no caería si la protagonista es Juliette Binoche...Las situaciones de la doble vida se complican y termina en una horrible tragedia familiar. Algún tiempo después, Irons, desterrado en un país del Sur, que es donde van a parar los lores ingleses desacreditados, con la foto de ella en un mural que mira absorto intentando comprender, dice : “tres años después la vi en un aeropuerto y no sentí nada...” . Mi interpretación es que de una situación de este tipo no está libre nadie, ni siquiera un lord inglés, es un Fatum , un ataque del Destino. W.Dubín no puede escapar de su obsesión por Fanny. Su ausencia le aproxima a la muerte y su realización destruye y hace daño a toda su vida anterior. Me parece que el final de la novela es lo más inverosímil, más un deseo que una realidad. Irons es más real.
17-noviembre-2011. Presentado por César Garzón
BERNARD MALAMUD
BERNARD MALAMUD
Nace en Nueva-York en 1914 y fallece en 1986. Hijo de padres judíos, emigrados rusos. El padre tiene una tienda de ultramarinos en Brooklyn. La madre muere enferma mental en una institución psiquiátrica en 1929. Un hermano menor, diagnosticado de esquizofrenia, también pasa su vida en una institución psiquiátrica. (¿Os suena una hª parecida en Las vidas de Dubin?). Se casa en 1945 con Ann de Chiara. Tiene dos hijos, Paul en 1947 y Janna en 1952.
A partir de 1942 comienza a publicar relatos breves. De 1949 a 1961 es profesor de composición inglesa en Corvallis, Oregón. A aquella época pertenecen tres de sus siete novelas.
El mejor,1952, (The Natural), llevada al cine en 1984 por Barry Levinson, con Robert Redford, Glenn Close, Kim Basinger y Robert Duval.
El dependiente,1957, con clara inspiración en la profesión paterna.
Una buena vida,1961, también basada en su experiencia como profesor en Oregón. Muy entretenida y recomendable.
En 1961 se instala en Vermont, siendo profesor en el Bennington College.
El hombre de KIEV, 1966 (The fixer), también traducida como El reparador, fue Pulitzer y National Book Award en 1967.Fue adaptada al cine por Dalton Trumbo. La película de 1968 es de John Frankenheimer y aquí se tituló El hombre de Kiev. La protagoniza de forma espléndida Dick Bogarde.
Los inquilinos es de 1971, la publicó Destino en 1975, pero no la conozco.
Las vidas de Dubin es de 1979.
La gracia de Dios, es de 1982. La publicó Plaza Janés en 1984 y tampoco la conozco.
A estas siete novelas hay que añadir numerosos cuentos que agrupó en diversos tomos. Ahora Ed. El Alep ha publicado todos sus Cuentos reunidos. Muy recomendables.
Fallece en 1986. Había tenido un derrame cerebral en 1982. Según Philip Roth “la búsqueda infatigable de esa aspiración que compartía con tantos de sus personajes, la de superar los férreos límites del yo y sus circunstancias para vivir una vida mejor, había acabado por pasarle cuentas “. Ya sabéis que P.Roth le considera su maestro y le recrea en sus novelas de Nathan Zuckerman como el mentor E.I.Lonoff.
Como me parece ya un tópico, al resto de maravillosos autores judíos norteamericanos, los citáis vosotros...
viernes, 7 de octubre de 2011
PRESENTACIÓN DE LA NOVELA LA LLAMADA
César Garzón presentó el día 21-09-2011 la novela La llamada de la escritora Olga Guirao
Para entender mejor La llamada vale la pena repasar la obra de Olga.
Su primera novela , de 1992, Mi querido Sebastián, fue finalista del premio Herralde. Entre las páginas de mi ejemplar, dedicado a mi mujer, hay una hojita de fe de erratas donde aclara que Olga nació en 1956 y no en 1950 como dice la contraportada. La novela está escrita en forma de monólogo dirigido del protagonista, Guillermo, a Sebastián. Cuenta una historia “almodovariana”, de amor homosexual frustrado en el colegio. El horrible matrimonio que contrae el protagonista del que, sin embargo, nace una hija. Su deriva por la vida sin que llegue nunca a realizarse su peculiar e idealizada relación con Sebastián para terminar estableciendo una intensa relación con su propia hija. Entre medias y de forma extraordinaria cuenta las conspiraciones estudiantiles de la época, describe la comisaría de Vía Layetana o el ambiente de los juzgados, para mí, aunque colateral, es de lo mejor de la novela. También me llama la atención la economía de medios. Por ejemplo, siendo el protagonista músico, me parece que no se cita ni una vez las piezas que interpreta.
Su segunda novela , de 1996, también en Anagrama, Adversarios admirables, contrapone dos monólogos los de Teresa y Simón. En mi ejemplar había como señal una quiniela sin rellenar...Quien sabe si el haber hecho esta quiniela hubiera cambiado mi destino. Los protagonistas Teresa y Simón, se encuentran por puro azar en el Ateneo e inmediatamente saltan chispas que se convierten en incendio. Otra vez el azar : estar en el lugar adecuado en el momento oportuno y, añado, además saber reconocerlo...Pero ¡ay!, tres años de fuego y llamas y treinta de cenizas... Teresa va creciendo y madurando a lo largo de la novela. Simón, profesor entusiasta de latín, por contra, se va degradando y disminuyendo. La descripción de la evolución del trabajo de un profesor de clásicas de instituto , también colateral a la hª principal, es extraordinaria. Al final Teresa, que es la fuerte, protege con ternura y compasión a Simón. Es una novela redonda, sin cabos sueltos, también escrita con concisión, con el alarde de algunas citas literarias, siempre oportunas. Es la hª de un amor clásico.
La tercera novela de 2002 se titula Carta con diez años de retraso y está publicada por Espasa. Aquí he de decir que mi ejemplar va teniendo las hojas amarillentas, de lo que deduzco que Anagrama utiliza mejor papel o mejor técnica impresora...La novela está construida mediante un intercambio de e-mails entre dos escritores, Max y Levita. Viene a ser una enumeración de diferentes tipos de amor pero resaltando una relación vital en ambos, Max y Amparo, Levita y Antonio que les deja malheridos de por vida. El inicio de la relación de Max y Amparo lo encuentro genial mucho más creible que el de Levita y Antonio que me parece paterno-filial... Pero el libro, sobre todo, es más un ensayo acerca de la desaparición de la estructura familiar tradicional sin que nada haya sustituido ese ordenamiento clásico. Está el cuento de los dioses paganos y los monos. El papel de la ambición.También las citas de Pessoa. Las reflexiones sobre la poligamia de los hombres o acerca de que humanización es la domesticación del instinto. Se cierra una época y se abre otra distinta. Diferentes formas de relación son válidas puesto que hay muchas formas de querer. Siendo fácil, es un libro que requiere una lectura más atenta que los anteriores para poder disfrutar de sus reflexiones y citas aunque, como novela sea menos acabada que las otras, a mi modo de entender.
Si repasamos, tendremos orden almodovariano en la primera, orden clásico en la segunda, reflexión sobre ambos en la tercera, con aceptación de la realidad de un orden nuevo puesto que es lo que hay.
Con La llamada, Olga hace una propuesta distinta : Se pregunta acerca de la NECESIDAD de la existencia de Dios, no propiamente de la EXISTENCIA. Todos los protagonistas en algún momento de la novela se lo van a preguntar y van a dar respuestas diferentes. Para ello escribe un libro de ciencia ficción que se edita en Minotauro, claro, en 2011.También está escrito en forma de monólogo, con algunos pequeños diálogos.
El narrador, un extraterrestre del que no llegamos a saber el nombre, está enamorado o fascinado por la música compuesta por una mortal, La sinfonía de los valles , que ha conseguido propagarse por todo el universo . Estos extraterrestres tienen la capacidad de leer el pensamiento y el narrador viene al rescate de Gracia, la compositora y profesora de música, que atraviesa un mal momento por la muerte de su amado. Poco después otro personaje, en principio un malévolo agente americano, Walker Jones, se introduce de forma apasionada en la hª ya que trata de reencontrar al ser que le salvo la vida en su niñez. Fue el Maestro, el creador por error de la humanidad doliente y que, se ha marginado de los suyos para compartir las penas de esta humanidad, viviendo en una tribu amazónica primitiva a la que su contacto mejora de forma espectacular , pues viven siempre con el amor a la verdad. Para ellos, el Maestro es el enviado de su Dios, Wanadí. La misión de este no es explicar el mundo, sino dar sentido y esperanza a los hombres.
En una conversación en casa de Gracia el narrador le dice que Dios no le parece una hipótesis plausible y Gracia se desmorona pues su único alivio era la fe y entonces pierde el sentido de su vida. El narrador se lamenta : “ Entre la realidad y la inocencia elegí la realidad y me equivoqué, ¿y si hubiera un Dios observándonos y compadeciéndonos?”.Van en busca del Maestro , le encuentran . Walker Jones logra la paz interior y lamenta no haber tenido a Dios en algunos momentos de su vida. El Maestro ayuda a rescatar a Gracia proponiéndole una tarea.
En todo el relato sobrevuela la amenaza de Omnia, cometa que va a extinguir en plazo breve el Laboratorio o Tierra y todo el sistema solar. Al final los protagonistas, incluida la tribu yekuana consiguen introducirse en la Base, donde a pesar de la terrible contaminación que les supone el contacto con los humanos, han permanecido los compasivos extraterrestres. La propia onda expansiva de Omnia les lanzará fuera de su alcance. Y parece que lo consiguen, pues se ha conservado el relato de uno de los protagonistas..., con la ayuda de Wanadí.
En la novela hay dos citas oportunas. Una de Hamlet “ esa región ignorada cuyos confines jamás vuelve a traspasar viajero alguno...”, y , sobre todo, de las últimas estrofas de El cuervo, de Poe, para describir el estado de ánimo de Gracia.
El estilo, vuelve a ser conciso, nada retórico. Hay que pasar páginas para encontrar alguna frase que alivie la tensión, aunque sea un pequeño despilfarro, como “rayaba el alba”, o, unas lineas más tarde, “sonaba el luminoso canto del turpial al amanecer, limpio y exacto como un salmo”. A algunos nos hubiera gustado algún exceso más de este tipo. Aunque no soy un gran lector de ciencia ficción recuerdo que me fascinaron los paisajes de La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula Le Guin, o las naves y vientos solares de Arthur Clark. Uno levanta la cabeza y ve parte del cosmos, más en mi pueblo que aquí, y esa visión transmite un montón de sensaciones. Estaría bien que alguna de estas sensaciones, ¿inefables?, las transmitiera un libro de ciencia ficción con personajes que vienen de alguna parte del cosmos...
En cuanto a la propuesta del libro, la necesidad de Dios, acudo sin reparos a unos párrafos de un artículo de Vargas Llosa en El País del 28-Agosto pasado. Transcribo :
Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa es otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los pensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.
La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías marginales al gran público. La mayoría de los seres humanos sólo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Hasta aquí Vargas Llosa.
Creo que Olga, en La llamada, ha sido una fiel intérprete de estos postulados y sólo me queda felicitarla por ello.
21-Septiembre-2011
Para entender mejor La llamada vale la pena repasar la obra de Olga.
Su primera novela , de 1992, Mi querido Sebastián, fue finalista del premio Herralde. Entre las páginas de mi ejemplar, dedicado a mi mujer, hay una hojita de fe de erratas donde aclara que Olga nació en 1956 y no en 1950 como dice la contraportada. La novela está escrita en forma de monólogo dirigido del protagonista, Guillermo, a Sebastián. Cuenta una historia “almodovariana”, de amor homosexual frustrado en el colegio. El horrible matrimonio que contrae el protagonista del que, sin embargo, nace una hija. Su deriva por la vida sin que llegue nunca a realizarse su peculiar e idealizada relación con Sebastián para terminar estableciendo una intensa relación con su propia hija. Entre medias y de forma extraordinaria cuenta las conspiraciones estudiantiles de la época, describe la comisaría de Vía Layetana o el ambiente de los juzgados, para mí, aunque colateral, es de lo mejor de la novela. También me llama la atención la economía de medios. Por ejemplo, siendo el protagonista músico, me parece que no se cita ni una vez las piezas que interpreta.
Su segunda novela , de 1996, también en Anagrama, Adversarios admirables, contrapone dos monólogos los de Teresa y Simón. En mi ejemplar había como señal una quiniela sin rellenar...Quien sabe si el haber hecho esta quiniela hubiera cambiado mi destino. Los protagonistas Teresa y Simón, se encuentran por puro azar en el Ateneo e inmediatamente saltan chispas que se convierten en incendio. Otra vez el azar : estar en el lugar adecuado en el momento oportuno y, añado, además saber reconocerlo...Pero ¡ay!, tres años de fuego y llamas y treinta de cenizas... Teresa va creciendo y madurando a lo largo de la novela. Simón, profesor entusiasta de latín, por contra, se va degradando y disminuyendo. La descripción de la evolución del trabajo de un profesor de clásicas de instituto , también colateral a la hª principal, es extraordinaria. Al final Teresa, que es la fuerte, protege con ternura y compasión a Simón. Es una novela redonda, sin cabos sueltos, también escrita con concisión, con el alarde de algunas citas literarias, siempre oportunas. Es la hª de un amor clásico.
La tercera novela de 2002 se titula Carta con diez años de retraso y está publicada por Espasa. Aquí he de decir que mi ejemplar va teniendo las hojas amarillentas, de lo que deduzco que Anagrama utiliza mejor papel o mejor técnica impresora...La novela está construida mediante un intercambio de e-mails entre dos escritores, Max y Levita. Viene a ser una enumeración de diferentes tipos de amor pero resaltando una relación vital en ambos, Max y Amparo, Levita y Antonio que les deja malheridos de por vida. El inicio de la relación de Max y Amparo lo encuentro genial mucho más creible que el de Levita y Antonio que me parece paterno-filial... Pero el libro, sobre todo, es más un ensayo acerca de la desaparición de la estructura familiar tradicional sin que nada haya sustituido ese ordenamiento clásico. Está el cuento de los dioses paganos y los monos. El papel de la ambición.También las citas de Pessoa. Las reflexiones sobre la poligamia de los hombres o acerca de que humanización es la domesticación del instinto. Se cierra una época y se abre otra distinta. Diferentes formas de relación son válidas puesto que hay muchas formas de querer. Siendo fácil, es un libro que requiere una lectura más atenta que los anteriores para poder disfrutar de sus reflexiones y citas aunque, como novela sea menos acabada que las otras, a mi modo de entender.
Si repasamos, tendremos orden almodovariano en la primera, orden clásico en la segunda, reflexión sobre ambos en la tercera, con aceptación de la realidad de un orden nuevo puesto que es lo que hay.
Con La llamada, Olga hace una propuesta distinta : Se pregunta acerca de la NECESIDAD de la existencia de Dios, no propiamente de la EXISTENCIA. Todos los protagonistas en algún momento de la novela se lo van a preguntar y van a dar respuestas diferentes. Para ello escribe un libro de ciencia ficción que se edita en Minotauro, claro, en 2011.También está escrito en forma de monólogo, con algunos pequeños diálogos.
El narrador, un extraterrestre del que no llegamos a saber el nombre, está enamorado o fascinado por la música compuesta por una mortal, La sinfonía de los valles , que ha conseguido propagarse por todo el universo . Estos extraterrestres tienen la capacidad de leer el pensamiento y el narrador viene al rescate de Gracia, la compositora y profesora de música, que atraviesa un mal momento por la muerte de su amado. Poco después otro personaje, en principio un malévolo agente americano, Walker Jones, se introduce de forma apasionada en la hª ya que trata de reencontrar al ser que le salvo la vida en su niñez. Fue el Maestro, el creador por error de la humanidad doliente y que, se ha marginado de los suyos para compartir las penas de esta humanidad, viviendo en una tribu amazónica primitiva a la que su contacto mejora de forma espectacular , pues viven siempre con el amor a la verdad. Para ellos, el Maestro es el enviado de su Dios, Wanadí. La misión de este no es explicar el mundo, sino dar sentido y esperanza a los hombres.
En una conversación en casa de Gracia el narrador le dice que Dios no le parece una hipótesis plausible y Gracia se desmorona pues su único alivio era la fe y entonces pierde el sentido de su vida. El narrador se lamenta : “ Entre la realidad y la inocencia elegí la realidad y me equivoqué, ¿y si hubiera un Dios observándonos y compadeciéndonos?”.Van en busca del Maestro , le encuentran . Walker Jones logra la paz interior y lamenta no haber tenido a Dios en algunos momentos de su vida. El Maestro ayuda a rescatar a Gracia proponiéndole una tarea.
En todo el relato sobrevuela la amenaza de Omnia, cometa que va a extinguir en plazo breve el Laboratorio o Tierra y todo el sistema solar. Al final los protagonistas, incluida la tribu yekuana consiguen introducirse en la Base, donde a pesar de la terrible contaminación que les supone el contacto con los humanos, han permanecido los compasivos extraterrestres. La propia onda expansiva de Omnia les lanzará fuera de su alcance. Y parece que lo consiguen, pues se ha conservado el relato de uno de los protagonistas..., con la ayuda de Wanadí.
En la novela hay dos citas oportunas. Una de Hamlet “ esa región ignorada cuyos confines jamás vuelve a traspasar viajero alguno...”, y , sobre todo, de las últimas estrofas de El cuervo, de Poe, para describir el estado de ánimo de Gracia.
El estilo, vuelve a ser conciso, nada retórico. Hay que pasar páginas para encontrar alguna frase que alivie la tensión, aunque sea un pequeño despilfarro, como “rayaba el alba”, o, unas lineas más tarde, “sonaba el luminoso canto del turpial al amanecer, limpio y exacto como un salmo”. A algunos nos hubiera gustado algún exceso más de este tipo. Aunque no soy un gran lector de ciencia ficción recuerdo que me fascinaron los paisajes de La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula Le Guin, o las naves y vientos solares de Arthur Clark. Uno levanta la cabeza y ve parte del cosmos, más en mi pueblo que aquí, y esa visión transmite un montón de sensaciones. Estaría bien que alguna de estas sensaciones, ¿inefables?, las transmitiera un libro de ciencia ficción con personajes que vienen de alguna parte del cosmos...
En cuanto a la propuesta del libro, la necesidad de Dios, acudo sin reparos a unos párrafos de un artículo de Vargas Llosa en El País del 28-Agosto pasado. Transcribo :
Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa es otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los pensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.
La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías marginales al gran público. La mayoría de los seres humanos sólo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Hasta aquí Vargas Llosa.
Creo que Olga, en La llamada, ha sido una fiel intérprete de estos postulados y sólo me queda felicitarla por ello.
21-Septiembre-2011
miércoles, 17 de agosto de 2011
LA LLAMADA Olga Guirao
'La llamada', de Olga Guirao, maravillosa lectura
Reconozco que, a pesar de estar en una familia de lectores infatigables (ya no nos caben tantos libros en casa), lo mío con los libros es un tema. Me gusta leer y siempre tengo un par de libros en la pila de lectura, pero nunca encuentro el momento para leer lo que causa que muchas veces tarde meses en terminar un libro, independientemente de si me está gustando o no. Sin embargo hay veces que hay libros con los que es imposible el no seguir leyendo y te causa una sensación que mezcla el interés sobre lo que pasa en la novela y la serenidad que por otro lado te transmite. Y esto es lo que me ha pasado con ‘La llamada‘.
‘La llamada’ es la nueva novela de la barcelonesa Olga Guirao (‘Mi querido Sebastián’) y supone su primera incursión en la ciencia ficción. Y la verdad es que para ser su primera incursión, no lo ha hecho nada mal. Cosa que, por otro lado, no es de extrañar porque a pesar de que es la primera novela suya que leo se le nota experiencia y talento a la hora de narrar historias. Por lo que me imagino que si se lo propone puede intentar escribir otros géneros y el resultado será bastante positivo.
La historia comienza con Gracia Durán, una compositora cuyo amante acaba de fallecer que recibe una misteriosa llamada a mitad de la noche. Esa llamada le llevará a encontrarse con un ser extraño que le advertirá de la proximidad del Omnia un gran cuerpo astronómico destructor de mundos cuyo próximo objetivo es la Tierra. Pero esto no se trata de la típica historia de “viene un cometa, hay que destruirlo o será el fin del mundo” a la que estamos acostumbrados sino que este fin del mundo es mero trasfondo para contarnos la historia del mundo y la humanidad vista desde la perspectiva de la raza de este extraterrestre.
Quizás el mayor problema de ‘La llamada’ radica en la levedad y sencillez de la trama, que por otro lado es su mayor virtud. Me explico, la sensación que he tenido al terminar de leer la novela es que debía ser un preludio a algo más grande, o por lo menos la primera parte de un todo. Una sensación un tanto peligrosa que puede dejar a más de uno algo decepcionado con cómo se desarrolla el libro. Sin embargo el caso es que no necesita de más para poder ser un libro para disfrutar.
Y esto lo digo a título personal ya que quizás estoy demasiado acostumbrado a las novelas de ciencia ficción con cientos de giros argumentales lo mismo ha coincidido que vengo de leer unas cuantas novelas a las que hay que seguir con un croquis para enterarte de qué está pasando. Y cuando digo acostumbrado es que mis últimas, digamos, cinco lecturas del género han sufrido de lo que os cuento. El caso es que, no sé por qué, la novela me ha recordado a ‘Hyperion’, si despojamos del libro de Dan Simmons de todo ese conjunto de relatos biográficos y nos centramos en la mitología. Y seguramente se me ocurrirá un montón de obras de corte similar.
Por lo demás creo que ‘La llamada’ es un libro sensacional, narrado de un modo muy fluído, lo que ayuda a que el lector devore las páginas empapándose, además, del pequeño estudio “socioantropológico” (por llamarlo de alguna manera) que desarrolla Olga en sus poco más de doscientas páginas. Olga Guirao hace de ‘La llamada’ un todo en sí mismo y es precisamente el hecho de que la autora haya prescindido de toda floritura y giro dramático que pone del revés todo lo aprendido hasta el momento lo que la hace una muy grata lectura. Un libro muy recomendable a la que solo le ha faltado que viniese adjunta la Sinfonía de los Valles para acompañar la lectura.
EScrito por Alberftini en el blog Zona FandoM
martes, 2 de agosto de 2011
ESCRITORES POLACOS. César Garzón
I
ESCRITORES POLACOS
Voy a tratar de algunos escritores polacos, en realidad de algunos escritores polacos o de alguna de sus obras, que me han gustado.
Para comenzar diré que no trataré de los más difundidos y con amplio éxito entre nosotros : Joseph Conrad, Isaac Bashevis Singer, Ryszard Kapuscinski. Cada uno de ellos merecería un tratado por separado.
Tampoco escribiré sobre Stanislaw Lem, de éxito entre nosotros en los 70 y que ahora se reedita de nuevo. Solaris y otras obras suyas, también merecerían otro capítulo. Ni Sienkiewicz ni Mickiewicz estarán desarrollados. El primero es el autor , además de Quo Vadis? , de la gran epopeya polaca, la trilogía : A sangre y fuego, ( Chaves Nogales tituló así su recopilación de relatos sobre la guerra civil, absolutamente recomendable, valga el inciso), La inundación, El señor Wolodjowski. Fue Premio Nóbel en 1905 . Adam Mickiewicz es el autor de Pan Tadeusz, la otra gran epopeya polaca.
Finalmente otros importantes no están en mi listado : Boleslaw Prus, autor de Faraón , ¿os acordais de la película?. Bruno Schulz y Las tiendas de color canela, Jan Potocki y El manuscrito encontrado en Zaragoza, la Nóbel del 96 Szymborska. Vamos que si sigo así no se de quien voy a escribir algo...
La literatura polaca, supongo que como todas las literaturas, es inseparable de su historia. En el caso de Polonia, es una historia bastante dramática. Recordando sólo el siglo XX , alcanza la independencia después de la Primera Guerra Mundial, después es fagocitada , a partes iguales, por rusos y alemanes, alberga guetos y campos de concentración y exterminio, forma parte estrecha del llamado bloque soviético, con toda la censura y represión que supone, etc... Así que comenzaré por estos temas.
SOBRE EL GUETO DE VARSOVIA
El pianista del gueto de Varsovia , de Wladislaw Szpilman, edición de Turpial-Amaranto, es ampliamente conocido. La película de Polanski hizo popular el libro. Autobiográfico, dramático, emotivo, con el reconocimiento del autor-víctima del gueto, a la familia del alemán que le perdonó la vida y a su vez víctima en un gulag.
Emanuel Ringelblum, recopiló la Crónica del gueto de Varsovia, editado por Alba. Estos textos fueron enterrados entre las ruinas del gueto y se encontraron después de la guerra. El autor había sido fusilado en 1944. Describe la vida cotidiana en el gueto con todo su dramatismo.
En la misma editorial, Alba, hay una recopilación de testimonios, Voces del gueto de Varsovia, realizada por Michal Grymberg. Está agrupada por temas : La vida entre muros, la administración, las autoridades de ocupación, la gran acción o deportación a campos de exterminio, el levantamiento, recuerdos diversos.
Otro testimonio excepcional es el del gran crítico de las letras alemanas Marcel-Reich Ranicki en su autobiografía , Mi vida, en Galaxia Gutemberg. Estuvo en el gueto de Varsovia. Allí se casó y ambos pudieron huir y refugiarse en la casita de un tipógrafo polaco desde Junio del 43 hasta Septiembre del 44 cuando la zona es tomada por el ejército soviético. El autor triunfa después en Alemania como gran crítico literario en medios de comunicación y como autor también de libros de crítica acerca de los Mann, Döblin, Musil, Kafka, Brecht, Grass,etc...
Jan Karski visitó el gueto y también pudo introducirse de incógnito en un campo de concentración-exterminio. Describe situaciones horripilantes. Fue correo entre la resistencia polaca y el gobierno polaco en el exilio, primero en París y luego en Londres. Paso por la cárcel y torturas de la Gestapo en uno de sus viajes. Es el primer testigo que informa directamente a Occidente de lo que está sucediendo con los judíos. Con posterioridad a la guerra es profesor durante cuarenta años en la universidad Georgetown en Washington. Allí tiene dedicado un monumento. Es entrevistado por Lanzmann en el documental de referencia Shoah. Su libro, autobiografía de todas sus vivencias como correo entre el interior y exterior de Polonia, se titula Historia de un estado clandestino, en Acantilado.
Para romper la monotonía de una enumeración, voy a transcribir las palabras que pronunció Karski en 1981 con ocasión de la Conferencia Internacional de Liberadores de Campos de Concentración, organizada por Elie Wiesel y el Consejo del Memorial del Holocausto de Estados Unidos.
“ Cuando terminó la guerra, supe que ni los gobiernos, ni los líderes, ni los eruditos, ni los escritores habían estado al tanto de lo ocurrido con los judíos. Estaban sorprendidos. La muerte de seis millones de seres inocentes era un secreto. Aquel día me convertí en judío, como la familia de mi mujer , presente en esta sala. Soy un judío cristiano. Un católico practicante. Y, aunque no soy un hereje, declaro que la humanidad ha cometido un segundo pecado original : por obediencia o por negligencia, por ignorancia autoimpuesta o por insensibilidad, por egoísmo o por hipocresía, o incluso por frío cálculo.
Este pecado atormentará a la humanidad hasta el fin del mundo. Este pecado me atormenta. Y quiero que así sea”.
II
AUSCHWITZ-BIRKENAU
Me limitaré a testimonios polacos. La literatura acerca de los campos es innumerable, con autores y obras de excepción como la trilogía de Primo Levi, las obras de Jean Amery, La noche de Elie Wiesel, varias de Jorge Semprún, me quedo con La escritura o la vida. Una poco conocida : Crónicas de un mundo oscuro de un francés, Paul Steinberg. Otra más reciente, recreación literaria espléndida : Necrópolis de Boris Pahor . Y a no olvidarse del premio Nóbel Imre Kerstész, me quedo con Sin destino.
Polaco era Tadeusz Borowski. En nuestro hogar en Auschwich, una recopilación de relatos , cuenta diversas vicisitudes del campo. Uno de estos relatos, Pasen al gas señoras y señores, es de lo más extraordinario que he leido al respecto. Tan sobrecogedor que la impresión me perdura después de los años. El libro es de Alba. Cumpliendo una tradición entre ex-prisioneros de campos nazis, el autor se suicidó en 1951.
También en Alba, de Seweryna Szmaglewska , Una mujer en Birkenau, cuenta su estancia en el maldito lugar entre 1942 y 1945. Su testimonio sirvió como prueba ante el tribunal de Núremberg.
Autobiografía ¿novelada? Es La gorra o el precio de la vida, de Roman Frister, en Galaxia Gutemberg. , también ocupante de diversos campos de concentración y desde 1957 periodista en Israel. Muy recomendable.
Y GULAGS...
Si lo alemanes fueron terroríficos en su invasión de Polonia, los rusos no se quedaron atrás. Numerosos polacos que con toda confianza pasaron a la zona de influencia rusa, Lvov entonces ciudad polaca y ahora de Ucrania y hacia el Este, se encontraron encerrados y trasladados de una prisión a otra o a los mismísimos gulags. De los diversos testimonios me quedo con tres.
Gustaw Herling. Un mundo aparte, editado por Turpial-Amaranto. Cuenta su estancia en un gulag siberiano. Pertenecía a la resistencia polaca anti nazi. Con posterioridad a la Operación Barbarroja, es decir la invasión nazi de Rusia, estos polacos fueron liberados y tras increibles peripecias llegaron a formar parte del ejército aliado, combatiendo en Italia. Su libro, excelente, fue poco difundido, como los de Victor Serge, Koestler o el mismísimo Orwell, es decir todo aquel que osaba levantar una voz crítica contra las excelencias soviéticas, era relegado por la hegemonía cultural de la izquierda, sobre todo francesa. Con Solzhenitsyn se comienza a resquebrajar el mito de Stalin, el padrecito...El otro gran autor acerca de los gulags es Shalamov y sus Relatos de Kolimá.
Józef Czapski escribió En tierra inhumana , en Acantilado. También narra un periplo semejante, aunque sin gulag. Oficial del ejército polaco le tienen dado vueltas por las santas tierras rusas en busca de sus compañeros del ejército fusilados en Katyn. Qué cosas. También, después de numerosas peripecias, acaba formando parte del ejército aliado en Italia. Fue también un célebre pintor, asentado en París.
También es un libro magnífico Mi siglo, confesiones de un intelectual europeo, de Aleksander Wat, en Acantilado. El libro está concebido como una gran entrevista que Czeslaw Milosz realiza al autor. Este ya era célebre en los años 20, adscrito al futurismo y con coqueteos comunistas. Después de la invasión de Varsovia por los nazis, se traslada a Lvov, en zona rusa. Inicia sus estancias en diversas prisiones donde , a mi juicio, el libro crece de forma extraordinaria, relatando las condiciones de la prisión, los personajes con los que convive en las diversas celdas, los interrogatorios y , por encima de todos esos avatares, su transformación física y , de forma principal, espiritual, con una sinceridad y honradez meticulosas. Esta es una de las características que más me gusta de estos autores.
III
DE ENSAYISTAS Y POETAS
Czeslaw Milosz , premio Nóbel en 1980. Me impactó hace años su libro El pensamiento cautivo, publicado por Marginales de Tusquets en 1981.La edición francesa es de 1953 , propuesta por A.Camus en Gallimard, pero mal distribuida por razones políticas. Milosz siempre habla muy bien de Camus y mal de Sartre-Beauvoir. Ningún intelectual del Este entiende la papanatería pro soviética de los reputados intelectuales occidentales. Es como si les hubieran dado las píldoras de Murti-bing. Si queréis saber cuales son sus efectos, leer el libro. Milosz era de Vilna, ahora Lituania, pero escritor en polaco. ¡Ay, la historia de Polonia!.
Del mismo autor es excelente su Abecedario, original autobiografía a lo largo de numerosas entradas en orden alfabético. Es de editorial Turner. También muy interesante, en Tusquets, Otra Europa, colección de ensayos también autobiográficos.
Por encima de todo es poeta. Hay varias recopilaciones en castellano.
Zbigniew Herbert. Me encantó su libro de viajes Un bárbaro en el jardín, en Acantilado. Un “bárbaro” polaco de los años 50 se pasea por la Italia renacentista de Piero de la Francesca, París y hasta echa un vistazo a los cátaros . Una gozada. En Naturaleza muerta con brida, también de Acantilado, hace un estudio de la pintura flamenca a través de un pintor de obra muy escasa , Torrentius. Pero, sobre todo, escribió poesía. Hay una recopilación suya en Hiperión : Informe de la ciudad sitiada y otros poemas.
Más joven es Adam Zagajewski. En Acantilado hay tres títulos de libros de ensayos : Solidaridad y soledad, Dos ciudades y En defensa del fervor. En este último se encuentran artículos acerca de autores que he citado antes : Czapski, Milosz, Herbert. También tiene publicados varios libros de poemas. En Dos ciudades describe el traslado de su familia, el tenía meses, desde la importante ciudad de Lvlov a Gliwice, en el lado occidental de Polonia. La familia nunca olvidó Lvlov y todo lo de Gliwice le parecía un desastre, muy divertido. Herbert también era de Lvlov .
OTROS AUTORES
De Witold Gombrowicz, he leido un tomo de Diarios, creo que en Alianza. Gozó de mucho prestigio. Ahora no se habla tanto . La obra narrativa Ferdydurke, me parece que debe ser dificililla...El Diario es muy entretenido, con un montón de reflexiones y críticas sugerentes.
El rey de las dos Sicilias, Anagrama, es de Andrzej Kusniewicz. , es un retrato, como los de Joseph Roth, de la decadencia del imperio austro húngaro.
Otro representante de la primera mitad del XX es Jaroslaw Iwaszkiewicz. Novelista, poeta, autor teatral. En Cátedra se encuentra Las señoritas de Wilko. El prólogo es una buena introducción a la literatura de la época , la de Witkiewicz, Gombrowicz, Schultz, A.Wat, los comienzos de Hebert y Milosz...
Más modernos :
Pawell Huelle escribe parodias de otros autores. En Mercedes Benz, de El Aleph, parodia a Bohumil Hrabal. Una gozada, claro. En Castorp, reciente y de Alianza, parodia La montaña mágica. Muy entretenida.
El mismísimo Kundera pone por las nubes una novelita de Marek Bienczyk , Towrki., en Acantilado. Tworki es el nombre del manicomio de Varsovia. La acción es hacia el final de la guerra mundial y los alemanes que lo gestionan emplean a algunos polacos, entre ellos algún judío. No hay truculencias entre nazis y judíos. El libro es delicado y el tema , según Kundera, es otro que no voy a desvelar...
Termina la matraca, por ahora...Se admiten todo tipo de sugerencias y comentarios.
¿ Sabéis lo más difícil de todo esto? ¡Las consonantes polacas!
Cesar Garzón.
En la imagen el escritor Zbigniew Herbert
martes, 21 de junio de 2011
La mano de la Buena Fortuna
Goran Petrović es un mago de las letras, un iniciado que ha decidido mostrarnos, a través de sus libros, un poco de la magia que flota en el mundo. La potencia que emana su pluma, nada tiene que ver con la burda “realidad” que respiramos cotidianamente. El encanto de su escritura consiste en trasladarnos a espacios que están ahí, perdidos en nuestra conciencia, pero que somos incapaces de percibir. Lugares escondidos en las vastas llanuras de los libros. La Mano de la Buena Fortuna es eso, un lugar en el que todos los que se acercan a él, descubren aquello que la fría realidad no puede proporcionarles: la cálida sensación de la existencia. Con este libro, Goran Petrović logró lo que pocas veces se consigue: esculpir una de las piezas más perfectas que habitan la llamada Literatura Absoluta. La mano de la buena fortuna relata las distintas historias de amor que giran alrededor de un libro muy peculiar, Mi Legado, de Anastas Branica. A primera vista éste es un libro donde no hay trama ni personajes, simplemente descripciones. Sin embargo, eso es lo que lo convierte en un espacio autosuficiente, en un mundo que sólo puede ser habitado por sus lectores, los únicos y verdaderos protagonistas. Anastas escribe el libro para vivir en él con su amada, ya que la realidad no deja de ser un pálido boceto de lo que Mi legado representa verdaderamente. A partir de lo que Petrović llama lectura simultanea, es posible coincidir con otras personas en un mismo libro, y no sólo eso, sino también vivir aquello que está más allá de lo simplemente escrito. De qué otra forma podemos describir lo que nos pasa cuando leemos con verdadera convicción, cuando los libros se transforman en vida, palpable, manifiesta, cuando los libros se convierten en parte de nuestra fisiología, cuando el amor se encarna en la lectura que dos desconocidos realizan a la vez, esperando que el tiempo sea abolido por el mero hecho de fijar su mirada en una página. En pocas palabras, lo que el lector de este libro seguramente experimentará, junto a todos los otros lectores que coincidan en él, será un estado de gozosa estupefacción.
Reseña de la Editorial Sexto Piso
lunes, 20 de junio de 2011
La Mano de la Buena Fortuna
LA MANO DE LA BUENA FORTUNA, de Goran Petrovic
por Tryno Maldonado
Comentario publicado en la revista "Letras Libres" en febrero de 2006
Goran Petrovic (Kraljevo, Serbia, 1961) sabe que en este mundo hay básicamente tres tipos de personas: las que saben leer, las que no saben leer y las que dicen no tener tiempo para leer. De estas categorías, es la tercera por la que Petrovic (y nosotros con él) siente, desde luego, más recelo.
Desde que el mundo tiene memoria, jamás se han podido atestiguar dos fenómenos sociales tan extraños como éstos, ambos ocurridos en el siglo XVIII: la Revolución en Francia y la incontrolable epidemia de lectura de novelas en Europa. Estos dos extremos están estrechamente imbricados, pues "es bastante probable que las novelas hayan hecho en secreto tan infelices a tantos hombres y mujeres como públicamente lo hizo la Revolución Francesa". Así testimonió cierto librero conservador alemán, en la creencia de que el Antiguo Régimen en su país no había recibido el tiro de gracia de manos de los jacobinos, sino de manos de esa legión gigantesca que comenzó a erguirse con fuerza y avidez en ese siglo: los lectores. Este monstruo de múltiples cabezas fue combatido desde su nacimiento en toda Europa por reaccionarios, clérigos y el Estado. Pero el poder y la inercia que cobró fue tan grande como una avalancha. ¿Y cómo pretender frenar una avalancha sin ser avasallado a su paso? Inglaterra y Francia fueron la cuna de este monstruo insaciable. En el París posrevolucionario todo mundo leía, en todo momento y a todas horas, y sólo debieron pasar unos años para que Europa central fuera sitiada por este fenómeno, expansivo como una epidemia. Fue así como, a finales del XVIII, Alemania sufrió una de las más terribles plagas de toda su historia: la manía lectora. El historiador Reinhard Wittmann recupera una crónica en que cierto pastor luterano de la época describió el cuadro clínico de dicha patología:
Lectores y lectoras de libros que se levantan y se acuestan con el libro en la mano, que se sientan con él a la mesa, que no se separan de él durante las horas de trabajo, que se hacen acompañar por el mismo durante sus paseos, y que son incapaces de abandonar la lectura una vez comenzada hasta haberla concluido. Pero en cuanto han engullido la última página de un libro, buscan afanosos dónde procurarse otro [...], lo cogen y lo engullen con una especie de hambre canina. Ningún aficionado al tabaco, ninguna adicta al café, ningún amante del vino, ningún jugador depende tanto de su pipa, de su botella, de la mesa de juego o del café como estos seres ávidos dependen de sus legajos.
Lo que sucedió a finales del XVIII, antes que una epidemia, fue en realidad una revolución masiva de las dinámicas de lectura, impulsada por diversos factores culturales y sociales del período. La lectura intensiva (delimitada por un número finito de tomos) dio paso a la lectura extensiva (donde la imperiosa necesidad por nuevos hallazgos literarios es la constante). De tal suerte, la así llamada manía lectora se podría caracterizar por esa pulsión insaciable por leer, por hacerlo de manera compulsiva y por el apremio salvaje para encontrar siempre nuevas y más vivas lecturas. Una pasión febril por leer tan intensa como la más dulce de las drogas. Entre la conspicua estirpe de apestados por esta plaga centenaria podemos reconocer, desde luego, a los ilustres Don Alonso Quijano y a Madame Emma Bovary. Entre los brotes de este mismo árbol genealógico hallamos ahora a los también insignes personajes de Goran Petrovic en La mano de la buena fortuna: Adam Lozanic, un estudiante que pervive gracias a su trabajo como corrector de estilo; Natalia Dimitrijevic, una anciana obsesionada por preservar su biblioteca y sus recuerdos a como dé lugar; y Anastas Branica, un escritor misterioso cuyo único libro, Mi legado, será el epicentro sobre el que girarán las anécdotas de la novela y convergerán —entrecruzándose a veces literalmente dentro de las localidades de ese libro— todos los personajes.
Todos ellos descubrirán lo que sucede cuando la monomanía por leer se vuelve la afirmación ciega de una fe arcana: lo que está en las páginas sucede y es real, tangible, audible, visible; cuando leer se vuelve —la premisa de Italo Calvino llevada al summum— un vehículo para el conocimiento, para el descubrimiento y el tránsito del mundo sin salir de la habitación. En la fábula de La mano de la buena fortuna, el ejercicio de leer es, además de un vaso comunicante fundamental dentro de la anécdota, el resguardo de un entorno cada vez más hostil hacia esa vieja estirpe de lectores, un resguardo para una realidad contemporánea que con sus prisas, con su vértigo, sólo puede ofrecer cantidades bulímicas de información regida por el zapping y su gramática. Y es que, en La mano de la buena fortuna, Goran Petrovic demuestra tener muy presente aquello que concluyó George Steiner a través de Pascal: Toda verdadera educación consiste en vencer el miedo del ser humano a permanecer en su habitación.
Goran Petrovic sabe que en este mundo hay básicamente tres tipos de escritores: los que intentan aprehender la realidad en sus novelas, los que intentan evadir la realidad con sus novelas y los que intentan aprehender la realidad en sus novelas cuando todo lo que consiguen es empobrecerla. De estas tres categorías, es la tercera por la que Petrovic (y nosotros con él) siente, desde luego, más recelo.
Como Cyril Connolly, Petrovic sabe también que un buen escritor es aquel que echa a andar un mundo autónomo en el que sus lectores pueden sentirse orgullosos de habitar. La sentencia del crítico inglés nunca estuvo tan bien encarnada. Al emprender su lectura nosotros habitamos esta novela, mientras que los lectores dentro de ella habitan otras novelas. De esta sazón, cualquier intento por descifrar La mano de la buena fortuna es vano. O peor aún. Cualquier intento por descifrar una novela con semejantes características será en realidad un intento flagrante por exorcizarla. Estamos ante un libro que viene a recordarnos que hay tantas lecturas probables como lectores. Pero si pretendiéramos esbozar las características de un hipotético lector ideal para éste, la empresa sería la más sencilla del mundo. De entrada, deberá pertenecer, por fuerza, al primer tipo de lectores básico ya señalado. Segundo, deberá estar dispuesto a leer con ese mismo goce, a hacerlo con aquella fascinación y credulidad que sólo pudo encontrar en su lecturas iniciáticas. Por último, su nombre no deberá ser otro que el de Legión.
Si es verdad que, escuchando a Connolly de nuevo, Petrovic está consciente de que el único objetivo de todo escritor debe ser el fincar una obra maestra, con La mano de la buena fortuna bien podría darse por satisfecho. Pero no lo hará. Ya es demasiado tarde para detenerse. Verba volant, scripta manent. Petrovic mismo está infectado por aquella enfermedad irreversible. -
por Tryno Maldonado
Comentario publicado en la revista "Letras Libres" en febrero de 2006
Goran Petrovic (Kraljevo, Serbia, 1961) sabe que en este mundo hay básicamente tres tipos de personas: las que saben leer, las que no saben leer y las que dicen no tener tiempo para leer. De estas categorías, es la tercera por la que Petrovic (y nosotros con él) siente, desde luego, más recelo.
Desde que el mundo tiene memoria, jamás se han podido atestiguar dos fenómenos sociales tan extraños como éstos, ambos ocurridos en el siglo XVIII: la Revolución en Francia y la incontrolable epidemia de lectura de novelas en Europa. Estos dos extremos están estrechamente imbricados, pues "es bastante probable que las novelas hayan hecho en secreto tan infelices a tantos hombres y mujeres como públicamente lo hizo la Revolución Francesa". Así testimonió cierto librero conservador alemán, en la creencia de que el Antiguo Régimen en su país no había recibido el tiro de gracia de manos de los jacobinos, sino de manos de esa legión gigantesca que comenzó a erguirse con fuerza y avidez en ese siglo: los lectores. Este monstruo de múltiples cabezas fue combatido desde su nacimiento en toda Europa por reaccionarios, clérigos y el Estado. Pero el poder y la inercia que cobró fue tan grande como una avalancha. ¿Y cómo pretender frenar una avalancha sin ser avasallado a su paso? Inglaterra y Francia fueron la cuna de este monstruo insaciable. En el París posrevolucionario todo mundo leía, en todo momento y a todas horas, y sólo debieron pasar unos años para que Europa central fuera sitiada por este fenómeno, expansivo como una epidemia. Fue así como, a finales del XVIII, Alemania sufrió una de las más terribles plagas de toda su historia: la manía lectora. El historiador Reinhard Wittmann recupera una crónica en que cierto pastor luterano de la época describió el cuadro clínico de dicha patología:
Lectores y lectoras de libros que se levantan y se acuestan con el libro en la mano, que se sientan con él a la mesa, que no se separan de él durante las horas de trabajo, que se hacen acompañar por el mismo durante sus paseos, y que son incapaces de abandonar la lectura una vez comenzada hasta haberla concluido. Pero en cuanto han engullido la última página de un libro, buscan afanosos dónde procurarse otro [...], lo cogen y lo engullen con una especie de hambre canina. Ningún aficionado al tabaco, ninguna adicta al café, ningún amante del vino, ningún jugador depende tanto de su pipa, de su botella, de la mesa de juego o del café como estos seres ávidos dependen de sus legajos.
Lo que sucedió a finales del XVIII, antes que una epidemia, fue en realidad una revolución masiva de las dinámicas de lectura, impulsada por diversos factores culturales y sociales del período. La lectura intensiva (delimitada por un número finito de tomos) dio paso a la lectura extensiva (donde la imperiosa necesidad por nuevos hallazgos literarios es la constante). De tal suerte, la así llamada manía lectora se podría caracterizar por esa pulsión insaciable por leer, por hacerlo de manera compulsiva y por el apremio salvaje para encontrar siempre nuevas y más vivas lecturas. Una pasión febril por leer tan intensa como la más dulce de las drogas. Entre la conspicua estirpe de apestados por esta plaga centenaria podemos reconocer, desde luego, a los ilustres Don Alonso Quijano y a Madame Emma Bovary. Entre los brotes de este mismo árbol genealógico hallamos ahora a los también insignes personajes de Goran Petrovic en La mano de la buena fortuna: Adam Lozanic, un estudiante que pervive gracias a su trabajo como corrector de estilo; Natalia Dimitrijevic, una anciana obsesionada por preservar su biblioteca y sus recuerdos a como dé lugar; y Anastas Branica, un escritor misterioso cuyo único libro, Mi legado, será el epicentro sobre el que girarán las anécdotas de la novela y convergerán —entrecruzándose a veces literalmente dentro de las localidades de ese libro— todos los personajes.
Todos ellos descubrirán lo que sucede cuando la monomanía por leer se vuelve la afirmación ciega de una fe arcana: lo que está en las páginas sucede y es real, tangible, audible, visible; cuando leer se vuelve —la premisa de Italo Calvino llevada al summum— un vehículo para el conocimiento, para el descubrimiento y el tránsito del mundo sin salir de la habitación. En la fábula de La mano de la buena fortuna, el ejercicio de leer es, además de un vaso comunicante fundamental dentro de la anécdota, el resguardo de un entorno cada vez más hostil hacia esa vieja estirpe de lectores, un resguardo para una realidad contemporánea que con sus prisas, con su vértigo, sólo puede ofrecer cantidades bulímicas de información regida por el zapping y su gramática. Y es que, en La mano de la buena fortuna, Goran Petrovic demuestra tener muy presente aquello que concluyó George Steiner a través de Pascal: Toda verdadera educación consiste en vencer el miedo del ser humano a permanecer en su habitación.
Goran Petrovic sabe que en este mundo hay básicamente tres tipos de escritores: los que intentan aprehender la realidad en sus novelas, los que intentan evadir la realidad con sus novelas y los que intentan aprehender la realidad en sus novelas cuando todo lo que consiguen es empobrecerla. De estas tres categorías, es la tercera por la que Petrovic (y nosotros con él) siente, desde luego, más recelo.
Como Cyril Connolly, Petrovic sabe también que un buen escritor es aquel que echa a andar un mundo autónomo en el que sus lectores pueden sentirse orgullosos de habitar. La sentencia del crítico inglés nunca estuvo tan bien encarnada. Al emprender su lectura nosotros habitamos esta novela, mientras que los lectores dentro de ella habitan otras novelas. De esta sazón, cualquier intento por descifrar La mano de la buena fortuna es vano. O peor aún. Cualquier intento por descifrar una novela con semejantes características será en realidad un intento flagrante por exorcizarla. Estamos ante un libro que viene a recordarnos que hay tantas lecturas probables como lectores. Pero si pretendiéramos esbozar las características de un hipotético lector ideal para éste, la empresa sería la más sencilla del mundo. De entrada, deberá pertenecer, por fuerza, al primer tipo de lectores básico ya señalado. Segundo, deberá estar dispuesto a leer con ese mismo goce, a hacerlo con aquella fascinación y credulidad que sólo pudo encontrar en su lecturas iniciáticas. Por último, su nombre no deberá ser otro que el de Legión.
Si es verdad que, escuchando a Connolly de nuevo, Petrovic está consciente de que el único objetivo de todo escritor debe ser el fincar una obra maestra, con La mano de la buena fortuna bien podría darse por satisfecho. Pero no lo hará. Ya es demasiado tarde para detenerse. Verba volant, scripta manent. Petrovic mismo está infectado por aquella enfermedad irreversible. -
domingo, 29 de mayo de 2011
PRÓXIMA TERTULIA: DÍA 16 DE JUNIO 2011
viernes, 22 de abril de 2011
SCIASCA
SCIASCIA
Sicilia es la isla mayor del Mediterráneo, tiene 25700 Kms.cuadrados y algo más de 5.000.000 de habitantes. Es muy montañosa . La preside el Etna. Su riqueza literaria, que es lo que nos interesa , es enorme. Tiene dos premios Nobel : Pirandello en 1934 y Salvatore Quasimodo en 1959. Siciliano de La Palma de Montechiaro es el príncipe de Lampedusa autor del célebre Gatopardo. De primera fila son Giovanni Verga, autor, entre otras, de Los Malavoglia, acordaros de La terra trema de Visconti, y Federico de Roberto , autor de la enciclopédica Los Virreyes, claro precedente de El Gatopardo. Más de nuestros días son Brancati, Camilleri, Vittorini, Bufalino, Simonetta Agnello Hornby, Vincenzo Consolo, el propio Sciascia, por supuesto...
Leonardo Sciascia nace en 1921 en Racalmuto, pueblo de alrededor de 10.000 habitantes, en el interior, entre Agrigento y Caltanissetta. Su abuelo era maestro de obras y después administrador de una solfatara o mina de azufre . Su padre, Pasquale, después de diversas peripecias incluidos siete años en América, también trabaja de administrador de una solfatara. Era de carácter rígido . Leonardo se lleva mucho mejor con su abuelo y tías paternas, alguna maestra. La madre Genoveffa Martorelli es ama de casa. Conviven todos en la misma casa y Leonardo guarda afecto de por vida a alguna de sus tías. Es el mayor de tres hermanos . De niño y adolescente leía libros e iba al cine lo que daba más significado y fuerza a la lectura. El propio autor cita como libros de influencia Los novios de Manzoni que le hace entender la escritura como una acción moral , Pirandello porque le enseña a mirar la realidad que le rodea, Montaigne como modelo de escepticismo, Voltaire por la luminosidad de la razón, Stendhal por su amenidad, Borges y Savinio porque representan la inteligencia.
Tras una etapa de escolar en Racalmuto y trabajar en vacaciones en una sastrería de un tío suyo, la familia se traslada a Caltanissetta, donde prosigue sus estudios. Ya en esta etapa escolar destaca por su buena escritura, haciendo sus propios trabajos de redacción y los de sus compañeros. En 1939 se hace maestro en Palermo. En el 41 trabaja como administrador en una cooperativa agraria de Racalmuto. Se casa en el 44 con una maestra, María Andrónico. En el 45 y 46 nacen sus hijas. Del 49 al 57 es maestro en su pueblo. Antes, en el 48, ha ocurrido una de las tragedias de su vida y es el suicidio de su hermano Giuseppe. En su tumba manda inscribir unos versos de Cátulo que os transcribo :
Tecum una totast nostra sepulta domus
Omnia tecum una perierunt gaudia nostra
Quae tuus in vita dulcis alebat amor
Contigo fue sepultada nuestra casa,
Contigo perecieron todas las alegrías
Que cuando estabas vivo tu dulce amor sostenía.
Ideológicamente la época de Mussolini le hace ser antifascista. Es un apasionado de la guerra de España ¿ cómo puede ese hombre que ha mandado a sus compatriotas a reventar en España ayudar a Sicilia?. Su vida intelectual y su actividad de escritor serán una ininterrumpida protesta contra las dos iglesias que considera más engañosas :
La Democracia Cristiana pues es el partido que más traiciona los principios e ideales cristianos y el Partido Comunista pues traiciona los principios e ideales de la libertad. En cuanto a su postura religiosa su pensamiento lo transcribe en un párrafo, creo que de Pirandello : Yo no se por qué vine al mundo, ni se como es el mundo , ni se quien soy yo.Y si voy a investigarlo, regreso confundido por una ignorancia cada vez más espantosa. No se que es mi cuerpo, mis sentidos, mi alma. Esta misma parte de mí que piensa lo que escribo y que reflexiona sobre todas las cosas y sobre sí misma, no se puede conocer jamás. En vano intento medir con la mente estos inmensos espacios del universo que me rodean. Me encuentro sujeto en un pequeño rincón de espacio incomprensible, sin saber por qué estoy instalado aquí y no en cualquier otro lugar o por qué este breve tiempo de mi existencia me ha sido asignado en este preciso momento de la eternidad y no en otros instantes anteriores o que vendrán después. Por todas partes no veo más que infinitos que me absorben como a un átomo... Y un personaje de A cada uno lo suyo dice : Nunca he conocido a un verdadero católico y estoy a punto de cumplir noventa y dos años. Hay gente que quizá ha comido varios kilos de trigo en forma de hostia y está siempre dispuesta a meter la mano en el bolsillo del prójimo, a darle una patada en la cara a un moribundo y a disparar con una escopeta a alguien que goza de buena salud...
En el 56 publica Las parroquias de Regalpetra, nombre literario de Racalmuto y comienza a ser un escritor conocido. En el 57 es destinado al ministerio de educación y vive un año en Roma. Tiene amistad y colabora con Pasolini en diversas publicaciones. No se adapta a Roma y regresa a Caltanissetta. Publica Los tíos de Sicilia, en Einaudi, con Calvino. En el 60 El día de la lechuza que nos ocupa. Le seguirán El consejo de Egipto, Muerte del inquisidor, A cada uno lo suyo (Alianza), El contexto, Autos relativos a la muerte de Raymond Roussel (junto con De parte de los infieles en Mondadori), El mar color de vino, son relatos, en Alianza, Todo modo, La desaparición de Majorana, Los apuñaladores, Cándido o un sueño siciliano, El caso Aldo Moro en Destino, El teatro de la memoria en Alianza, La bruja y el capitán, 1912 +1, Puertas abiertas, El caballero y la muerte, Hora de España, Una historia simple, ya en 1989 año de su muerte. Cuando no cito editorial es que está en Tusquets que ha publicado y publica casi toda su obra. A esto hay que añadir recopilaciones de artículos o ensayos, sobre Pirandello o Stendhal, por ejemplo. Fue colaborador regular en diversos diarios. Se han llevado al cine El día de la lechuza, El contexto, con el título de Cadáveres excelentes, Todo modo por los directores Damiano Damiani, Francisco Rosi, Elio Petri. También es importante su labor de editor con Sellerio, en Palermo donde vive desde 1967.
En el 75, es concejal como independiente por el PCI en Palermo. Presentó su dimisión a los 18 meses. En el 77 vive en París, ciudad de sus sueños. Del 79 al 83 es parlamentario por el Partido Radical. Escribe en Negro sobre negro : Alrededor de 1963 se verificó en Italia un acontecimiento inesperado y que sólo unos pocos tal vez sospechaban. Nació y empezó a ascender el cretino de izquierdas, que se camuflaba tras el discurso inteligente, el discurso problemático y esencial. Se creía que los cretinos nacían solamente en la derecha, y por eso el acontecimiento no se ha celebrado todavía. Dentro de poco tiempo nos sentiremos obligados a celebrar su Epifanía....
En sus últimos años se había convencido del insustituible valor de la piedad. En Las parroquias de Regalpetra escribió que un hombre debe amar y odiar, nunca debe sentir piedad. Tras el caso Aldo Moro reivindica la piedad como el sentimiento más elevado, porque “hace veinte años creía que era posible que el mundo cambiase, pero ahora no”.
Fallece en 1989.
Me resulta imposible resumir más toda una vida y obra.
EL DIA DE LA LECHUZA. Sus obras, en general, son policíacos con participación de la mafia y los políticos, o reconstrucciones históricas noveladas sobre determinados episodios o documentos que caen en sus manos. Las escribe, prácticamente de forma anual, durante las vacaciones de verano, en su casa La Noce, en Racalmuto. Son libros de corta extensión, pero no siempre de fácil lectura dada la precisión de su lenguaje que huye de toda retórica. Las frases suelen ser cortas , los diálogos concisos y los hechos se narran sin divagaciones.
El día de la lechuza es un policiaco acerca de la mafia. El la define como una asociación para delinquir, con fines de ilícito enriquecimiento para los propios asociados y que se sitúa como elemento de mediación entre la propiedad y el trabajo . Esta mediación es parasitaria e impuesta por la violencia. Es un “sistema” que mueve los intereses de poder de una clase burguesa y no surge y se desarrolla en el “vacío” del Estado, cuando el Estado con sus leyes y funciones es débil o ausente, sino dentro del Estado.
Naturalmente su párrafo más famoso es el de las cinco categorías de la humanidad: hombres, medio hombres, etcc... Y otro dato significativo, este no lo he leído, es el escaso protagonismo de las mujeres, utilizadas para desviar la atención con supuestos amantes o situaciones similares. Que yo sepa sólo hay una mujer protagonista, la pobre,( la maltrata la vida, la torturan, etcc...) en La bruja y el capitán.
¿Por qué me gusta tanto Sciasca?. Creo que porque da a conocer una cultura local en profundidad de forma apasionante. Además su ética es trascendente, es perfectamente aplicable en otros ámbitos. Del mismo modo, a quien le interese Castilla, meseta norte, debe leer a Delibes y para el Portugal de Salazar hay que leer a Miguel Torga. Tengo a los tres personajes en el mismo listón, alto. Aunque no hayan hecho la obra maestra que atraviese siglos..., cosa que, por otra parte, depende del país donde nazcas y del país que te mire...
Otras recomendaciones :
La biografía de Sciascia en Alfaguara, El maestro de Regalpetra, de Matteo Collura, excelente y amena. Se aprende mucho.
La ya citada Los Virreyes de Federico de Roberto. Buen novelón para el verano, es la antecesora de El Gatopardo pero con un montón de páginas, en Acantilado.
En Península, de un australiano que vivió varios años en Sicilia, Peter Roob, Medianoche en Sicilia, magnífica descripción de la Sicilia contemporánea en todos sus aspectos, ameno.
Finalmente, y para divertirse mucho, La mafia se sienta a la mesa, en Tusquets barato. Diversas comidas de la mafia relacionadas con varios acontecimientos. La dedicada a Sinatra es antológica. Los autores Jacques Kermoal y Martine Bartolomei. Este se encuentra fácilmente.
SAUL BELLOW
Nace en 1915, cerca de Quebec. Sus padres judíos, habían huido de San Petersburgo. A los ocho años sufre una larga enfermedad, ¿tuberculosis?, que le hace permanecer ingresado largo tiempo. En 1924 la familia se traslada a Chicago, ciudad protagonista de varios de sus libros y en la que se forma. En 1935 recibe el premio extraordinario en Antropología y Sociología por la Universidad de Northwestern. Se casa en seguida y trabaja como profesor en Chicago. También es redactor de la Enciclopedia Británica. En 1952 con una beca Guggenheim vive en París y termina Las aventuras de Augie March . Con esta obra se convierte en un novelista famoso que va a estar en primer plano de la narrativa norteamericana hasta su muerte en 2005.
Algún biógrafo le ha descrito como elitista, misógino, indiscreto por utilizar vidas de amigos o esposas para sus libros. Por ejemplo, acerca de la multiculturalidad, es frase suya : ¿Quién es el Tolstoi de los zulúes o el Proust de los papúas?. Se casó cinco veces. Se consideraba un marido “serial” y comenta :” Tenía claros mis fines pero no los de ellas y así me vi arrastrado fuera de mis prioridades”. En el 52 está en París con un hijo de cinco años. Cuando muere en 2005 también deja una hija de cinco años. Y acerca de su condición de judio : “Soy consciente de que soy judío, americano y escritor, pero también soy un gran aficionado al hockey y nadie me pregunta por eso”. Es famosa la frase inicial de Las avent. de A.M. : Soy norteamericano de Chicago.
Datos autobiográficos se encuentran en una recopilación de ensayos : Todo cuenta, en Galaxia Gutenberg. También en una de sus últimas obras , Ravelstein, en Alfaguara. Pertenece al maravilloso grupo de escritores judios norteamericanos Bernard Malamud, Henry Roth, Philip Roth, el propio Salinger. Los hermanos Singer escribían en yiddish y traducían al inglés.
Obra principal :
1944 : Dangling Man
1947 : La víctima
1953 : Las aventuras de Augie March. Para Martin Amis la gran novela norteamericana . Un bildungsroman comparable al estos días muy nombrado, por el fallecimiento de su autor, otro judio, El guardián entre el centeno. Obtuvo el National Book Award.
1956 : Carpe diem, que hoy nos ocupa
1959 : Henderson, rey de la lluvia
1965 : Herzog. Una de sus obras cumbres. La favorita de Philip Roth. Toda la acción se produce dentro del cerebro de Herzog. A su modo también es una novela epistolar con cartas del protagonista a Eisenhower, Nietzsche, sus mujeres o su madre muerta. También fue National Book Award.
1970 : El planeta de Mr.Sammler. El protagonista es un superviviente del Holocausto. Otra vez National Book Award.
1975 : El legado de Humboldt, esta fue Pulitzer y es otra de las favoritas de Roth. El Nóbel se lo conceden en 1976.
1982 : El diciembre del decano. Probablemente de lectura más fácil, más lineal que otras. Compara las miserias de Chicago y Bucarest, donde el protagonista acompaña a su esposa para atender a su suegra enferma. En Chicago el individuo está en peligro por la amenaza de otros seres perturbados. En Bucarest el peligro es el sistema. La mujer astrofísica ha sido invitada al observatorio de Monte Palomar y la novela termina con lo que el propio autor llama “una impresión verdadera”, describiendo con gran economía de medios, sin ningún alarde, el impacto de la observación espacial.
1987 : Son más los que mueren de desamor.
1989 : La conexión Bellarrosa
2000 : Ravelstein, como he dicho, en parte autobiográfica.
En 2001 su última esposa,Janís, publica una recopilación de relatos o novelas cortas. Hay una edición en Alfaguara.
Muy recomendables también la recopilación de ensayos, artículos , viajes, recoge también alguna entrevista y el discurso del Nóbel, en Todo cuenta, de Galaxia Gutenberg. Así mismo, de gran interés un viaje a Jerusalén en Jerusalén ida y vuelta, publicado en Altair.
Fallece en el año 2005.
CARPE DIEM
Los protagonistas de las novelas de Bellow, como en este caso, son judios, urbanos, universitarios. Una situación crítica, bien sea una crisis familiar o profesional, una neurosis propia o ajena, el desamor o la ambición, les coloca en una encrucijada que obliga al protagonista a reflexionar y reevaluar su vida. Cuenta el desorden de las vidas desde la mente de esas personas y no proporciona soluciones ni recetas. Un intelectual, el autor, como todos los intelectuales, está confinado en una vida privada y piensa con sentido humillante en lo poco que el pensamiento puede conseguir.
En su discurso en la recepción del Nóbel hay el siguiente párrafo :El interminable ciclo de crisis iniciado con la Primera Guerra Mundial ha formado una persona especial que ha vivido cosas extrañas y terribles en que puede observarse una reducción de prejuicios, un rechazo de ideologías decepcionantes, una capacidad de vivir con muchas clases de locura y un inmenso deseo de valores perdurables : la verdad, por ejemplo, la libertad, la sabiduría.
Cronológicamente Bellow, al menos en sus dos primeras décadas de autor, pertenece a la época existencialista, pero logra crear personajes inolvidables . Muchos de sus libros llevan por título el nombre del personaje. No se trata sólo de entidades como en La nausea o El castillo. En Occidente hubo una separación entre artistas y público en general, un desprecio por el lector medio y la masa burguesa. Bellow, sin embargo, trata de reflejar la sensibilidad moral de nuestros contemporáneos, su ansiedad, intolerancia, inquietud, bondad, ternura, temeridad..., el desorden privado y desconcierto público donde intentamos vivir. De la esencia de nuestra verdadera condición, su complejidad, confusión , dolor, percibimos a veces destellos de lo que Proust y Tolstoi llamaban “las impresiones verdaderas”. La novela discurre entre el mundo de los objetos, de las apariencias, y ese otro mundo del que proceden “las impresiones verdaderas” y que nos lleva a creer que el bien al que nos aferramos con tanta tenacidad, frente al mal, no es una ilusión. El arte, ya decía Conrad, trata de encontrar en el universo, tanto en los asuntos de la materia como en los hechos de la vida, lo que es fundamental, perdurable, esencial.
Carpe diem sintetiza en su brevedad el mundo de Bellow. En un sólo día conocemos a Tommy Wilhelm, su familia, sus relaciones, sus fracasos que culminan en una “impresión verdadera” al final de la novelita.
Para finalizar, quiero copiaros la traducción de la oda de Horacio, I,11.
No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí
ni a tí los dioses destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza el mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después
(Leucónoe = mente ingenua , Carpo = cosechar)
En su discurso en la recepción del Nóbel hay el siguiente párrafo :El interminable ciclo de crisis iniciado con la Primera Guerra Mundial ha formado una persona especial que ha vivido cosas extrañas y terribles en que puede observarse una reducción de prejuicios, un rechazo de ideologías decepcionantes, una capacidad de vivir con muchas clases de locura y un inmenso deseo de valores perdurables : la verdad, por ejemplo, la libertad, la sabiduría.
Cronológicamente Bellow, al menos en sus dos primeras décadas de autor, pertenece a la época existencialista, pero logra crear personajes inolvidables . Muchos de sus libros llevan por título el nombre del personaje. No se trata sólo de entidades como en La nausea o El castillo. En Occidente hubo una separación entre artistas y público en general, un desprecio por el lector medio y la masa burguesa. Bellow, sin embargo, trata de reflejar la sensibilidad moral de nuestros contemporáneos, su ansiedad, intolerancia, inquietud, bondad, ternura, temeridad..., el desorden privado y desconcierto público donde intentamos vivir. De la esencia de nuestra verdadera condición, su complejidad, confusión , dolor, percibimos a veces destellos de lo que Proust y Tolstoi llamaban “las impresiones verdaderas”. La novela discurre entre el mundo de los objetos, de las apariencias, y ese otro mundo del que proceden “las impresiones verdaderas” y que nos lleva a creer que el bien al que nos aferramos con tanta tenacidad, frente al mal, no es una ilusión. El arte, ya decía Conrad, trata de encontrar en el universo, tanto en los asuntos de la materia como en los hechos de la vida, lo que es fundamental, perdurable, esencial.
Carpe diem sintetiza en su brevedad el mundo de Bellow. En un sólo día conocemos a Tommy Wilhelm, su familia, sus relaciones, sus fracasos que culminan en una “impresión verdadera” al final de la novelita.
Para finalizar, quiero copiaros la traducción de la oda de Horacio, I,11.
No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí
ni a tí los dioses destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza el mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después
(Leucónoe = mente ingenua , Carpo = cosechar)
ESCRITORES CHECOS
ESCRITORES CHECOS
En 1900 había en Praga unos 400000 habitantes que hablaban checo y unos 35000 que hablaban alemán. Dentro de la minoría alemana había una gran cantidad de escritores conocidos : Gustav Meyrink, Rainer María Rilke, Alfred Kubín, Leo Perutz, Frank Kafka, Max Brod, Egon Erwin Kisch, Frank Werfel,Hermann Ungar, Johannes Urzidil, por citar los más conocidos y de los que tengo algún texto. Muchos de estos eran de origen judío : Kafka, Brod, Perutz, Kisch, Werfel, Ungar. El nacionalismo checo, el antisemitismo y, como traca final, el nazismo, acabó con ellos. Unos se exiliaron, otros acabaron en Israel añorando Praga, Leo Perutz, otros terminaron en el campo de exterminio. Dejaban atrás el gueto para ser aislados por una triple muralla : la lengua alemana en medio de la checa, el ser judíos, el pertenecer a la cultura burguesa liberal. Este aislamiento y la nostalgia del pasado imperial se considera que favoreció una intensa vida literaria en tertulias, cafés y revistas, en un ambiente bohemio. Recordad que Bohemia es el país cuya capital es Praga.
Pero Praga era una ciudad de tres culturas, checa, alemana y judía, y dos lenguas, checo y alemán.. Si los nazis intentaron acabar con todo lo judío, los checos nacionalistas lo intentaron con todo lo alemán.
De la literatura en lengua checa , sus obras canónicas son Cuentos de Mala Strana, de Jan Neruda (del que Neruda tomó el seudónimo), autor del XIX y revitalizador de la lengua checa y Las aventuras del soldado Schwejk, de Jaroslav Hasek, ambientada en la 1ª guerra mundial. Entre nosotros son ampliamente conocidos Milan Kundera , posteriormente escritor en francés, y el que nos ha ocupado hoy, Hrabal. Por otras razones, es bien conocido Vaclav Havel.
Recomendaciones :
Es un libro maravilloso, un clásico, el libro de un italiano, A.M. Ripellino, que se titula Praga mágica . Cuenta la hª de Praga de un modo fascinante. Creo que está en Seix Barral.
Otro libro magnífico es el de Jaroslav Seifert, poeta, premio Nóbel en 1984. Se titula Toda la belleza del mundo y es un libro de memorias de su época y su ciudad, Praga. Seix Barral 2002. Corred antes de que lo retiren de las librerías.
Finalmente, de edición reciente. El espíritu de Praga, de Iván Klima, en Acantilado. Es una colección de ensayos acerca de casi todo lo que le ha tocado vivir desde su infancia en un campo de concentración, al que, por suerte suya y nuestra, sobrevivió. Muy interesante para el que quiera entender un poco más ese país o el papel de los intelectuales.
César Garzón
UNA SOLEDAD DEMASIADO RUIDOSA. B. Hrabal
El protagonista es un viejo trabajador en una prensa de papel instalada en un terrible sótano. Cada capítulo comienza con que lleva treinta y cinco años trabajando con papel viejo y, en el inicial, dice que esta es su love story. “Soy una jarra de agua viva y agua muerta y basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo...”.
Va salvando libros que le gustan hasta inundar todas las habitaciones de su casa,.incluido el WC. “ Los verdaderos pensamientos vienen del exterior. Los inquisidores del mundo queman los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste..., los pensamientos planean en el aire, yacen en el aire..., de la misma manera que la sangre está y al mismo tiempo no está en la sagrada forma...”
Más adelante, lo repetirá varias veces a lo largo del texto, “el cielo no es humano en absoluto..., no soy sino un tierno carnicero...” , y describe el placer con que asiste a demoliciones.. Y luego describe la necesidad de embellecer cada paquete con una buena obra o una reproducción de un cuadro famoso. : Goethe, Schiller, Nietzsche, Hölderlin, o Rembrandt, Hals, Monet, Manet..., hasta dar sepultura a una preciosa reliquia comparable al ataúd de un niño cubierto de flores marchitas. Su ruidosa soledad le lleva a cruzar las calles sin tener en cuenta coches, tranvías, peatones, perdido en una nube de libros. Como Don Quijote.
En el capítulo segundo describe, con mala uva, como preciosas bibliotecas terminan en Austria o Suiza a corona el kilo y lo enlaza con el fallecimiento de su madre. Después habla de los ratoncitos que preferentemente se alimentan de Goethe y Schiller. Asiste a la fiesta en el jardín de su tío, con la reproducción de la locomotora y donde el mismo espera instalar su prensa cuando se jubile, para hacer obras maestras.
El tercer capítulo se inicia con las amenazas de su jefe y se dirige a otros sótanos donde hay personas cultas, con educación universitaria, atados a su trabajo como un perro a su caseta y que aprovechan los ratos muertos para escribir la historia de su época, pues hoy día se obliga a los obreros a estudiar una carrera, mientras que a los especialistas con títulos superiores se les condena a ejercer de obreros. A continuación explica su visita a las cloacas donde describe las eternas luchas de los clanes de las ratas pues la potencia ganadora volverá a dividirse en dos bandos. “ Así comprendí la dura frase de Cristo : no he venido a traer la paz sino la espada”. Y prosigue con Hegel, a quien aterra lo fosilizado y alegra la lucha por conquistar una nueva vida. De vuelta a casa levanta la vista y apreciando las fachadas de Praga hace una canto a la belleza helénica, meta y modelo, que todos llevamos dentro y que sobrevive en las mentes gracias a los liceos que existieron antes de la guerra. Después, en el mismo capítulo habla de Maruja y los episodios del baile y la estación de esquí...
El cuarto capítulo es el de los papeles del matadero y las moscas. En los paquetes introduce El elogio de la locura de Erasmo, el Don Carlos, de Schiller o el Ecce homo de Nietzsche y, a la cuarta cerveza, entre los enjambres de moscas, tiene la aparición de Jesucristo y de Lao-Tse. Explica otras apariciones de sus abuelos y como a el, culto a pesar de sí mismo, le vienen Hegel, Schelling o Erasmo montado a caballo...
Jesús trabajaba al pie de una montaña y Lao-Tse en la cima. El joven exaltado quería cambiar el mundo y el anciano paseaba la mirada alrededor tejiendo la eternidad con el retorno al origen..., Jesús desbordante de fe ordenaba a la montaña que se desplazase y se involucraba en situaciones dramáticas y conflictivas, Lao-Tse en su dulce meditación, reflexionaba. Y, más adelante, ve como Jesús es un campeón de tennis, un play-boy y Lao-Tse un comerciante, un soltero abandonado por las glándulas...Jesús alza imperativamente un brazo y maldice a sus enemigos, es romántico, la marea alta, la primavera, el amor al prójimo el progressus ad futurum . Lao-Tse deja caer los brazos como las alas rotas de un cisne, es clásico, la marea baja, el invierno, el vacío, el regressus ad originem. Ese capítulo contiene también la descripción de los gitanos.
El capítulo quinto comienza con el entierro de su tío, el maquinista, a quien coloca un libro de Kant : “ el cielo estrellado sobre mi cabeza y la ley moral en mi interior son objeto de una renovada y creciente admiración y veneración...” .“ Cuando el tembloroso fulgor de una noche de verano se llena de estrellas titilantes y la luna alcanza su apogeo, me sumerjo en un estado de alta sensibilidad, amalgama de amistosa ternura y de menosprecio por el mundo y la eternidad...”. Y más adelante, en el sótano, mirando un fragmento de cielo estrellado : “ En el silencio de la noche, cuando los sentidos reposan calmados, habla un espíritu inmortal en un lenguaje difícil de designar, compuesto de conceptos, que es posible comprender pero difícil describir...” Y con La teoría general del cielo y los Girasoles de Van Gogh , ata los últimos paquetes. Aún tiene tiempo de reflexionar, tras la mirada de un ratoncillo, como Schopenhauer afirma que la más elevada de las leyes es el amor, que es compasión y por qué Arthur odiaba tanto al forzudo de Hegel, alegrándose de que no hubieran sido comandantes de ejércitos adversarios, pues habrían sido tan despiadados como los clanes de ratas del subsuelo... El capítulo no termina ahí pues después viene a visitarle en forma de Vía Láctea la gitanilla, cuyo cuerpo irradiaba una aureola, como la de San Ignacio de Loyola. En el otoño del penúltimo año de la segunda guerra mundial van a hacer volar una cometa que se convierte en Dios, el en su Hijo y el hilo en el Espíritu Santo...Después la gitanilla desaparece a manos de la Gestapo y arde en Maidanek o Auschwitz. “El cielo no es humano, aunque yo todavía lo era”. Y , al terminar la guerra, prensa, lleno de entusiasmo, a Hitler y todo su cortejo en toneladas de libros nazis. Es un buen homenaje al holocausto gitano.
El siguiente capítulo, es la visita a la prensa moderna, en un gran edifico acristalado, con los jóvenes uniformados que beben leche , que van a ir de vacaciones a Grecia, sin saber nada de Aristóteles ni de Goethe y que el podría darles charlas acerca del suicidio y de Socrates, Demóstenes o Platón. Intenta regenerarse bebiendo leche, pero le hace vomitar. Compara su trabajo al de Sísifo, descrito por Sartre y mejor por Camus. Después hace una visita a Maruja, a la que van a representar en una gran estatua con alas, y esta le cuenta como ha conseguido su mansión.
En el capítulo siete llegan al sótano dos jóvenes uniformados de la brigada socialista del trabajo y Hanka tiene un nuevo destino para envolver papel blanco...”El oprobio recibido me abismó en la locura”... Y en lugar de ver a San Ignacio con su aureola, ve a Séneca en la bañera y el libro que más le gusta : De la tranquilidad del ánimo...
En el octavo y último, volvemos a pasear por Praga, hay una buena enumeración de cervecerías. De vuelta al sótano se pregunta por qué dice Lao-Tse que nacer es morir y morir es entrar. Se prepara un nido dentro de la prensa, como Séneca, con una cita de Novalis : Cada objeto amado es el centro del paraiso terrenal. Y en el momento de la verdad, aparece de nuevo la gitana con la cometa y revela su nombre : ILONKA.
Esta es la novela más apreciada por su autor. En una época en que todos los valores anteriores se habían derrumbado y la humanidad sólo dependía de sí misma, el arte y también la literatura bajaban al nivel de la gente corriente y los marginados. Surgen esos personajes inauditos, estrafalarios, originales que provienen de fábricas o cervecerías y que suelen estar relacionados con episodios de su propia vida. Largos monólogos describen de forma naturalista diversas situaciones, sin ahorrarse nada escatológico, en su doble acepción de conjunto de creencias referentes a la vida de ultratumba y tratado de cosas excrementicias que a veces pueden golpear con fuerza la sensibilidad del lector, que puede saltar de la sonrisa al asco, para volver a la sonrisa o a un diáfano párrafo poético.
En definitiva, Una soledad demasiado ruidosa, es un conjunto de citas eruditas acerca del sentido de la vida, un canto a la literatura y al arte en general, un elogio del trabajo y de la identificación con el mismo, un pase de factura a la situación política checa que vende bibliotecas a peso o que pone a profesores a trabajar en calderas, una conmemoración del holocausto gitano mediante una maravillosa historia de amor, una cometa que sube al cielo..., y todo lo que Vds. quieran poner...
BOHUMIL HRABAL. biografía y obra
BOHUMIL HRABAL
Biografía y Obra
Nace en 1914, cerca de Brno en Moravia y muere en 1997 en Praga. Su madre era soltera y sus tres primeros años los pasa con los abuelos maternos. En 1917 la madre se casa con Frantisek Hrabal. El padre adoptivo les lleva a Polna y, a partir de 1920 a Nimburg. Trabaja en los servicios administrativos de una fábrica de cerveza. En 1924 Josef, hermano de Frantisek , se instala en Nimburg. Este personaje , pintoresco , es una figura central en las obras de Hrabal. Bohumil es mal estudiante, aficionado a la lectura, estudia derecho en Praga entre 1935 y 1939 , año en que cierran las facultades por la invasión nazi. Durante la guerra tiene varios empleos : ayudante de notario, y, sobre todo, en los ferrocarriles como obrero en las vías, telegrafista o controlador en la estación de Kostomlaty. Al acabar la guerra , termina sus estudios de derecho en Praga, pero no ejerce como jurista. Es sucesivamente agente de seguros, representante de comercio en artículos de droguería y juguetería o de fuegos artificiales. De 1949 a 1952 en que lo deja a causa de un accidente, trabaja en una fundición en Gladno y de 1954 a 1959 es embalador de papel viejo en una empresa de recuperación de materias primas. Los cuatro años siguientes trabaja como telonero y figurante ocasional en un teatro. Finalmente en 1963 se inscribe como escritor profesional. Era obligatorio el estar inscrito con una profesión.
Sus primeros libros editados son de comienzos de los 60 y son recopilaciones de relatos, Alondras en el alambre, por ejemplo. En 1965 se publica Trenes rigurosamente vigilados y su adaptación al cine aumenta la fama del autor. La película, dirigida por Jiri Menzel, fue Oscar a la mejor película extranjera en 1966. De los años 60, también son sus recopilaciones Clases de baile para adultos y alumnos aventajados o Anuncio una casa donde ya no quiero vivir.
A raíz de la Primavera de Praga, la invasión de Checoslovaquia , da origen a una censura extrema . Se crea una forma clandestina de publicar y distribuir las obras el samizdat o se publican antes en el extranjero. De 1971 es Yo que he servido al rey de Inglaterra . En 1973 La ciudad donde el tiempo se detuvo. Una soledad demasiado ruidosa es de 1976 y de comienzos de los 80 Bodas en casa, una trilogía en la que la narradora es su mujer.
En los últimos años escribe ensayos y comentarios de actualidad en forma de cartas abiertas o glosas, comentarios a exposiciones en la prensa local y en revistas de la emigración.
Estaba considerado en Praga como un personaje pintoresco. Acudía regularmente a El Tigre Dorado, su taberna favorita. Allí le visitó Bill Clinton en 1994.
En 1995 visitó Madrid y manifestó su amor por España por ser la patria de Séneca ... Los últimos años le obsesionaba el tema del suicidio.
A finales de 1996 ingresó en un hospital para tratarse una artritis. El 3 de Febrero del 97, estaba asomado a una ventana del hospital para dar de comer a unas palomas y resbaló y cayó...
Alondras en el alambre también la filmó Jiri Menzel y ganó el festival de Cannes en 1969. En 1994 se filmó Una soledad demasiado ruidosa y en 2006 Yo que he servido al rey de Inglaterra.
César Garzón
jueves, 7 de abril de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
La historia y la novela 1
Decía Virginia Wolf que una novela es algo que le pasa a alguien en algún momento y en algún lugar. Una novela tiene, pues cuatro elementos de los que no puede prescindir: los hechos, el espacio, el tiempo y los personajes. Todos estos elementos ¿qué conforman? ¿La historia o la novela?
¿Qué es una novela?
Lo más seguro es que se responda que se trata de una historia. Una historia que tiene un principio un desarrollo y un desenlace. Por tanto, lo primero de todo es que una novela cuenta una historia.
¿Una historia es una novela?
La contestación es que no. Una historia no es una novela, es simplemente una historia. Hay multitud de historias que se pueden contar oralmente. Todo aquello que se pueda contar oralmente no es una novela. Es una historia, simple o compleja, que puede ser muy interesante o incluso muy divertida. Pero nunca será una novela. Porque novela, es decir, literatura sólo puede serlo aquello que necesite la escritura para ser contado.
¿Cuál es la importancia de la historia en una novela?
Hay dos maneras de definir la importancia de la historia en relación con la novela, y las dos son igual expresivas:
La primera: La historia es la espina dorsal de la novela. Sin historia, el cuerpo de la novela tendría dificultades para sostenerse. La historia le da consistencia. Pero es simplemente la base, ese esqueleto esencial que nos permite mantener el cuerpo erguido y movernos.
La segunda: La historia es el carril por el que circula la novela de principio a fin. Se trata de un simple carril. Pero la importancia de ese carril es extraordinaria porque nos da otra de las claves de la novela: el orden. La historia debe seguir una lógica que haga comprensible, es decir, un orden. Los hechos deber estar organizados en una secuencia temporal. Como decía E. M. Forster: Toda novela lleva dentro un reloj y el lector, mientras lee, está inconscientemente escuchando el tic-tac de ese reloj que es la secuencia temporal de la novela. Es el denominador común de todas las novelas. Pero sólo eso. No es la novela
miércoles, 9 de marzo de 2011
ESTUPOR Y TEMBLORES. La película
TÍTULO ORIGINAL Stupeur et tremblements
AÑO 2003
DIRECTOR Alain Corneau
GUIÓN Alain Corneau (Novela: Amélie Nothomb)
MÚSICA J.S. Bach
REPARTO Sylvie Testud, Kaori Tsuji, Taro Suwa, Bison Katayama, Yasunari Kondo, Sokyu Fujita, Gen Shimaoka, Heileigh Gomes, Eri Sakai
CRÍTICA. Ehavled Jef. Filmaffinity
LO QUE PERMITIMOS ES LO QUE PROMOVEMOS
La historia que este filme nos presenta está evidentemente exagerada por su autora original, Amélie Northomb y por el guionista-director que la ha llevado al cine, Alain Corneau. ¿Por qué? Porque cualquier occidental que haya vivido y trabajado en Japón nos puede confirmar que lo que le ocurre a la protagonista es algo inconcebible. Es decir, resulta increíble que en una empresa japonesa radicada en Japón, al menos desde los años ochenta del siglo XX hasta hoy mismo, sometan a un occidental contratado como trabajador a las humillaciones y abusos casi de estilo militarista-degradante a que es sometida Amélie, máxime cuando en Japón son especialmente respetuosos con los occidentales, sobre todo con los europeos.
Amélie Northomb es la autora del libro autobiográfico en el que se basa esta película (“Estupor y temblores”. Anagrama. Barcelona 2004) el cual fue publicado en Francia, 1999, y galardonado con el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.
Amélie nació en Kobe, Japón, el año 1967. Hija del embajador de Bélgica en ese país oriental, vivió y aprendió el japonés. A la edad de cinco años se estableció con su familia en Europa. Amélie soñaba desde jovencita con volver a su tierra de nacimiento la cual añoraba y tenía idealizada desde su infancia. Con más o menos veintidós primaveras (año 1989-90) y dado su dominio del japonés consiguió ser contratada por un año como traductora en una gran corporación de Tokio. Es justamente es este momento de su vida donde comienza y se centra la película que nos ocupa, donde se nos cuenta las amarguras y desconsideraciones que ha de vivir Amélie en su oficina, debido a la sinrazón de sus jefes, compañeros y al sistema cuadriculado-dictatorial típico de la empresa japonesa, que aquí es presentado como casi militarista cuartelero, con una absolutizada cadena jerárquica de mandos, desde la cual no se tolera ni perdona al empleado que intente saltársela.
Lo llamativo y chirriante es que una mujer occidental, europea, francófona, con noción de saber exigir sus derechos o de rebelarse, soporte todos estos atropellos. Amélie aguanta las continuas cabronadas que le hacen con la clásica o muy parecida mentalidad sumisa de la cultura japonesa. ¿Por qué? Según ella, porque se ha propuesto resistir su año de contrato a pesar de las más groseras humillaciones. Pero también hay otra razón que cualquiera puede contemplar: Amélie es de temperamento temeroso, de esa clase de personas que cuando le faltan el respeto en lugar de contestar o reaccionar indignada, se muestra débil, atemorizada, da pie a que la sigan humillando más y más; o sea, lo suyo no sólo es estupor y temblores, es también la típica personalidad asustadiza, amilanada, cagueta, que hace cierto el dicho «Lo que permitimos es lo que promovemos», aunque a posteori sí tenga redaños para denunciar los hechos escribiendo una polémica y fulgurante novela.
Entrevista: AMÉLIE NOTHOMB
Nació en Japón, pero cuando probó el chocolate supo que era belga. Así que a nadie puede extrañar que, después de haber crecido dando tumbos como hija de padre diplomático entre Nueva York, Laos, Birmania, China o Bangladesh, acabara escribiendo sobre un tema tan crucial como difícil de resolver en nuestros días: la frontera. “Todos mis libros tratan de eso. De las fronteras”, cuenta Amélie Nothomb.
Quizá esa maraña cosmopolita tejida en su obra sea la clave del éxito global que disfruta. Las fronteras exteriores e interiores. Otras cosas también. Asuntos serios como su obsesión por la identidad, y a la vez otros rasgos más livianos, pero no menos determinantes. Una frescura. Un descaro. Un estilo directo y mordaz. Entre irónico y nihilista, siempre rápido, brillante, sorprendente, sujeto a una extraña compulsión que le lleva a escribir a veces más de tres historias al año, aunque sólo publique una.
“Acabo de terminar mi libro número 65”, asegura, abriendo los ojos, un tanto ajena a la melena morena, a juego con sus atuendos negros, coherente con su imagen algo neogótica. Lo ha pulido en su horario espartano. De cuatro a ocho de la mañana, como una especie de vampiresa de la literatura que después de beberse de golpe un litro de té chupa tinta antes de que salga el sol.
Cuando la jornada del resto del mundo comienza, el trabajo de Amélie Nothomb termina. Y así va apilando cuadernos. Unos que han visto la luz, como Estupor y temblores, Metafísica de los tubos, Anticrista, Biografía del hambre o, ahora, De Adán y de Eva (Anagrama), y otros que guarda para sí misma sin enseñar a nadie.
Relatos redactados a mano y escritos previamente en su cerebro, como dice ella, durante alguna noche de insomnio o en los trayectos de metro, bajo las calles de París y Bruselas, entre las que vive a caballo. “En una busco tranquilidad; en la otra, guerra”, comenta Amélie en la penumbra de su despacho en la sede de la editorial Albin Michel, al lado del cementerio parisiense de Montparnasse. Un despacho estrecho y pequeñito donde se apilan cajas, cartas y cuadernos en blanco que le envían sus lectores para alentarla a escribir más y más. No lo necesita. Le sale del alma.
Me sorprende que haya escrito usted un libro de amor. Ya. ¡Qué raro! ¿No?
Aunque también trata sobre malentendidos. Errores de traducción que marcan. Pues sí. Yo es que creo que cada historia de amor es un malentendido. Y cuando se trata de una historia entre personas de diferentes culturas, el malentendido todavía es peor. Pero es más honesto. Porque lo sabes desde el principio. Cuando una belga se enamora de un español, no piensas que se pueden dar esas confusiones. Más o menos sabes lo que te puede pasar, y si te sorprendes, pues resulta más raro.
Raro, pero lo otro es más excitante. ¿El desconocimiento cultural da morbo? Eso es una maravilla. Entre un chico japonés y una belga, se da por supuesto que existe esa barrera. No lo descubres. Lo sabes.
Cuando habla de una belga, ¿se refiere a usted? ¿De dónde se siente? Ah, bueno. Eeeehhhh.
Se lo pregunto porque no sabemos muy bien de dónde es Amélie Nothomb. Finalmente, después de muchos años, creo que soy belga. ¿Qué significa ser belga? Pues no ser de ningún sitio, no tener una identidad clara, definida. Al menos me he dado cuenta de que no soy japonesa, algo que no tenía claro antes de que me pasara lo que cuento en este libro.
Ya, porque al regresar a Japón con poco más de 20 años, usted se sentía japonesa. Pero al volver a salir sabía que no lo era. Me di cuenta. Podía creerlo. Pero ahora incluso sé que yo era entonces ya belga, aunque no fuera consciente porque mi identidad era algo muy vago, y eso es completamente belga. Me da la sensación de que es algo que no ocurre con los españoles o los franceses. No sé.
Es que, al tiempo que éste es un libro sobre el amor, también trata sobre la identidad. Como todos los míos. Yo escribo sobre la identidad. Pero es que una de las claves del amor es la búsqueda de la identidad. De la identidad propia y de la de la persona que amas. Nunca encuentras la identidad de nadie si no lo conoces a fondo, y la mejor manera de conocer a alguien profundamente es mediante el amor.
Desde luego. ¿Y no puede existir una identidad mucho más plena en la búsqueda del amor que en el sentimiento de pertenencia a un país o a una región? Bueno, es fácil hablar de estas cosas cuando han acabado. Mientras lo estás viviendo, ni te lo planteas.
Ni te viene a la mente. Nadie filosofa sobre la identidad cuando está en una nube amorosa. Hay cosas mucho más importantes. ¡Por supuesto! Ni sabes qué pasa. No piensas en nada. Sientes. Sólo quieres sentir.
Hay algo que puede parecer extraño. La mezcla del amor con el sentimiento de los samuráis. Es que, en el mundo de los samuráis, el amor es un asunto crucial.
¿Así que amar supone también ir a la guerra? Puede ser muchas cosas. Pero al leer el código samurái del siglo XVII te das cuenta de que trata sobre el amor. Dicen que deben amarse entre ellos, aunque no decirlo nunca, eso sería obsceno para ellos. Ridículo. También debes amar a quien matas. Mira que son raros los japoneses, por eso me fascinan tanto. En mi caso, cuando Rinri (el protagonista junto a la propia Nothomb) me dice que le dé el abrazo del samurái, creo que es lo que convierte esta historia en algo diferente. Una historia bella.
Y verdadera. ¿Completamente autobiográfica? Al cien por cien.
¿Se va desnudando ante sus lectores poco a poco? En este libro se cuentan tantas cosas como se callan. Hay autores que se desnudan mucho más. Yo creo que hay límites y nunca los traspaso.
Este libro, en manos de Michel Houellebecq, hubiese sido otra cosa. O escrito por Catherine Millet.
Así que vamos descubriendo a Amélie poco a poco. ¿Y ella? ¿También se va descubriendo mientras escribe? Por supuesto. Como decía Virginia Woolf, nada ocurre hasta que no lo escribes”. Suscribo esta frase completamente. A veces me sorprendo a mí misma en lo que sale sobre el papel. ¡Dios mío! ¿Ésta soy yo? Las palabras son el espejo. Con la diferencia de que cuando te miras en uno real, a veces te encuentras horrible, pero sobre el papel, nunca. Es algo fresco. No resulta ni narcisista ni espantoso, es muy auténtico. Así que finalmente soy como he descrito aquí, y no es tan malo.
¿La escritura es un acto reflejo y reflectante, entonces? Ambas cosas.
Escribe cosas autobiográficas y de fenómenos socialmente extraños que nos rodean. ¿Cuándo sufre más? Depende. Es difícil escribir. No quiero decir con eso que sea doloroso. Me refiero a que es intenso. Pero me gusta así. Si fuera sencillo, fácil, no lo disfrutaría.
¿Y para hacerlo todavía más difícil de lo que es se levanta usted a las cuatro de la mañana para escribir? ¿Equipara la dureza del oficio a la de una disciplina rígida? Bueno, eso cuesta. Sobre todo en invierno. Pero no es que necesite endurecerlo todavía más, es que lo que no es difícil no merece la pena. Como el amor. Cuando es fácil, aburre.
Además, escribe más de lo que publica. Me interesa lo que tiene guardado bajo llave. ¿Qué es? ¿En qué se diferencia con lo que conocemos sus lectores? No es para tanto. No se engañe. Sencillamente me reservo el derecho de no sacarlo a la luz.
¿Pero qué son? ¿Novelas? ¿Poemas? ¿Rarezas? Son historias como las demás. Pero no quiere decir que no me gusten más. Simplemente, que no me apetece compartirlas. Como pasa con algunos hijos, no quieres compartirlos con todo el mundo, pero eso no significa que no los quieras.
¿Cuántos ha parido hasta la fecha? Llevo 65 y he publicado unos 17 o así. No sé, me confundo.
No hay duda de que quiere usted ser madame Simenon, como su compatr Nació en Japón, pero cuando probó el chocolate supo que era belga. Así que a nadie puede extrañar que, después de haber crecido dando tumbos como hija de padre diplomático entre Nueva York, Laos, Birmania, China o Bangladesh, acabara escribiendo sobre un tema tan crucial como difícil de resolver en nuestros días: la frontera. “Todos mis libros tratan de eso. De las fronteras”, cuenta Amélie Nothomb.
Quizá esa maraña cosmopolita tejida en su obra sea la clave del éxito global que disfruta. Las fronteras exteriores e interiores. Otras cosas también. Asuntos serios como su obsesión por la identidad, y a la vez otros rasgos más livianos, pero no menos determinantes. Una frescura. Un descaro. Un estilo directo y mordaz. Entre irónico y nihilista, siempre rápido, brillante, sorprendente, sujeto a una extraña compulsión que le lleva a escribir a veces más de tres historias al año, aunque sólo publique una.
“Acabo de terminar mi libro número 65”, asegura, abriendo los ojos, un tanto ajena a la melena morena, a juego con sus atuendos negros, coherente con su imagen algo neogótica. Lo ha pulido en su horario espartano. De cuatro a ocho de la mañana, como una especie de vampiresa de la literatura que después de beberse de golpe un litro de té chupa tinta antes de que salga el sol.
Cuando la jornada del resto del mundo comienza, el trabajo de Amélie Nothomb termina. Y así va apilando cuadernos. Unos que han visto la luz, como Estupor y temblores, Metafísica de los tubos, Anticrista, Biografía del hambre o, ahora, De Adán y de Eva (Anagrama), y otros que guarda para sí misma sin enseñar a nadie.
Relatos redactados a mano y escritos previamente en su cerebro, como dice ella, durante alguna noche de insomnio o en los trayectos de metro, bajo las calles de París y Bruselas, entre las que vive a caballo. “En una busco tranquilidad; en la otra, guerra”, comenta Amélie en la penumbra de su despacho en la sede de la editorial Albin Michel, al lado del cementerio parisiense de Montparnasse. Un despacho estrecho y pequeñito donde se apilan cajas, cartas y cuadernos en blanco que le envían sus lectores para alentarla a escribir más y más. No lo necesita. Le sale del alma.
Me sorprende que haya escrito usted un libro de amor. Ya. ¡Qué raro! ¿No?
Aunque también trata sobre malentendidos. Errores de traducción que marcan. Pues sí. Yo es que creo que cada historia de amor es un malentendido. Y cuando se trata de una historia entre personas de diferentes culturas, el malentendido todavía es peor. Pero es más honesto. Porque lo sabes desde el principio. Cuando una belga se enamora de un español, no piensas que se pueden dar esas confusiones. Más o menos sabes lo que te puede pasar, y si te sorprendes, pues resulta más raro.
Raro, pero lo otro es más excitante. ¿El desconocimiento cultural da morbo? Eso es una maravilla. Entre un chico japonés y una belga, se da por supuesto que existe esa barrera. No lo descubres. Lo sabes.
Cuando habla de una belga, ¿se refiere a usted? ¿De dónde se siente? Ah, bueno. Eeeehhhh.
Se lo pregunto porque no sabemos muy bien de dónde es Amélie Nothomb. Finalmente, después de muchos años, creo que soy belga. ¿Qué significa ser belga? Pues no ser de ningún sitio, no tener una identidad clara, definida. Al menos me he dado cuenta de que no soy japonesa, algo que no tenía claro antes de que me pasara lo que cuento en este libro.
Ya, porque al regresar a Japón con poco más de 20 años, usted se sentía japonesa. Pero al volver a salir sabía que no lo era. Me di cuenta. Podía creerlo. Pero ahora incluso sé que yo era entonces ya belga, aunque no fuera consciente porque mi identidad era algo muy vago, y eso es completamente belga. Me da la sensación de que es algo que no ocurre con los españoles o los franceses. No sé.
Es que, al tiempo que éste es un libro sobre el amor, también trata sobre la identidad. Como todos los míos. Yo escribo sobre la identidad. Pero es que una de las claves del amor es la búsqueda de la identidad. De la identidad propia y de la de la persona que amas. Nunca encuentras la identidad de nadie si no lo conoces a fondo, y la mejor manera de conocer a alguien profundamente es mediante el amor.
Desde luego. ¿Y no puede existir una identidad mucho más plena en la búsqueda del amor que en el sentimiento de pertenencia a un país o a una región? Bueno, es fácil hablar de estas cosas cuando han acabado. Mientras lo estás viviendo, ni te lo planteas.
Ni te viene a la mente. Nadie filosofa sobre la identidad cuando está en una nube amorosa. Hay cosas mucho más importantes. ¡Por supuesto! Ni sabes qué pasa. No piensas en nada. Sientes. Sólo quieres sentir.
Hay algo que puede parecer extraño. La mezcla del amor con el sentimiento de los samuráis. Es que, en el mundo de los samuráis, el amor es un asunto crucial.
¿Así que amar supone también ir a la guerra? Puede ser muchas cosas. Pero al leer el código samurái del siglo XVII te das cuenta de que trata sobre el amor. Dicen que deben amarse entre ellos, aunque no decirlo nunca, eso sería obsceno para ellos. Ridículo. También debes amar a quien matas. Mira que son raros los japoneses, por eso me fascinan tanto. En mi caso, cuando Rinri (el protagonista junto a la propia Nothomb) me dice que le dé el abrazo del samurái, creo que es lo que convierte esta historia en algo diferente. Una historia bella.
Y verdadera. ¿Completamente autobiográfica? Al cien por cien.
¿Se va desnudando ante sus lectores poco a poco? En este libro se cuentan tantas cosas como se callan. Hay autores que se desnudan mucho más. Yo creo que hay límites y nunca los traspaso.
Este libro, en manos de Michel Houellebecq, hubiese sido otra cosa. O escrito por Catherine Millet.
Así que vamos descubriendo a Amélie poco a poco. ¿Y ella? ¿También se va descubriendo mientras escribe? Por supuesto. Como decía Virginia Woolf, nada ocurre hasta que no lo escribes”. Suscribo esta frase completamente. A veces me sorprendo a mí misma en lo que sale sobre el papel. ¡Dios mío! ¿Ésta soy yo? Las palabras son el espejo. Con la diferencia de que cuando te miras en uno real, a veces te encuentras horrible, pero sobre el papel, nunca. Es algo fresco. No resulta ni narcisista ni espantoso, es muy auténtico. Así que finalmente soy como he descrito aquí, y no es tan malo.
¿La escritura es un acto reflejo y reflectante, entonces? Ambas cosas.
Escribe cosas autobiográficas y de fenómenos socialmente extraños que nos rodean. ¿Cuándo sufre más? Depende. Es difícil escribir. No quiero decir con eso que sea doloroso. Me refiero a que es intenso. Pero me gusta así. Si fuera sencillo, fácil, no lo disfrutaría.
¿Y para hacerlo todavía más difícil de lo que es se levanta usted a las cuatro de la mañana para escribir? ¿Equipara la dureza del oficio a la de una disciplina rígida? Bueno, eso cuesta. Sobre todo en invierno. Pero no es que necesite endurecerlo todavía más, es que lo que no es difícil no merece la pena. Como el amor. Cuando es fácil, aburre.
Además, escribe más de lo que publica. Me interesa lo que tiene guardado bajo llave. ¿Qué es? ¿En qué se diferencia con lo que conocemos sus lectores? No es para tanto. No se engañe. Sencillamente me reservo el derecho de no sacarlo a la luz.
¿Pero qué son? ¿Novelas? ¿Poemas? ¿Rarezas? Son historias como las demás. Pero no quiere decir que no me gusten más. Simplemente, que no me apetece compartirlas. Como pasa con algunos hijos, no quieres compartirlos con todo el mundo, pero eso no significa que no los quieras.
¿Cuántos ha parido hasta la fecha? Llevo 65 y he publicado unos 17 o así. No sé, me confundo.
No hay duda de que quiere usted ser madame Simenon, como su compatriota, que hizo casi 200 novelas. Quizá sea una manía belga. Un tío raro, Simenon. Deseaba mucho la fama, pero si te acercas, te da miedo.
Amélie también inquieta. No sé… No sé si yo doy miedo.
Es cosa de los belgas. Quizá. La gente cree que los belgas somos afables, amables, buena gente. Pero si te acercas, encuentras a Marc Dutroux, ¿se acuerda? Y otros tantos monstruos. Muchos fingen ser buenos y dan miedo, están llenos de secretos sucios. Lo creo y lo sé.
Seguimos, como ve, dándole vueltas a la identidad. La patria de un escritor es la lengua. Así que usted también es francesa. ¿Le gusta? Además es el país donde tiene más éxito. Cierto. Gracias a ese éxito, Francia es también mi hogar. Más dedicándome a la literatura. En Bélgica no es gran cosa. Pero en Francia… ya sabe. La literatura. La escritora. Es como ser un Dios.
La pobre y rara Amélie. Sí, bueno, no me ven como algo raro; se alegran, pero no le dan más importancia a lo mío que a un futbolista.
¿La sospecha de que era usted belga empezó quizá con su adicción al chocolate? Más o menos. Pero también estando fuera de Bélgica. Cuando vivía en Japón y en Francia. Ya se sabe que es el otro quien nos revela la verdad. En Francia me he dado mucha cuenta de eso. Tan cerca y tan diferente.
¿Cómo son los franceses? Se pelean siempre por tener razón. Eso me da mucho miedo. Muchas veces cuando estoy en una cena y todos discuten por imponer su opinión me entra angustia cuando compruebo que a veces no tengo ninguna. También son muy intelectuales. En Bélgica no somos así, como los franceses, que opinan tantas cosas al tiempo cuando yo apenas tengo una solamente. Los debates se endurecen siempre con el tema de la comida.
Eso es religión. Sí. También están empeñados en seducir a quien tienen al lado, en Bélgica no nos preocupamos de eso. Con los franceses, al principio sentía que estaban todos enamorados de mí al sacar un libro y me equivocaba completamente. Sólo quieren seducirte.
Así que, en lugar de leerla, lo que querían era acostarse con usted. No, no sólo era una cosa sexual. Les pasa a la hora de conversar. Quieren seducirte hablando.
Es que en España la seducción siempre suele llevar a lo otro. Somos muy básicos. En Francia no. Se puede dar el caso, pero no siempre. Pretenden que por lo menos te enamores de su cerebro.
¿Hacer el amor con la cabeza? Eso. Sentir que pasa algo, que puede llegar a pasar algo.
¿Después de un orgasmo intelectual previo? Más o menos. En Bélgica no pasa eso. Me parece fascinante. Por eso creo que me he enamorado de un francés. Bélgica es buena para descansar, en Francia vivo emociones más fuertes. Allí busco la paz belga, y cuando quiero guerra, vengo a París.
Pero no me ha respondido a lo del chocolate. Bueno, sí. El chocolate tuvo mucho que ver en lo de sentirme belga. Lo explico en Metafísica de los tubos. Antes de probar el chocolate era un monstruo que sólo gritaba y lloraba. Hasta que vino mi abuela y me lo puso en la boca. Ésa fue la clave. El nexo que me unía con los belgas.
Después tuvo sus problemas con la comida. Su hermana también. Decidieron juntas dejar de comer. Por entonces vivían en Bangladesh. ¿Fue una cosa de principios? No soy psicóloga y no tengo una explicación. Pero el hecho de que viviéramos allí, sin duda influía. También estábamos en pleno inicio de la adolescencia.
Despegándose de un cuerpo para entrar en otro. Perdiendo nuestro cuerpo. También fue algo que tuvo que ver con nuestro amor mutuo. Mi hermana y yo estábamos muy unidas. Pensábamos que el hecho de crecer nos separaría. Al crecer, te alejas y no lo deseábamos. Sellamos una especie de pacto no escrito.
¿Conscientemente? No. No sabíamos lo que hacíamos.
¿Cuánto les costó recuperarse? La anorexia, en sí, en mi caso, unos dos años y medio. Pero hay secuelas que duraron nueve más. Es una enfermedad muy larga, no hay que aterrorizarse, pero dura mucho. A mí me afectó una barbaridad. Estuve a punto de morir. Llegué a un extremo en que caía o salía. Me salvé al cien por cien y ahora siento placer comiendo. Para mi hermana ha sido más largo porque no fue tan traumático y puedes convivir con una anorexia leve toda la vida, comiendo muy poco.
Para alguien anoréxico, ¿qué significa la idea de comer? Es sencillamente el infierno. Una tortura. Te sientes culpable, comer es el mal absoluto. En mi caso, creo que me salvó la escritura e irme a Japón. Cuando regresé allí después de haberme ido a los cinco años y pisé suelo japonés, me sentí feliz. Me encontré tan bien…
Entonces, Japón y la literatura le salvaron. Sí, sí. De todas formas, por supuesto, no recomiendo a nadie que caiga en ello. Es algo durísimo. Pero, como de todo hay que aprender, a mí la enfermedad me enseñó algo. No sé si hoy sería escritora sin haberla padecido. Puede que sí. Pero sería una escritora completamente distinta y otra persona también. Descubrí muchas cosas con la anorexia.
¿Qué? Por ejemplo, el hecho de comer como una cuestión social. Cuando no comes, estás solo. Nadie te quiere al lado si no deseas comer. Yo no soy una persona solitaria, pero eso lo sientes.
La gente come también porque recuerda que ha pasado hambre. Lo que era una necesidad, ahora se ha convertido en placer y esa metamorfosis aún no se ha asumido. ¿La anorexia puede ser producto de esa transformación social de la comida? Es difícil saberlo. Hay tantas razones para explicar la anorexia como personas que la padecen. La mayoría son niñas y chicas, es algo que también tiene que ver con la feminidad, pero no soy psiquiatra.
La escritura también le llegó en plena adolescencia. A los 17 años. En Europa me sentía muy mal. Y no escribía sobre mí. Recuerdo mi primer relato. En el futuro, el mundo se había convertido en un huevo gigante. En la yema estaban los poderosos, y los pobres, en la clara. Se produjo una revolución. Los pobres tomaron la yema y el huevo explotó convirtiéndose en una enorme tortilla que se perdió durante años por el espacio.
Una metáfora más que apropiada para lo que está ocurriendo hoy. Ya, ya. Ahora nos reímos, pero yo me tomé aquello muy en serio.
Es que resulta tan real como surreal. Los huevos son una gran metáfora para todo.
¿Y dónde meteríamos a Obama? ¿En la yema o en la clara? En la clara, sin duda.
¿Y a Sarkozy en la yema? Hombre, claro. Es tan vulgar… Como belga no debería criticarlo mucho. Llevamos dos años casi sin gobierno. Pero es mejor no tener gobierno que soportar a Sarkozy. Obama, en cambio, me llena de esperanza. No será el paraíso, pero algo va a cambiar a mejor, sin duda. Para Irak, para la economía. Desde luego.
¿Qué es el éxito? Usted que lo tiene, ¿a qué cree que se debe? ¿A que va al grano? ¿A sus extrañas mezclas? No lo sé. Es un misterio. No tengo ni idea. No sé si mis obras son buenas o malas. Tampoco me planteo eso para los trabajos que admiro de otros escritores. Sé que me gustan y me vale.
¿Qué le apetece seguir explorando? ¡Todo! Todo lo que tiene que ver con el género humano. Porque nuestras relaciones pueden ser catastróficas o maravillosas.
Lo gracioso de que ahora nos venga con una novela de amor es que parecía algo que usted despreciaba. No lo he despreciado. Puede ser algo horrible, pero al tiempo es maravilloso. En mis libros siempre trato de encontrar fronteras. Fronteras entre seres humanos. Para evitar las guerras, encontremos la frontera correcta. Si no eres consciente de que esas fronteras van a aparecer, vas mal. Debes encontrarla pronto para evitar conflictos. No es tan fácil.
¿Así que la medida de nuestras relaciones está en las fronteras? Como en la geografía. Igual.
¿Qué cree que escribirá en el futuro? Sé que hay un libro que no he escrito y que debo hacer. Creo que ése será mi mejor libro.
¿A qué espera? Todavía es demasiado pronto. No ha llegado el momento. Hay que esperar a que algunas personas no se encuentren con nosotros. Y que yo no me muera antes de hacerlo. No significa que los que he escrito hasta ahora no sean importantes.
¿Necesita que se produzca algo, como Truman Capote hizo para terminar ‘A sangre fría’? No, hombre. No voy a compararme con Truman Capote. No soy tan estúpida.
Bueno. Pero ¿a quién le apetece compararse? ¿A quién admira? Uff. ¡Hay tantos a los que admiro! Desde Capote hasta Simenon o Marguerite Yourcenar, a los japoneses Mishima, Murakami…
¿Lee con la misma pasión que escribe? Con la misma.
¿Y cuál es la frontera de un gran escritor? ¿Leer tan bien como escribe? Una mezcla de ambas cosas. Yo busco ese equilibrio. Necesito tanto una cosa como la otra. Pero también la vida.
Escribir, leer, vivir, sufrir, disfrutar, ¿todo a la vez? ¿Es ése el alimento de la literatura? No me da miedo el sufrimiento, pero no disfruto con ello. Lo importante son las emociones fuertes. El amor, el desamor. El miedo…
Algunas de sus obras dan yuyu, realmente. Me gusta el miedo. Y lo he experimentado a fondo a lo largo de mi vida. El miedo a escribir es enorme. Françoise Sagan lo decía: “La escritura da miedo. Tanto como conocer a un amante”. Entiendo muy bien esa frase. Cuando conoces a un amante, te aterras ante la posibilidad de no estar a la altura. Lo mismo pasa con la escritura.
¿Y cuál es su problema con los asesinos? Bueno, es lo que hemos hablado antes de las fronteras. El problema del otro. A menudo, el otro puede ser un engorro. A veces te entran ganas de matar a alguien, pero no puedes. Lo prohíbe la ley. Pero la literatura te lo permite. Puedes jugar con eso y te sientes bien. ¿Por qué no desahogarme así?
Hay elementos que también le ayudan a desahogarse en sus novelas. Son marcas de la casa, como la comida o la música. Entre Bach y Radiohead no se ha dejado a nadie en medio. El caso de la música supone una búsqueda constante. Entrar en otro territorio de sentimiento, sensación. Radiohead es un claro ejemplo de cosas inexploradas por el lenguaje en los que su música penetra mejor que tú. Otra frontera. Del cerebro. Un más allá. La música es una forma estupenda para explorar los límites de la mente.
iota, que hizo casi 200 novelas. Quizá sea una manía belga. Un tío raro, Simenon. Deseaba mucho la fama, pero si te acercas, te da miedo.
Amélie también inquieta. No sé… No sé si yo doy miedo.
Es cosa de los belgas. Quizá. La gente cree que los belgas somos afables, amables, buena gente. Pero si te acercas, encuentras a Marc Dutroux, ¿se acuerda? Y otros tantos monstruos. Muchos fingen ser buenos y dan miedo, están llenos de secretos sucios. Lo creo y lo sé.
Seguimos, como ve, dándole vueltas a la identidad. La patria de un escritor es la lengua. Así que usted también es francesa. ¿Le gusta? Además es el país donde tiene más éxito. Cierto. Gracias a ese éxito, Francia es también mi hogar. Más dedicándome a la literatura. En Bélgica no es gran cosa. Pero en Francia… ya sabe. La literatura. La escritora. Es como ser un Dios.
La pobre y rara Amélie. Sí, bueno, no me ven como algo raro; se alegran, pero no le dan más importancia a lo mío que a un futbolista.
¿La sospecha de que era usted belga empezó quizá con su adicción al chocolate? Más o menos. Pero también estando fuera de Bélgica. Cuando vivía en Japón y en Francia. Ya se sabe que es el otro quien nos revela la verdad. En Francia me he dado mucha cuenta de eso. Tan cerca y tan diferente.
¿Cómo son los franceses? Se pelean siempre por tener razón. Eso me da mucho miedo. Muchas veces cuando estoy en una cena y todos discuten por imponer su opinión me entra angustia cuando compruebo que a veces no tengo ninguna. También son muy intelectuales. En Bélgica no somos así, como los franceses, que opinan tantas cosas al tiempo cuando yo apenas tengo una solamente. Los debates se endurecen siempre con el tema de la comida.
Eso es religión. Sí. También están empeñados en seducir a quien tienen al lado, en Bélgica no nos preocupamos de eso. Con los franceses, al principio sentía que estaban todos enamorados de mí al sacar un libro y me equivocaba completamente. Sólo quieren seducirte.
Así que, en lugar de leerla, lo que querían era acostarse con usted. No, no sólo era una cosa sexual. Les pasa a la hora de conversar. Quieren seducirte hablando.
Es que en España la seducción siempre suele llevar a lo otro. Somos muy básicos. En Francia no. Se puede dar el caso, pero no siempre. Pretenden que por lo menos te enamores de su cerebro.
¿Hacer el amor con la cabeza? Eso. Sentir que pasa algo, que puede llegar a pasar algo.
¿Después de un orgasmo intelectual previo? Más o menos. En Bélgica no pasa eso. Me parece fascinante. Por eso creo que me he enamorado de un francés. Bélgica es buena para descansar, en Francia vivo emociones más fuertes. Allí busco la paz belga, y cuando quiero guerra, vengo a París.
Pero no me ha respondido a lo del chocolate. Bueno, sí. El chocolate tuvo mucho que ver en lo de sentirme belga. Lo explico en Metafísica de los tubos. Antes de probar el chocolate era un monstruo que sólo gritaba y lloraba. Hasta que vino mi abuela y me lo puso en la boca. Ésa fue la clave. El nexo que me unía con los belgas.
Después tuvo sus problemas con la comida. Su hermana también. Decidieron juntas dejar de comer. Por entonces vivían en Bangladesh. ¿Fue una cosa de principios? No soy psicóloga y no tengo una explicación. Pero el hecho de que viviéramos allí, sin duda influía. También estábamos en pleno inicio de la adolescencia.
Despegándose de un cuerpo para entrar en otro. Perdiendo nuestro cuerpo. También fue algo que tuvo que ver con nuestro amor mutuo. Mi hermana y yo estábamos muy unidas. Pensábamos que el hecho de crecer nos separaría. Al crecer, te alejas y no lo deseábamos. Sellamos una especie de pacto no escrito.
¿Conscientemente? No. No sabíamos lo que hacíamos.
¿Cuánto les costó recuperarse? La anorexia, en sí, en mi caso, unos dos años y medio. Pero hay secuelas que duraron nueve más. Es una enfermedad muy larga, no hay que aterrorizarse, pero dura mucho. A mí me afectó una barbaridad. Estuve a punto de morir. Llegué a un extremo en que caía o salía. Me salvé al cien por cien y ahora siento placer comiendo. Para mi hermana ha sido más largo porque no fue tan traumático y puedes convivir con una anorexia leve toda la vida, comiendo muy poco.
Para alguien anoréxico, ¿qué significa la idea de comer? Es sencillamente el infierno. Una tortura. Te sientes culpable, comer es el mal absoluto. En mi caso, creo que me salvó la escritura e irme a Japón. Cuando regresé allí después de haberme ido a los cinco años y pisé suelo japonés, me sentí feliz. Me encontré tan bien…
Entonces, Japón y la literatura le salvaron. Sí, sí. De todas formas, por supuesto, no recomiendo a nadie que caiga en ello. Es algo durísimo. Pero, como de todo hay que aprender, a mí la enfermedad me enseñó algo. No sé si hoy sería escritora sin haberla padecido. Puede que sí. Pero sería una escritora completamente distinta y otra persona también. Descubrí muchas cosas con la anorexia.
¿Qué? Por ejemplo, el hecho de comer como una cuestión social. Cuando no comes, estás solo. Nadie te quiere al lado si no deseas comer. Yo no soy una persona solitaria, pero eso lo sientes.
La gente come también porque recuerda que ha pasado hambre. Lo que era una necesidad, ahora se ha convertido en placer y esa metamorfosis aún no se ha asumido. ¿La anorexia puede ser producto de esa transformación social de la comida? Es difícil saberlo. Hay tantas razones para explicar la anorexia como personas que la padecen. La mayoría son niñas y chicas, es algo que también tiene que ver con la feminidad, pero no soy psiquiatra.
La escritura también le llegó en plena adolescencia. A los 17 años. En Europa me sentía muy mal. Y no escribía sobre mí. Recuerdo mi primer relato. En el futuro, el mundo se había convertido en un huevo gigante. En la yema estaban los poderosos, y los pobres, en la clara. Se produjo una revolución. Los pobres tomaron la yema y el huevo explotó convirtiéndose en una enorme tortilla que se perdió durante años por el espacio.
Una metáfora más que apropiada para lo que está ocurriendo hoy. Ya, ya. Ahora nos reímos, pero yo me tomé aquello muy en serio.
Es que resulta tan real como surreal. Los huevos son una gran metáfora para todo.
¿Y dónde meteríamos a Obama? ¿En la yema o en la clara? En la clara, sin duda.
¿Y a Sarkozy en la yema? Hombre, claro. Es tan vulgar… Como belga no debería criticarlo mucho. Llevamos dos años casi sin gobierno. Pero es mejor no tener gobierno que soportar a Sarkozy. Obama, en cambio, me llena de esperanza. No será el paraíso, pero algo va a cambiar a mejor, sin duda. Para Irak, para la economía. Desde luego.
¿Qué es el éxito? Usted que lo tiene, ¿a qué cree que se debe? ¿A que va al grano? ¿A sus extrañas mezclas? No lo sé. Es un misterio. No tengo ni idea. No sé si mis obras son buenas o malas. Tampoco me planteo eso para los trabajos que admiro de otros escritores. Sé que me gustan y me vale.
¿Qué le apetece seguir explorando? ¡Todo! Todo lo que tiene que ver con el género humano. Porque nuestras relaciones pueden ser catastróficas o maravillosas.
Lo gracioso de que ahora nos venga con una novela de amor es que parecía algo que usted despreciaba. No lo he despreciado. Puede ser algo horrible, pero al tiempo es maravilloso. En mis libros siempre trato de encontrar fronteras. Fronteras entre seres humanos. Para evitar las guerras, encontremos la frontera correcta. Si no eres consciente de que esas fronteras van a aparecer, vas mal. Debes encontrarla pronto para evitar conflictos. No es tan fácil.
¿Así que la medida de nuestras relaciones está en las fronteras? Como en la geografía. Igual.
¿Qué cree que escribirá en el futuro? Sé que hay un libro que no he escrito y que debo hacer. Creo que ése será mi mejor libro.
¿A qué espera? Todavía es demasiado pronto. No ha llegado el momento. Hay que esperar a que algunas personas no se encuentren con nosotros. Y que yo no me muera antes de hacerlo. No significa que los que he escrito hasta ahora no sean importantes.
¿Necesita que se produzca algo, como Truman Capote hizo para terminar ‘A sangre fría’? No, hombre. No voy a compararme con Truman Capote. No soy tan estúpida.
Bueno. Pero ¿a quién le apetece compararse? ¿A quién admira? Uff. ¡Hay tantos a los que admiro! Desde Capote hasta Simenon o Marguerite Yourcenar, a los japoneses Mishima, Murakami…
¿Lee con la misma pasión que escribe? Con la misma.
¿Y cuál es la frontera de un gran escritor? ¿Leer tan bien como escribe? Una mezcla de ambas cosas. Yo busco ese equilibrio. Necesito tanto una cosa como la otra. Pero también la vida.
Escribir, leer, vivir, sufrir, disfrutar, ¿todo a la vez? ¿Es ése el alimento de la literatura? No me da miedo el sufrimiento, pero no disfruto con ello. Lo importante son las emociones fuertes. El amor, el desamor. El miedo…
Algunas de sus obras dan yuyu, realmente. Me gusta el miedo. Y lo he experimentado a fondo a lo largo de mi vida. El miedo a escribir es enorme. Françoise Sagan lo decía: “La escritura da miedo. Tanto como conocer a un amante”. Entiendo muy bien esa frase. Cuando conoces a un amante, te aterras ante la posibilidad de no estar a la altura. Lo mismo pasa con la escritura.
¿Y cuál es su problema con los asesinos? Bueno, es lo que hemos hablado antes de las fronteras. El problema del otro. A menudo, el otro puede ser un engorro. A veces te entran ganas de matar a alguien, pero no puedes. Lo prohíbe la ley. Pero la literatura te lo permite. Puedes jugar con eso y te sientes bien. ¿Por qué no desahogarme así?
Hay elementos que también le ayudan a desahogarse en sus novelas. Son marcas de la casa, como la comida o la música. Entre Bach y Radiohead no se ha dejado a nadie en medio. El caso de la música supone una búsqueda constante. Entrar en otro territorio de sentimiento, sensación. Radiohead es un claro ejemplo de cosas inexploradas por el lenguaje en los que su música penetra mejor que tú. Otra frontera. Del cerebro. Un más allá. La música es una forma estupenda para explorar los límites de la mente.
El País. JULÍAN RUIZ MANTILLA. 1 de marzo de 2009
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