viernes, 22 de abril de 2011

CARPE DIEM

Los protagonistas de las novelas de Bellow, como en este caso, son judios, urbanos, universitarios. Una situación crítica, bien sea una crisis familiar o profesional, una neurosis propia o ajena, el desamor o la ambición, les coloca en una encrucijada que obliga al protagonista a reflexionar y reevaluar su vida. Cuenta el desorden de las vidas desde la mente de esas personas y no proporciona soluciones ni recetas. Un intelectual, el autor, como todos los intelectuales, está confinado en una vida privada y piensa con sentido humillante en lo poco que el pensamiento puede conseguir.
En su discurso en la recepción del Nóbel hay el siguiente párrafo :El interminable ciclo de crisis iniciado con la Primera Guerra Mundial ha formado una persona especial que ha vivido cosas extrañas y terribles en que puede observarse una reducción de prejuicios, un rechazo de ideologías decepcionantes, una capacidad de vivir con muchas clases de locura y un inmenso deseo de valores perdurables : la verdad, por ejemplo, la libertad, la sabiduría.
Cronológicamente Bellow, al menos en sus dos primeras décadas de autor, pertenece a la época existencialista, pero logra crear personajes inolvidables . Muchos de sus libros llevan por título el nombre del personaje. No se trata sólo de entidades como en La nausea o El castillo. En Occidente hubo una separación entre artistas y público en general, un desprecio por el lector medio y la masa burguesa. Bellow, sin embargo, trata de reflejar la sensibilidad moral de nuestros contemporáneos, su ansiedad, intolerancia, inquietud, bondad, ternura, temeridad..., el desorden privado y desconcierto público donde intentamos vivir. De la esencia de nuestra verdadera condición, su complejidad, confusión , dolor, percibimos a veces destellos de lo que Proust y Tolstoi llamaban “las impresiones verdaderas”. La novela discurre entre el mundo de los objetos, de las apariencias, y ese otro mundo del que proceden “las impresiones verdaderas” y que nos lleva a creer que el bien al que nos aferramos con tanta tenacidad, frente al mal, no es una ilusión. El arte, ya decía Conrad, trata de encontrar en el universo, tanto en los asuntos de la materia como en los hechos de la vida, lo que es fundamental, perdurable, esencial.
Carpe diem sintetiza en su brevedad el mundo de Bellow. En un sólo día conocemos a Tommy Wilhelm, su familia, sus relaciones, sus fracasos que culminan en una “impresión verdadera” al final de la novelita.

Para finalizar, quiero copiaros la traducción de la oda de Horacio, I,11.

No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí
ni a tí los dioses destinen; a cálculos babilonios
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o solo el de hoy,
que destroza el mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después

(Leucónoe = mente ingenua , Carpo = cosechar)

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